El estreno de un nuevo videojuego online es la noticia que está en boca de todos a día de hoy. Parece que el objetivo de cualquier adolescente gamer en ese instante es poder participar en la nacional que habrá en su país, vencer, y poder presentarse...
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–¡Blaaasty, ¿estás preparado?!
Ese apodo otra vez. Verlo escrito era una cosa, pero escucharlo con su voz y su vitalidad era algo completamente distinto.
Desde el primer momento le dije que dejara ese nombre, pero no me ha hecho caso en absoluto. No me gusta que me llame así, me provoca una sensación extraña y desagradable en el estómago. Es como si se me revolviera o algo parecido, no entiendo por qué ocurre, pero debe de ser que detesto ese apodo.
–Yo siempre estoy preparado, pelos de mierda.
–¡Genial, porque en cualquier momento se conectarán los demás! ¿Estás nervioso por escuchar sus voces por primera vez?
–¿Por qué iba a estarlo? Ni que me importe algo, idiota.
Sinceramente, no me causa curiosidad en absoluto. En cualquier caso, la única persona que me interesaba mínimamente era el estúpido con el que llevo hablando todos los días desde que desbloquearon el chat de voz.
Ahora pienso que tal vez deberíamos haber practicado un poco con el resto, pero en ningún momento ha surgido la ocasión. Simplemente comenzábamos a entrenar el pelos de mierda y yo juntos sin pensar mucho más allá.
De todas formas, en la última batalla no sirvieron de mucho nuestros entrenamientos de equipo, porque nos terminaron separando y tan solo pude colaborar con RedRiot durante casi toda la partida.
–Oh, Blasty, ya están todos en línea. ¡Mándales la invitación para que se unan al chat de voz!
Chasqueo la lengua —no porque me moleste cortar la conversación entre el Mosquetero y yo, claro que no, sino porque me desagrada la idea de escuchar el alboroto que vayan a causar los otros cuatro idiotas— y les envío la solicitud a esa panda de inútiles.
A los pocos segundos ya puedo oír sus irritantes voces a través de mis cascos.
–¡RedRiot, GroundZero, al fin coincidimos en un chat de voz! — No hace falta que nos diga quién es para que podamos identificarla, puesto que su voz femenina tiene que pertenecer a la única chica de nuestro equipo — ¡Ya tengo ganas de saber cómo son vuestras voces!
–¡Uravity! ¡Adivina quién soy yo! — Exclama con ilusión el idiota pelirrojo. Qué infantil.
–Es obvio que eres RedRiot. El Bárbaro jamás mostraría simpatía.
–¡Ah, y mira quién lo dice, bastardo mágico! — Ni siquiera me quedan dudas de a quién pertenece esa voz. Ningún otro podría hablar con esa monotonía y, sobre todo, ser tan malditamente molesto.
–Por favor, no peleéis. Necesitamos confiar los unos en los otros y fortalecer nuestros vínculos si queremos conseguir ventaja en batalla.
