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Con dedicatoria.

¿Sabes? Te extraño.
Extraño tu risa divina.
Te extraño, porque hacías mis días y porque saliste de mi vida.

¿Cómo y porqué desapareciste?
Mi demonio risueño, tantas cursilerías me hiciste pensar, pero nunca fuiste sincero.
Aún me pregunto qué habría sido de nosotros, porque sí, deseaba que hubiera un nosotros.

Pido perdón, fuí cobarde y tenía mis razones, pero ¿Por qué tú no? Si siempre tuviste el mundo a tus pies.

Sólo giraste y creaste tu propio camino, solo.
¿Cuándo decidiste irte? ¿Por qué no lo mencionaste?

No te detendría y mucho menos te juzgaría, lo sabes bien.

Sin embargo lo hiciste, sin despedirte te marchaste y me dejaste sola en un invierno eterno. Vaya, que bien, ahora sueno cliché.

¿Lo ves? Me corrompí y todo gracias a tí.
Es gracioso, porque ahora ya no recuerdo cómo eran las mil y un sensaciones que causaba tu presencia en mí.

Y es que sí, todas las noches espero tu regreso.

Todas las noches te pienso con deseo, despechada. Perdón por el atrevimiento, pero te anhelo sin acabamiento.

-J.

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