20 3 0
                                    


Vagos recuerdos.

Tu fragancia, era un aroma muy embriagante.

Jamás creí que el aroma de algo, o más bien de alguien, podría cautivarme tanto.

Desde que cambiaste de fragancia a una más dulce, pero a la vez potente y varonil captaste de nueva cuenta mi atención, más de la que ya tenías.
Cada vez que estabas cerca trataba de respirar más hondo para poder recordarla por el resto del día.

Simplemente era exquisita. No había otro aroma en el mundo que me gustara tanto.

Ya había experimentado antes el mismo olor, pero cuándo lo usabas era especial.

Una vez me digne a preguntarte si su loción era la que creía. ¿Lo recuerdas?

En pocas palabras, te asustaste. Era de esperarse, es poco común que una persona te pregunte por el aroma que desprendes, además de saber específicamente el nombre de la mima.
Sólo pude estremecerme por dentro, era tierno verte en ese estado.

Recuerdo que empecé a reír, me excusé diciendo que en una familia donde la mayoría son hombres era normal tener el olfato a tal grado de reconocer incluso las marcas de aquellos.
Con gusto lo afirmaste y preguntaste si era de mi agrado.
¿Cómo no me agradaría? Siempre creí que era un mal chiste tuyo.

El tiempo pasó, y aún así tu fragancia nunca cambió desde ese entonces, lo que me hacía sentir bien por dentro.
Sé que en el fondo la seguías usando por mí, o al menos eso quería creer.

Sin embargo, sabía que no era la única a la que le agradaba ese aroma. ¿Verdad?

Tristemente, el momento que yo deseaba que nunca llegara ocurrió, ahora yo no era la que estaba siempre a tu lado, ya tenías a otra persona en la que apoyarte.

Y como en todas las historias desafortunadas, una chica se quedó sola, me temo que yo era la protagonista y sólo traté de sonreír, era lo mejor. Deseaba tu felicidad, y hubiera hecho lo que fuera para conseguirla. Pero eso hubiera sido egoísta de mi parte.

En fin, ahora discretamente disfruto de tu aroma durante el poco tiempo que logramos hacernos para el otro.
Aunque veo venir que ya no será igual.

Por último, déjame decirte que aún es potente, agradable y para nada empalagoso.
Aunque realmente no son palabras que yo haya dicho antes, ella me ganó en tiempo.

Supongo que este sería un adiós, si no fuera porque tienes esa rara enfermedad, y si es que logras recordarme algún día.

-J.

PensamientosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora