Capitulo 7

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Capitulo 7

Otabek

Tomé una ducha lentamente, disfrutando de la bañera limpia bajo mis pies y el silencio de la mañana. No sabía cuánto tiempo pasaría antes de que tuviera el lujo de cualquiera de esas cosas de nuevo.

Los despliegues no eran nada nuevo. Lo había hecho todo antes de dejar a los niños, vivir de un par de bolsos marineros, oler como trasero durante seis meses seguidos, el constante estado de alerta que ni siquiera me dejaba tener una noche completa de descanso.

Pero esa mañana, mi pecho se sentía apretado de una manera que no había sentido antes. Creo que mis emociones podrían haber estado un poco cerca de la superficie, y eso era peligroso para un hombre en mi posición. Necesitaba bloquearlo todo. Necesitaba recordar mi rutina, las cosas que podía permitir que mi mente imaginara, y las cosas que tenía que ignorar a toda costa.

Cuando el agua finalmente comenzó a enfriarse, cerré el grifo y corrí lacortina.

Yura estaba ahí en su camisón.

Di un respingo de sorpresa.

―¿Qué sucede?

Tenía los brazos envueltos fuertemente alrededor de su cintura, los ojos bien abiertos y la boca temblorosa.

―Pensé que te habías ido ―dijo en voz baja, temblando―. Tú... pensé que te habías ido.

Saqué una toalla del estante y me sequé rápidamente para poder acercarla a mi pecho.

―No me iría sin decir adiós.

―Lo sé. No sé por qué entré en pánico

.

―Estás helada. Ven. ―Con cuidado la llevé hacia mi habitación, saqué un suéter de la parte de arriba de mi cómoda, y lo deslicé por encima de su cabeza―. ¿Mejor? ―le pregunté mientras pasaba los brazos a través de las

mangas.

―Sí.

Lo conduje hacia el pie de cama, y me alegraba que se quedara en silencio mientras me vestía metódicamente con mi uniforme.

Mi rutina en el día que me marchaba era importante, como llegué a darme cuenta en mi primer par de despliegues. En realidad no era superstición ―no creía en esa mierda―, sino m{s bien una forma de nivelar mi ansiedad.

Primero me puse mis calzoncillos bóxer, luego los calcetines, la camiseta, el pantalón, el cinturón, las botas, las ligas para pantalón y la guerrera. La billetera en el bolsillo. El reloj en la muñeca. Las mangas abotonadas. Las fotos de los niños en el bolsillo del pecho.

Cuando terminé, me volví para ver a Yuri mirándome atentamente.

―¿Listo para despertar a los niños? ―le pregunté.

―¿Cuánto tiempo tenemos? ―respondió con voz ronca.

―Un poco más de una hora ―contesté, revisando el reloj.

―¿Podemos esperar unos minutos? Estoy esperando que mi medicina para las náuseas empiece a hacer efecto.

―¿Sigues tomando eso? ―No me había dado cuenta que seguía teniendo problemas, aunque se veía bastante cansada todo el tiempo. Su embarazo era cualquier cosa menos fácil.

―Ya no es tan malo ―me informó mientras me sentaba a su lado.

Su cabello apuntaba en todas direcciones y estaba enmarañado en la parte de atrás de la noche anterior. Tenía círculos oscuros debajo de los ojos, y sus labios estaban ligeramente agrietados. Mi suéter le quedaba enorme, y la pintura de uñas de sus pies era

"No Rompas Mi Corazón" †OtaYuri†Donde viven las historias. Descúbrelo ahora