✠ Capítulo Cuatro ✠

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─Puedes beber a gusto, obtuve buenas ganancias durante la misión─le ofreció Bakugou con gracia, sintiendo cómo los colmillos de Amajiki se enterraban bruscamente en la piel de su muñeca derecha.

─Sí que estaba sediento... ─murmuró el tercer joven a su lado, el cual los observaba a ambos─. Lamento haberlo sacado por tanto tiempo de casa, Tamaki.

Sin embargo, el aludido parecía no querer escuchar absolutamente a nada ni a nadie, y bien sabía que no sólo era por su sed de sangre; algo más le impulsaba a beber ansiosamente, como si con ello quisiera tranquilizar otra cosa que no fuera su apetito.

Y claro, para quien mejor lo conocía no pasó desapercibido aquello. Katsuki toscamente alejó su piel de los colmillos ajenos, haciendo que unas pequeñas gotas de sangre se desperdiciaran en el acto; con eso Tamaki volvió en sí, relamiéndose los labios por reflejo.

─Sucedió algo en mi ausencia?─le interrogó el ojirubí, aplicando su ya conocida voz de mando.

─Tendría que haber sucedido algo?─le cuestionó el azabache de vuelta, evitando hacer contacto visual.

─Kirishima─llamó Katsuki al joven detrás suyo, el cual enseguida acató al llamado─. Déjame a solas con él, por favor.

El pelirrojo sin objeciones obedeció, y en menos de un parpadeo desapareció del campo de visión de ambos vampiros. Una tensión incómoda se generó en el ambiente, haciendo que Amajiki se sintiera demasiado expuesto para su gusto.

─Sabes que a mí no puedes mentirme─le recriminó Bakugou cruzándose de brazos─. Así que suéltalo ya, pude percibir una inusual ansiedad mientras bebías de mi sangre.

Tamaki lo dudó en un principio, ya que al ser el ojirubí su superior, no sabía cómo reaccionaría al contarle lo que hizo y decirle lo que había comenzado a sentir luego de hacerlo; y aunque estuviese permitido formar vínculos con los humanos, el azabache no había salvado a Mirio con esa intención en mente.

─Yo... el día de ayer vi a un humano herido y desvaneciéndose en el suelo cerca de la ciudad y... en primera instancia quise beber su sangre, pero... ─Amajiki tragó pesado─. Incluso si me sentía muy necesitado de ella, le escuché decir a esa persona que no quería morir y... lo llevé a un hospital.

Katsuki se mostró medianamente impresionado al oírlo, y con un gesto le indicó a Tamaki que prosiguiera, porque sabía que había algo más en todo esto.

─Cuando lo dejé en el hospital, un extraño presentimiento no me permitió irme, aunque al fin y al cabo lo dejé allí solo─de nueva cuenta esa inquietante sensación se instalaba en el interior del azabache─. No sé qué será, pero desde que intercambiamos unas pocas palabras y lo abandoné... siento como si algo me faltara, como si tuviese un espacio vacío en alguna parte de mí que no me deja en paz, y eso es desesperante...

─Así empieza─el ojirubí suspiró, sentándose sobre el pasto bajo sus pies.

─Así empieza qué?─Amajiki sin entender imitó su acción, sentándose a su lado.

─En primer lugar, sabes por qué se permitió que nosotros los vampiros pudiésemos formar amistades o vínculos con los humanos?─al recibir una negación, el rubio ceniza continuó─. Por el simple hecho de que si un vampiro no puede asesinar a su presa desde el primer momento en que la ve, querrá seguir asegurándose de que es suya y de que nadie más la tocará; o en tu caso, bien pudo ser que algo te impidió asesinarlo... sus palabras, por ejemplo.

Los ojos del azabache se ensancharon tras escuchar aquello, considerándolo como algo totalmente absurdo.

─Y si no fue eso lo que te detuvo, pudo ser a lo que yo llamo "vínculo invisible"─Bakugou sonrió ante la expresión incrédula de Amajiki─. Pudieron estar destinados a conocerse en tales circunstancias, incluso puede que ese destino haya estado esperando a que te convirtieras en un ser inmortal para ponerlo en tu camino. Aunque bueno, normalmente ese dichoso hilo rojo sólo puede existir entre dos seres mortales, nunca nos ha involucrado a nosotros según sé.

─Y cómo explicas que aún, muy en el fondo, sienta ganas de beber su sangre?─contrapuso Tamaki, negándose a creer en semejante disparate.

─Ya te lo dije, sigue siendo tu presa─le reiteró Katsuki─. Y como no pudiste enterrarle los colmillos, su sangre te está llamando para que vuelvas a su lado─hizo una pequeña pausa─ desde ya debes saber que... el destino no influirá en tu decisión.

Amajiki bajó la mirada, todavía confundido. Si antes tenía que luchar contra sus instintos, ahora tenía que hacerlo contra ese presentimiento; era curioso que el destino se lavara las manos acerca de poder o no poder asesinar a tu "predestinado."

─Toma─Katsuki lo sacó de sus pensamientos al extenderle un estuche con unos frasquitos rellenos con su sangre─. Espero que los hagas durar en situaciones extremas.

Una vez que Amajiki quedó solo, miró en la dirección que lo llevaría justamente a las cercanías de la ciudad; guardó el estuche correctamente, queriendo pensar que Bakugou sólo estaba exagerando las cosas.

Ni siquiera cuando Tamaki estaba vivo era propenso a relacionarse fácilmente con los demás, siempre rechazó la compañía ajena para no terminar saliendo lastimado; aunque tal vez por eso lloró profundamente en el preciso momento en el que su corazón dejó de latir, y quizás por no haberle tenido afecto o cariño a alguien su destino se había vuelto tardío, decidiendo mover esos dichosos hilos cuando ya no habían demasiadas alternativas a su alcance.






Algunos días después...

─Aquí está lo que me pediste, creo que te quedará bien─Kirishima le había conseguido ropa que usaría un humano normal, mas en cuanto a su pálida piel e instintos no podía hacer mucho.

─Gracias, te debo una─le agradeció Tamaki, colocándose la capucha de una sudadera oscura; a simple vista lograría mezclarse entre la gente, sin embargo nadie podía tocarlo o siquiera rozarlo.

─Que Bakugou esté de acuerdo con que hagas esto, no significa que te vayas a lo loco y te fíes de que sabrás mantener tu sed intacta─le advertía el pelirrojo─. Ve con cuidado y no actúes de una forma en la que levantes sospechas.

─Estoy consciente de ello, confía en mí─le aseguró el azabache, sonriendo ligeramente─. Sólo quiero averiguar si lo que dijo Bakugou es cierto...

─No te diviertas demasiado, sí?─le pidió Kirishima, relajando su semblante.

Tamaki asintió, y acomodando el estuche con su alimento dentro a un costado de su cintura, emprendió rumbo hacia una ciudad en la que únicamente con voluntad podría sobrevivir.

Y también por darle en el gusto a su destino, verdad?

Eternally Yours | MiriTamaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora