15. Mad eye Moody

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OJOLOCO MOODY

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—¿Dónde está el nuevo profesor de Defensa Contra las Artes Oscuras? —preguntó Hermione. Annie miró a la mesa de los profesores. Efectivamente, no había ningún profesor nuevo.

—¡A lo mejor no han podido encontrar a nadie! —dijo Hermione, preocupada.

—¡Que se den prisa! —gimió Ron, al lado de Harry—. Podría comerme un hipogrifo

No había acabado de pronunciar aquellas palabras cuando se abrieron las puertas del Gran Comedor y se hizo el silencio. La profesora McGonagall marchaba a la cabeza de una larga fila de alumnos de primero, a los que condujo hasta la parte superior del Gran Comedor, donde se encontraba la mesa de los profesores.

Annie ya no se quejaba de estar empapada. Esos pobres niños estaban más que remojados y temblaban. Annie divisó a Annissa, estaba más que empapada pero no quitaba su mirada del techo.

El único que no temblaba era el más pequeño de todos, un muchacho con pelo castaño des-
vaído que iba envuelto en lo que Annie reconoció como el abrigo de piel de topo de Hagrid. El abrigo le venía tan grande que parecía que estuviera envuelto en un toldo de piel negra. Su carita salía del cuello del abrigo con aspecto de estar al borde de la conmoción. Cuando se puso en fila con sus aterrorizados compañeros, vio a Colin Creevey, levantó dos veces el pulgar para darle a entender que todo iba bien y dijo sin hablar, moviendo sólo los labios: «¡Me he caído en el lago!» Parecía completamente encantado por el accidente. 

Entonces la profesora McGonagall colocó un taburete de cuatro patas en el suelo ante los alumnos de primero y, encima de él, un sombrero extremadamente viejo, sucio y remendado

El sombrero cantó una canción distinta al año anterior, felicitado por aplausos de los presentes.

—No es la misma canción de cuando nos seleccionó a nosotros —comentó Harry, aplaudiendo con los demás.  

—Canta una canción diferente cada año —dijo Ron—. Tiene que ser bastante aburrido ser un sombrero, ¿verdad? Supongo que se pasa el año preparando la próxima canción.

La profesora McGonagall desplegaba en aquel momento un rollo grande de pergamino. 

—Cuando pronuncie su nombre, se pondrán el sombrero y se sentarán en el taburete —dijo dirigiéndose a los de primero—. Cuando el sombrero anuncie la casa a la que pertenecen, irán a sentarse en la mesa correspondiente. ¡Ackerley, Stewart!

Un chico se adelantó, temblando claramente de la cabeza a los pies, tomó el Sombrero Seleccionador, se lo puso y se sentó en el taburete.

—¡Ravenclaw! —gritó el sombrero.

Annie miraba a los pequeños avanzar nerviosos hasta el taburete y recordó hace tres años cuando la seleccionaron.

—¡Carter, Annissa!

Issa suspiró y caminó hasta el taburete.

—¡HUFFLEPUFF! —gritó el sombrero después de unos segundos. Annie aplaudió y levantó ambos pulgares en su dirección mientras la niña se dirigía a la mesa de los tejones.

—¡Creevey, Dennis!

El pequeño Dennis Creevey avanzó tambaleándose y se tropezó en el abrigo de piel de topo de Hagrid al mismo tiempo que éste entraba furtivamente en el Gran Comedor a través de una puerta situada detrás de la mesa de los profesores. Unas dos veces más alto que un hombre normal y al menos tres veces más ancho, Hagrid, con su pelo y barba largos, enmarañados y renegridos, daba un poco de miedo.

Annie y el Cáliz de FuegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora