✠ Capítulo Uno ✠

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La noche se antojaba despejada, fría y silenciosa. Las farolas en las calles seguían sin dar la seguridad suficiente para exponerse ante la soledad de la oscuridad, sin embargo habían personas valientes que se atrevían a salir casi al término de la semana a divertirse un rato con sus conocidos.

También había quienes se resguardaban en sus hogares apenas caía el atardecer y de ahí en más no salían. La razón de aquellos que le temían a la noche era el rumor que se comenzó a esparcir hace ocho meses atrás; repentinamente en las zonas rurales de la ciudad empezó a aparecer gente sin vida en sus casas, con el cuerpo completamente intacto, sin señales de haber sido golpeados o apuñalados... con la única excepción de que dos puntitos sobresalían en la zona baja del cuello de las víctimas.

En primera instancia se crearon demasiadas especulaciones e hipótesis con respecto a todo esto, algunos diciendo que se podría tratar de alguna maldición impuesta en la ciudad y otros asegurando que podría relacionarse ilógicamente a extraterrestres; no obstante, al cabo de un mes, un joven llegó corriendo al ayuntamiento de la ciudad colérico gritando a todo pulmón una sola palabra.

"Vampiros!"

Nadie le creyó en un principio, ya que no había ningún registro de que seres chupasangre existieran en épocas pasadas y, pesar de todas las negaciones que se produjeron durante cierto tiempo, más personas fueron confirmando lo que seguía siendo considerado como una desfachatez.

─Los hemos visto! eran vampiros, ellos extraían la sangre con sus colmillos!─exclamaban unos y les seguían otros, dándose por hecho que sí, que estos seres existían al fin y al cabo.

Los avistamientos de vampiros, o seres inmortales como decidieron llamarles después, continuaron esparciéndose en las cercanías de la ciudad. Lo que los caracterizaba como asesinos insaciables de sangre, era la sonrisa noble que te mostraban segundos antes de morir, como si se apiadaran de tu alma tras verte partir y expresar un arrepentimiento poco natural.

Seguro eso los hacía sentir bien.

La gente de la ciudad comenzó a ser más precavida, tomando sus propias precauciones y protegiéndose hasta el cuello con armas; los vampiros tenían un enemigo que les había disminuido el libertinaje para cazar, un arma que en el interior de sus balas contenía un líquido capaz de asesinarlos de una manera en la que acabaran pulverizados.

─Los humanos han podido contrarrestar la amenaza que nosotros les suponíamos─comentó un joven de ojos rubíes, riéndose como acto posterior a sus palabras─. Crees que podrás cuidarte solo, pulga?

El otro joven a su lado, ocultando su mirada con la capucha blanca sobre su cabeza, frunció los labios como única respuesta; era bien sabido entre sus compañeros que el hambre aumentaría en consecuencia de las nuevas creaciones anti-vampiros a manos de los mortales, y eso de alguna u otra manera acarrearía problemas.

Se veían venir nuevos conflictos entre quienes desesperados fuesen en busca de ese anhelado brevaje carmesí contra los que le pusiesen un freno en pos de proteger a su propia raza; al fin y al cabo, todos eran una familia.

Aunque incluso alguien con corazón de pulga como él, caía abatido ante la sequedad de su garganta; tras esa sensación observó a su compañero y superior exasperado, dedicándole una mirada de auxilio. Éste sonrió entendiendo la señal, y calmadamente levantó la tela que cubría su brazo izquierdo, acercándolo a los labios del otro.

─No te contengas─y bajo esa orden, la pulga sacó sus colmillos y los clavó sin ningún cuidado sobre la piel desnuda.

Bakugou Katsuki era la especie de suministro alimenticio para algunos de sus compañeros, ya que al haber nacido del primer linaje que supuso la existencia de los vampiros, en su interior corría la sangre más fuerte, envidiada y respetada de entre toda la comunidad. Eso tampoco significaba que fuese inagotable, siempre debía recuperarla cazando tal y como lo exigía su naturaleza.

─...Ya no necesito más─el chico soltó su brazo para al segundo limpiar el poco resto de sangre en su labio inferior; sus colmillos volvían a ocultarse, apaciguando la sed en su interior.

Amajiki Tamaki era la mano derecha de Bakugou, ya que tras poseer una fuerza por sobre lo normal para ser un vampiro común, le había venido como anillo al dedo al ojirubí. Este chico de cabello azabache, orejas puntiagudas y personalidad insegura, había sido tachado de "pulga" tras la reacción que tuvo el día de su muerte; era muy irónico que quien lo asesinó sea la misma persona que le brinda esa bendita sangre que unos pocos privilegiados tienen permitido saborear.

─Por ahora debo retirarme, necesito recomponer la sangre que acabas de tragarte─le anunció Katsuki, con ese tono de voz medio burlón y egocéntrico.

─Ve, yo me quedaré vigilando. Y... ten cuidado.

El ojirubí asintió para luego desaparecer en la penumbra de la noche. Su salida de la guarida aseguraba nuevos gritos a través de la oscuridad, nuevas víctimas bajo sus colmillos y aún más armas esperándolos si osaban poner un pie en terreno humano.

Hace cuánto que Amajiki no bebía sangre humana? sintió que pasaron siglos desde aquello. Había olvidado por completo el éxtasis que ese cálido líquido le otorgaba bajando lentamente por su garganta; la resistencia inquieta de un cuerpo ajeno bajo su agarre, la excitación de sentir cómo robas una vida y lo disfrutas en el proceso.

Sin embargo, por muchas que fueran sus ansias, el recuerdo de ese horrible suceso lo privó de continuar comportándose en su estado natural; un niño de unos once años jadeaba enfrente de sus ojos, aterrado mientras lo sostenía con fuerza desde el cuello y su mano era empapada con las lágrimas del pequeño.

En ese instante recordaba estar feliz, gozando de la superioridad que implicaba ser un chupasangre; un corte en el abdomen del niño fue necesario para que los ojos de Tamaki brillaran de un rojo intenso, llevando uno de sus dedos hasta su lengua en donde la sangre inocente hizo contacto con ésta.

Tras proponerse acabar con su tormento y estar a escasos centímetros del cuello del pequeño, las palabras que éste pronunció entrecortadamente lo dejaron en un estado de shock, en un trance del que creyó no poder salir nunca más.

Mo-Monstruo!!!

Las pupilas de Tamaki se contrajeron a la vez en que dejaba escapar un grito ahogado. Se alejó un poco del pequeño, y pensando que seguía vivo, lo soltó; mas el pulso del infante se había detenido, y con los ojos mirando en su dirección le había dicho adiós a su corta vida.

Tamaki no despegó su mirar de los ojos ajenos, sintiendo que era juzgado y odiado desde el más allá por parte del pequeño. Se llevó ambas manos a la cabeza, gritando y levantándose en el acto; por qué en ese momento le habían afectado esas palabras? quizás porque le recordó a aquel día en el que él también murió bajo los colmillos de un monstruo? porque conocía esa clase de miedo agonizante que te hace saber que ya no hay escapatoria?

Y en efecto, esas palabras le habían afectado hasta el punto de no poder consumir nunca más una sola gota de sangre mortal; él mismo lo había comprobado tras volver a intentarlo luego de un tiempo, ya que esta vez había sido con una mujer joven e incluso en ella veía la expresión y escuchaba los gritos de aquel niño.

Un lamento escapó desde los labios de Amajiki, preguntándose hasta cuánto más sería capaz de sobrevivir con cuya sangre nunca llegaría a satisfacerle como su instinto natural lo demandaba.

Eternally Yours | MiriTamaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora