✠ Capítulo Seis ✠

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Cada noche las pupilas de Tamaki brillaban ostentosas en medio de la oscuridad, observando lo tranquila y serena que dormía su presa a unos pocos centímetros suyo. Los vampiros no dormían, aunque incluso si el azabache lo intentara no podría por tan agraciada vista panorámica que tenía.

Amajiki estaba cada vez más seguro de que Bakugou se había equivocado en cuanto a lo que le había dicho, porque hasta ahora sus instintos asesinos no desaparecían con su presa teniéndola cerca, y se sentía cada día más convencido que esas inquietudes y su comportamiento eran producidos por su naturaleza sedienta de sangre y que sólo se movía a costa de ello.

Además, Mirio no había mostrado indicios de sentirse igual o más inquieto que él, y no podía asociar su actitud tímida y amable siempre con aquello de "el destino decidió juntarnos en el camino"; simplemente era parte de su personalidad, y eso lo hacía especial como a cualquier otra persona común. También cabe decir que ese extraño presentimiento junto a esas sensaciones desesperantes habían desaparecido desde hace dos días atrás, por lo que todo dentro de Amajiki comenzaba a funcionar con normalidad.

Sí, su sed por sangre humana lo mantenía ahí.

En una de las noches en que el ojiazul se dormía primero, Amajiki esperó a que se hallase profundamente dormido, y cuando vio que era así, se acercó lo suficiente a su presa y pasó uno de sus dedos por el contorno del cuello ajeno; sus colmillos aparecieron, su cuerpo se estremeció al sentir esa calidez única rozando con las yemas de sus dedos mientras trazaba una línea en aquella piel suavecita, misma piel que ningún vampiro atravesaría a excepción de él.

"Debería hacerlo ahora?" se planteó Tamaki en su cabeza, creyendo que quedaría ciego ante tanta belleza; el rojo puro en sus ojos no hizo más que intensificarse, sin embargo antes de que el vampiro pudiera relamerse los labios y disfrutar de la cena, algo, o mejor dicho alguien se lo impidió.

─Pero qué...?─Amajiki se quedó petrificado y perdiendo toda la emoción del momento al verse atrapado entre los brazos ajenos, y ahora compartiendo la misma cama con quien se supone debería encontrarse nuevamente desvanecido gracias a la supuesta pérdida de sangre que en ese preciso instante ya debería estar degustando el azabache.

Lo más lógico que tendría que haber hecho Tamaki era haberlo apartado bruscamente de su lado, ya que no le había dado la confianza suficiente para hacerlo y al parecer había actuado estando aún dormido; a pesar de que todo en su mente le gritaba que saliera de allí, de ese "encierro", el azabache empezó a relajarse tras escuchar los latidos que él dejó de emitir un día.

Llevó una de sus manos hasta la zona en donde el corazón ajeno golpeaba de forma calmada, percibiendo en el acto una corriente eléctrica en su espalda; sus colmillos volvieron a esconderse, y sus pupilas adquirieron otra vez aquel café oscuro que le convertía en un mortal más del montón.

Su respiración, sus latidos junto con su calidez... Amajiki ya no poseía todo eso, pero tenía a alguien que podía hacerle recordar lo que se sentía tenerlo.

El vampiro cerró sus ojos, siendo atraído por Mirio de manera inconsciente hacia su cuerpo, como si la dulce melodía del corazón de éste le prometiera una noche de reconfortante sueño; y por un segundo, en su subconsciente, Tamaki se permitió sonreír de la forma más honesta que pudo.






Algunas horas más tarde...

Mirio fue el primero en despertar posterior a la llegada del alba, para enseguida contemplar a su salvador durmiendo plácidamente entre sus brazos; "así que realmente pensó que lo hice estando dormido" se dijo el chico en su mente, sonriendo de lado.

Y es que lo cierto era que aquel día en que Mirio fue gravemente herido por unos ladrones que según dijeron estaban tan solo saldando cuentas pendientes con su padre, nunca esperó a que alguien viniera a salvarlo, que su vida llegaría hasta ahí; aún quedando medio inconsciente en el suelo, percibió apenas una extraña presión en sus brazos, para luego de ello abrir con gran esfuerzo los ojos y divisar a ese joven que ahora yacía a su lado.

En primera instancia no lo había sentido, pero cuando lo vio estando ya en sus cinco sentidos, su corazón dio un vuelco al ver claramente a cuya persona lo salvó de una muerte segura; era un adolescente al igual que él, lucía serio e indiferente, pero tras su partida le había dejado una horrible sensación de abandono que a momentos llegaba a asfixiarle cruelmente.

En sueños le rogaba a aquel joven azabache regresar, que por alguna razón que hasta ahora no comprendía lo necesitaba, que no quería sentirse así de vacío otra vez; ante cada despertar Mirio se convencía de estar alucinando, ya que no podía sentirse así con alguien que ni siquiera conocía, no tenía lógica ni razonamiento. Permaneció unas noches más así luego de ser dado de alta, escapando del mundo de los sueños sudando por montones, y en ocasiones con lágrimas en sus ojos; continuamente se preguntaba si era normal que esto le estuviese pasando.

No obstante, y en cuanto lo vio regresar... supo que algo más había en esa persona por la que lloró y soñó sin siquiera desearlo; su corazón, las inquietudes en su cuerpo, su subconsciente... todo lo llamaba, noche tras noche, hasta que finalmente el azabache había vuelto.

Y ahora, teniéndolo a su lado... sencillamente gritaba de emoción y felicidad por dentro. Era posible sentirse así por alguien? ya que era la primera vez que le pasaba... y con un chico.

Mirio se sobresaltó al percibir que Tamaki estaba despertando, ya que al estar embobado mirándolo... por inercia le dio su espacio, siendo atentamente observado por éste una vez que abrió sus ojos por completo.

─Tiene que ser una broma.... yo... de verdad me quedé dormido?─se preguntó Amajiki más para sí mismo, llevándose ambas manos a su cabello.

─En realidad fue mi culpa, no me di cuenta de que te había arrastrado hasta mi cama─se apresuró a decirle el ojiazul, medianamente nervioso.

─De ahora en más dormiré afuera─dictaminó tajante el vampiro, levántandose y pasando de la presencia del humano.

─Estás loco? no permitiré que te expongas a tal peligro, ya que por si no lo sabías, aquí... ─Togata se dio cuenta de lo que iba a decir, y por algún motivo prefirió callar.

─Hay vampiros, no?─completó Amajiki, riéndose internamente de ello; "si supieras que el que corre peligro realmente aquí eres tú" pensó con un tinte de diversión en sus ojos, abandonando la habitación.

Poco y nada le duró la gracia a Tamaki, ya que todavía confundido trataba de asimilar el insólito hecho de haber dormido. Hace siglos que él no lo hacía, mas el ojiazul había sido como un mortal somnífero para su cuerpo.

Mientras tanto, todavía en su habitación, Mirio se sorprendía del hecho de que Amajiki le hubiera mencionado lo de los vampiros con tanta seguridad y a la vez desinterés; por ello, comenzó a profesarle una inminente admiración.

"Sin duda es una de las personas más valientes que llegaré a conocer."

Eternally Yours | MiriTamaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora