✠ Capítulo Cinco ✠

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Amajiki observó a su alrededor, mirando de vez en cuando a algunas personas que andaban sobrecargadas de ropa debido al frío que hacía dos horas después del amanecer; mientras que él portaba una vestimenta sencilla y de tela algo delgada, una ventaja al no ser un mortal que pudiera sentir frío.

Agradecía que la gente no le tomara la suficiente atención como para entrar en alerta y empezar a creer que todos se cuestionaban por qué andaba tan desabrigado; porque claro, sólo un vampiro podía ser inmune al frío.

Luego de que esto no le supusiese un problema, el azabache pasó al siguiente paso: encontrar a Mirio. Según lo que entendió por boca de Bakugou, aquel chico era su "destinado" y mediante las sensaciones en su interior podría hallarlo, ya que éstas le avisarían si la presa andaba cerca.

Durante más de cuatro horas estuvo rondando de aquí para allá intentando sentir o percibir esa señal, dejándose guiar por la fuerza de su propia sangre; tras no tener éxito en el proceso, decidió dirigirse a la última zona en donde vivía gente más humilde, con cabañas ubicadas casi en los sectores más remotos de la ciudad.

Al llegar a un pasaje, se fijó en que las personas allí no vestían ropas elegantes o decentes, no existía ningún lujo que uno pudiera divisar desde la distancia, y no había mucho movimiento automovilístico en los caminos que los conectaban a la civilización, por decirlo así.

Pasó por distintas casas, hasta que una sensación bastante familiar le recorrió todo el cuerpo, dando así por finalizada su búsqueda. A unos cuantos metros visualizó a aquel chico de ojos azules, vestido con ropa de campesino y cortando leña con un hacha... al parecer no habían perdido las viejas costumbres en pleno siglo XXI.

Tamaki se metió ambas manos en los bolsillos, descubrió un poco su rostro y se encaminó cautelosamente hacia su objetivo; un rechazo repentino se instaló en su pecho tras sentir cómo todo se relajaba en su interior al verlo nuevamente...

─Te ves mejor─se hizo oír Amajiki, para luego ser observado con unos ojos visiblemente sorprendidos.

─Eh? no puede ser... ─Mirio dejó el hacha a un lado para centrar toda su atención en el azabache─. En serio eres tú?... cómo fue que me encontraste?

─Insinúas que te buscaba?─le cuestionó Amajiki con una ceja alzada, fingiendo demencia.

─No... a mi parecer no eres alguien que le dé demasiada importancia a ciertas cosas, pero... no esperaba volver a verte─se sinceró el de ojos azules, sonriendo algo feliz.

Tamaki lo analizó con la mirada, incluso si sus pupilas se encontraban teñidas de un color café oscuro al no estar en modo "caza". Ese sonrojo evidente en las mejillas ajenas le daba mucho para pensar, pudiendo intuir los nervios que ahora mismo controlaban al chico bajo su mirar.

Tenía que jugar un poco con las emociones del humano, averiguar si él también actuaba bajo las órdenes del destino, si sentía esa misma inquietud cuando se trataba del azabache; y si es que el ojiazul se lo había planteado en algún momento.

─Si quieres puedo irme, de todos modos no vivo muy lejos de aquí y ya pude ver que te encuentras en perfecto estado─le dijo Amajiki con indiferencia, dándole la espalda.

─No, no te vayas!─Mirio lo detuvo por los hombros, haciendo sonreír internamente al otro─. Quédate, por favor.

Amajiki suspiró en señal de ceder, mas había sido un alivio sentir las manos del ojiazul sobre sus hombros, en una zona en donde la ropa camuflara lo gélido de su piel. En ese pequeño lapso de tiempo en el que se volteó y quedó cara a cara con el chico, aprovechó de conectar su mirada con la contraria en pos de poder sentir algo, confirmar si aquellos ojos azules como el cielo podrían causarle algo en su interior.

─Sabes... ─Togata rompió aquella cercanía tan incómoda entre ambos, para luego sonreírle tímidamente─. Desde ese día en el que me salvaste, estuve pensando en alguna forma de agradecerte, aunque todo lo que tengo en mente no es suficiente según yo.

─Una forma de agradecerme?─"qué oportuno"; para el azabache era un peso menos ver que las cosas se estaban dando demasiado fácil. Decirle "déjame vivir a tu lado" así como si nada sonaría bastante raro e inusual, por no mencionar que nadie dejaría entrar a un desconocido a su casa sin una buena razón─. Por lo visto tu herida no ha sanado del todo, así que me gustaría poder restringirte en tus labores diarias y prohibir que realices actividades que puedan acrecentar el daño allí; además, no sería justo que volvieras a quedar grave siendo que tuve que cargarte hasta el hospital y que el enorme esfuerzo que hice fuera en vano.

─Eso quiere decir que... vivirás conmigo de ahora en más?─le preguntó Mirio ilusionado, sin molestarse demasiado en ocultarlo.

─No, no exactamente!─se alertó Amajiki, moviendo sus manos de un lado a otro─. No es necesario que vivamos juntos, puedo venir diariamente a verte y asegurarme de que tu herida sane como corresponde.

─No me importaría que vivieras conmigo... además, la única persona que viene a visitarme a veces es mi padre─le expresó Mirio con un poco de tristeza─. Tal vez se ponga feliz si me ve viviendo con un amigo!

─Quién dijo que éramos amigos?!─exclamó Tamaki, sintiéndose pasado a llevar.

─Pues... tú, al preocuparte por mí. De otra forma no te hubieras quedado a mi lado, cuidándome─aquello fue lo que interpretó el ojiazul, puesto que para el vampiro nunca había sido de esa manera; tan solo estaba vigilando a su presa, y observando los comportamientos de éste hacia su persona con respecto a eso de estar "destinados."

Preocupación? cuidarlo? aquello estaba muy lejos de la realidad, ya que lo cierto era que esto para el azabache no era nada más que un experimento. Mirio no era especial en su vida, por supuesto que no.

─No quería que lo tomaras de esa forma... ─a Tamaki le encantaba despertar las emociones... sentimentales? de su presa; jugar con ellas y torturarlo a su vez─. Como dije, no vivo muy lejos de aquí, y no sería un problema venir a visitarte día a día; mas si tú insistes, deberé tomar gustoso el agradecimiento que me ofreces.

Ante esto Mirio sonrió de oreja a oreja, aunque cuando quiso abrazar al azabache, éste retrocedió bruscamente con la excusa de que no podía hacer ningún movimiento en falso debido a su herida.

Quizás sería divertido convivir con un ser humano durante un tiempo, al igual como lo experimentaron algunos de sus compañeros hace unos años. Sería agradable burlarse en silencio de la ingenuidad de su presa al estar bajo el inminente peligro que su apariencia inmortal le supondría cada día.

Degustando el momento crucial cuando llegase la hora de cenar.

Eternally Yours | MiriTamaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora