36. Hate mail

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CORREO DE ODIO

Al día siguiente, para el desayuno, se había disipado el mal humor de sus amigos. Cuando llegaron las lechuzas, Hermione las miró con impaciencia; parecía que esperaba algo.

—Percy no habrá tenido tiempo de responder —dijo Ron—. Enviamos a Hedwig ayer.

—No, no es eso —repuso Hermione—. Me he suscrito a El Profeta: ya estoy harta de enterarme de las cosas por los de Slytherin.

—¡Bien pensado! —aprobó Harry— Annie, parece que hay algo para ti.

La castaña, confundida, levantó la vista para observar a una lechuza gris que se posó delante de ella.

—Que extraño —murmuró. Seguido, unas cuatro lechuzas más llegaron.

—¿Pero qué..?

Tomo una carta al azar y la abrió.

—¿Qué mierda..? —resopló al leer el contenido.

—¿Qué pasa? —preguntaron Hermione y Harry.

Les pasó la carta que al parecer tenía recortes de letras.

eRes una ChicA malVAdA. HaRRy PottEr se merEce alGo MejoR quE tú. vUelve a tU sitIO, mUggle.

—Todas son iguales... —musitó frunciendo el ceño y abriéndolas.— «Harry Potter puede llegar mucho más lejos que la gente como tú...» «Te mereces que te escalden en aceite hirviendo... » ¡Ay!

Annie al abrir el último sobre un líquido verde amarillento con un olor a gasolina muy fuerte se le derramó en las manos, que empezaron a llenarse de granos amarillos.

—¡Pus de Bubotubérculo! —exclamó Hermione.

Annie se mordió el labio intentando aguantar las lágrimas. Harry se alarmó.

—Vayamos a la enfermería —dijo apresuradamente.

—Iré yo, ustedes vayan con Hagrid —sonrió un poco entre lágrimas mientras se levantaba.

—¡Annie! —exclamó una voz. Era Issa que venía corriendo—. ¿Qué te pasó? Ven, te acompaño a la enfermería.

Harry observó como Issa y Annie salían del gran comedor, sintiéndose horrible.

—Estará bien —lo consoló Ron dándole una palmada en el hombro— vamos, vayamos con Hagrid.

(...)

—Muchas gracias, Madame Pomfrey —dijo Annie levantándose de la camilla. Le había untado una crema y vendado ambas manos, el efecto tardaría un poco.

—No hay problema. Ten este justificante para tus clases, no creo que puedas escribir por unos días —le tendió el papel a Issa y ambas salieron de la enfermería.

—Son horribles algunas personas. El odio y envidia actúan y no comprenden las consecuencias —dijo la Hufflepuff frunciendo el ceño.

—¿Me acompañas con los chicos?

—Claro. No tengo nada que hacer —se encogió de hombros. Salieron a los terrenos y Annie observó que aún estaban en clase.

Bajó por las colinas en compañía de Issa.

Harry la observó y su pecho se comprimió. Tenía las manos vendadas y rastros de lágrimas cubrían sus mejillas.

—Hola —saludó al llegar con una sonrisa triste.

En esos momentos sonó la campana del colegio anunciando la comida. Todos regresaron al castillo salvo Harry, Ron, Annie, Issa y Hermione, que se quedaron ayudando a Hagrid a guardar los escarbatos en las cajas, menos Annie.

Annie y el Cáliz de FuegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora