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"Fiesta aburrida. Provocaciones jefe-empleado."

Aburrida. Esa sería la palabra que JiMin utilizaría en ese mismo instante. La fiesta que la familia Park había organizado, para formalizar el noviazgo de su hijo mayor, era la más aburrida en toda la historia.

Las personas presentes eran demasiado superficiales y sofisticadas -tanto al punto de irritarlo- muchas joyas y poco cerebro, aquello le desagradaba, y a JiMin le desagradaban muchas cosas.

Entre ellas estaba ir a una fiesta a la que no quería asistir.

Los hombres iban vestidos con trajes formales y smokings, la mayoría ya era mayor a los cuarenta años y aquello le asustaba, porque estaba seguro de que más de uno se le había quedado viendo el trasero, y no con buenas intenciones claramente.

Las mujeres iban elegantes, no se podía negar que eran muy atractivas con aquellos vestidos largos y llamativos, pero aquella impresión desaparecía al escucharlas hablar de las demás, sus gustos en ropa e incluso manera de actuar.

Ridículo.

El olor de colonias caras lo mareaban, todas eran demasiado fuertes y le provocaban ganas de devolver lo poco que había consumido en el almuerzo, porque sí, JiMin a penas y pudo probar unos cuantos bocados de su comida, todo por culpa de su guardaespaldas y su llamativa presencia.

Su madre le había insistido en que llevara a su nuevo empleado para que le cuidara y estuviera allí con él por si necesitaba cualquier cosa.

Sinceramente JiMin si necesitaba algo de ese atractivo azabache, pero ese algo se hallaba justo adentro de sus pantalones y no podía obtenerlo allí.

Era increíble cuanta atracción sentía por ese tipo, y no era para menos, ¿quién se resistiría a un hombre con cuerpo de infarto y que obviamente también desea meterse en tus pantalones a toda costa?

Sólo un idiota lo haría.

Taehyung estaba coqueteando con su mejor amigo de nuevo, ambos muy alejados de la multitud, JiMin no le tomó importancia a aquello, por lo que decidió disfrutar del caro vino tinto en su copa, el licor era dulzón, completamente exquisito ante sus papilas gustativas, y era lo único que disfrutaba de aquella velada.

Había notado que Jungkook, su guardaespaldas, lo veía de manera intensa, casi desnudándole en pleno salón de fiesta, sus ojos lo escudriñaban fieramente, como un león dando caza a su frágil presa.

A JiMin le gustaba aquella mirada salvaje, le encantaba demasiado.

JiMin lo veía de vez en cuando, provocándole al morderse los labios después de cada sorbo a su bebida, sin saberlo, Jungkook sufría internamente, se había quedado hipnotizado por su jefe en el momento de haberlo conocido, lo deseaba de una manera casi enferma, y su polla endurecida como roca en sus pantalones era la prueba de ello.

Jungkook necesitaba el trabajo para ocupar su tiempo, si no lo hacía, terminaría por gastar sus ahorros como la última vez, en donde se quedó sin un sólo peso y el estómago pegado a su espinazo. Gracias a un buen amigo, Wang Jackson, que consideraba casi un hermano, pudo sobrevivir y recuperar cada parte de su dinero, e incluso pudo ganar un poco más.

Le estaría agradecido de por vida.

JiMin quería hacer algo con su guardaespaldas, muchas cosas en realidad, entre ellas estaba el tenerlo en su cama, acariciando y lamiendo cada parte de su cuerpo para demostrar que era suyo, porque JiMin sabía que Jungkook era suyo y que él era de Jungkook.

Un sentimiento enorme estaba creciendo entre ambos, la tensión sexual estaba igual o peor, no podían parar de verse y provocarse, buscando la manera de que el otro se quebrara y cayera ante la tentación, sin saber que ya los dos estaban cediendo ante ella.

Decidió que no resistiría ni un minuto más en esa casa, necesitaba largarse de allí.

Las miradas de todos empezaban a sofocarle, los invitados estaban al pendiente de él y de cada uno de sus movimientos, a la espera de un sólo error para criticarle, maldita sea, ¡era un puto humano!, todos cometían errores de vez en cuando, pero en el mundo de JiMin aquello estaba prohibido, la más mínima equivocación era una sentencia al más puro y humillante fracaso.

Le dio una última mirada a Jungkook y se dirigió a su madre, si no le avisaba que se iría de esa fiesta se armaría una guerra mundial, una en donde probablemente sería castigado de la peor manera existente para él: Que lo dejaran solo con Taehyung.

No, no, no.

Era mucho mejor prevenir que lamentar.

Ji Won estaba riendo y bebiendo con su grupo de amigas, o como JiMin las llamaba, "Las Reinas del Chisme".

―Madre, me iré a casa, no me siento muy bien ahora.

Ji Won lo fulminó con aquella mirada asesina que conocía tan bien, pero que poco le importaba, él sólo quería irse a casa y ver películas, o tal vez jugar con su hermoso guardaespaldas. Si, la segunda opción sonaba muy tentadora.

Y estaba dispuesto a cumplirla.

―De acuerdo cariño, llévate a tu guardaespaldas para que conduzca por ti. Me avisas en cuanto llegues a casa. ― la mujer sonrió ante su perfecta actuación, hasta el mismo JiMin creía que se merecía un premio por ser tan buena actriz y mentirosa, sabía que no tenía moral para decir aquello, había sacado las mismas mañas que su madre y las utilizaba sólo cuando eran llanamente necesarias.

De tal palo tal astilla.

―De acuerdo, madre. ― utilizó la misma sonrisa falsa que ella. ― Señoritas. ― se despidió con una leve inclinación ante todas las mujeres que lo veían con ojos brillantes, no creyendo que los Park tuvieran un hijo tan perfecto.

Pff, si claro.

Con un último asentimiento a Ji Won, se dirigió a la entrada de la casa, podía sentir la presencia de Jungkook a sus espaldas, estaba obligado a seguir a JiMin a todas partes cual perro faldero, pero aquello le gustaba, desde atrás tenía una magnífica vista del redondo trasero de su joven y hermoso jefe.

Sintió que su polla se endurecía aún más, joder, si no llegaban rápido a casa se correría en sus pantalones, y aquello era algo muy vergonzoso.

Sabía que JiMin lo estaba tentando durante la fiesta, y vaya que lo había logrado, no podía evitar no mirar al primogénito de los Park, ese chico lo había vuelto loco durante los pocos días que llevaba trabajando para él.

Cuando se quedaban solos en casa, JiMin tendía a pasearse por allí con shorts cortos y suéteres holgados que mostraban sus pálidas clavículas, actuando como si no hubiera nadie más allí, había tenido que ir al baño demasiadas veces para poder relajar el intenso dolor en su entrepierna.

Ayudó al pequeño rubio a subir al auto y se dispuso a conducir a la mansión de la familia, estaba tratando de calmarse para no lanzarse encima de JiMin y tomar sus labios de manera salvaje y necesitada. Pero aquella calma se desvaneció por completo al escuchar el dulce susurro en su oído, acompañado de una lengua juguetona en su cuello que había provocado más dolor en su pantalón:

―Quiero jugar contigo, Jungkookie.

A la mierda todo.

🍒

Muy complicada mi vida :"c no quiero entrar a clases aiudaa

Into You 너에게 "Kookmin"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora