Entre las vueltas de la vida, el encuentro de un amor, el hilo rojo entrelazado entre nuestros dedos, ¿Quieres estar conmigo? Las adversidades del mundo, ¿Nos lo permitirá? Un par de corazones enamorados.. un amor único.. un par de almas sobre el hi...
Mis manos temblaban, no, decir que mis manos temblaban era poco, las personas gritaban, mientras yo a durás penas me acercaba a la banca esperando mi turno, llevaba puesto un traje color azul rey con arreglos grises, mi cabello recogido y mis patines puestos, mi vista se puso sobre Yuuri quien sonriendo bailaba you only live once. Pero los ojos de Yuuri no estaban puestos sobre nadie del público, miraba fijamente al anfitrión de nuestro evento, Viktor. Suspiré de forma pesada, hasta que sentí una presencia justo a mí lado, gire mi cabeza para verlo, era la rubia. Quién traía un traje negro con pequeños arreglos azules claros, se veía realmente bien. Tal vez no era el típico chico petado de músculos y fuerza sobrehumana, pero era algo mágico, un cuerpo esbelto y delgado, una flexibilidad envidiable y un aura suave (aunque el aura solo la tiene cuando está en la pista), no es el chico malo, que golpearía a todos por hablarte, es el chico que te celaria como un gato para que nadie se te acerque, un chico que parecía porcelana. Un completo imbécil. Gire mi mirada inmediatamente, hasta que sentí como suavemente tocaba mi brazo, llamando mi atención, de mala gana lo mire, se veía totalmente inexpresivo.
- Suerte, salvaje. - murmuró mientras se levantaba para ir a la pista.
Yo solo me quedé allí, mirándolo perpleja, sentí como mis mejillas ardían y a dirás penas murmuré un "igualmente".
Yuri había pasado varias noches fuera del hotel, venía a practicar en las noches, hasta la madrugada, como si nadie se diera cuenta de que no se estaba cuidando como debería.
Se posicionó en la pista y su vista al suelo hasta cuándo se empezó a oír la canción. Por sus ropas pensé que sería algo suave, pero no. Bailaba Roundtable Rival. una canción que con su solo ritmo te hace pensar en el lejano oeste, una combinación perfecta entre la guitarra y el violín. Con un ritmo contemporáneo que hacía inevitable al público seguirle con las palmas, una elección increíble de canción.
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Y sin hablar de sus pasos de baile. Bailaba con fuerza, pasos marcados, pero parecía una pluma en la gran pista bailando de un lado a otro. Las personas quedaban en silencio cuando el daba un salto y caía en perfectas condiciones, sin parecer esforzarse si quiera un poco. Sus ojos parecían dos gemas, brillando entre tanta oscuridad, una presentación que sin duda te deja con la boca abierta.
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