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Me contaron que el poseer talento es para tontos, porque el verdadero éxito viene del esfuerzo, dedicación y perseverancia que uno aplique a lo que amas.

No lo creí del todo, lo tomé cómo un ideal egoísta que sólo deseaba opacar a aquellos que tenían una luz imparable.
Pero en uno de esos días oscuros, dónde todo se torna gris y mi cuerpo sucumbe al deseo de desaparecer de la existencia misma; cuándo mi alma implora a gritos el descanso de la mierda que es el ajetreo mundano.
Sí, ahí fue cuándo lo descubrí.

Fue uno de esos escasos días en el que me permití perder el control sobre todo, no me importó tocar fondo. Quería sacarlo todo, no es lindo sentirse diminuto. Sentir que te ahogas, como si una gran sombra te arrastrase a un precipicio.

Y cuándo creí que lo peor había pasado, de nuevo, esa frase que tiempo atrás escuché se hizo presente en mi mente, lo entendí. Encontré el amargo significado de esas palabras.

"—Su talento no es la gran cosa, lastima.—"

Justo en ese momento, cómo si de una estasis se tratase todo dejó de tener sentido. ¿De qué sirve tener talento? Todos te miran cómo a una estrella en el firmamento nocturno, pero el universo está colmado de estrellas y algunas no brillarán por la eternidad.

Así me sentí. No eran celos, habían muchas personas cómo yo: excepcionales, después de todo.
Pero un día llegó la inferioridad y no le agradaron mis amigas, confianza y seguridad. No me sentí a la altura.

Dejé el esfuerzo, la dedicación y la perseverancia. Porque por más que lo intentase, caía una y otra vez.

Todo para cumplir espectativas, que ingenua.

Hasta que el dolor que provocó la decepción, el mismo al que yo hice caso omiso, simplemente echó raíces. Todas las noches llamaba a mi puerta, entraba sin hacer ruido y susurraba a mi oído con voz débil. Y yo, me dejaba abrazar por la humedad en mis mejillas y los sollozos que eran ahogados por mi mano.

Nadie a quién llamar.
Nadie quién pueda escuchar.
Nadie quién me pueda consolar.
Nadie, absolutamente nadie.

No porque no tenga confianza en las personas. Sólo es que me considero un caso especial.

Lo tengo todo y a la vez nada.
Aunque, ya no me refiero sólo al talento.

-J.

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