1. Funny Vacations

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VACACIONES DIVERTIDAS  
  

 
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Cuando la familia llegó a su hogar, su padre le explicó acerca de los recuerdos que llegaron de repente. Le hicieron saber que, sin importar qué decidiera la castaña, su casa estaría abierta para ella siempre que quisiera, pues para ellos era como una hija. Alan había hablado con Lupin y acordaron que ese verano la pasaría con ellos, pues Remus y Sirius debían arreglar muchas cosas antes de poder vivir juntos y que Annie estuviese con ellos.

Reflexionaba bastante acerca de ello, cuando una voz infantil la sacó de sus pensamientos.

—Annie —se escuchó detrás de la puerta de su habitación. La castaña se puso de pie y la abrió.

—Hola enano —saludó a su hermano menor o primo, (aún no tenía claro eso) tomándolo en brazos.— Oye, estás pesadito —se quejó. Alex rió.

La verdad es que su hermano había crecido bastante. Hablaba frases completas y entendía todo lo que Annie decía, aunque de vez en cuando, obviamente, no entendía algunas cosas.

—¿Tienes hambre? —preguntó. Alex asintió bostezando y tallando sus ojos. Acababa de levantarse, y era algo temprano, sus padres aún dormían.— Vayamos a la cocina entonces.

Annie bajó al piso inferior con su hermano en brazos. Al llegar a la cocina lo dejó en su sillita especial y abrió el refrigerador, en busca de algo para comer.

—Veamos.. —murmuró. Había lo típico. Leche, huevos, jamón, jugo y otras cosas más.

Annie tomó dos huevos, jamón y jugo y los dejó en la encimera. Alex no le quitaba la vista.

Comenzó con su tarea de preparar el desayuno mientras Alex jugaba con uno de sus juguetes que estaba en la mesa.

Cuando estuvo listo colocó el plato frente a su hermano, además de un poco de jugo en su vasito especial.

Los dos comenzaron a desayunar viendo la televisión que Annie había encendido en el canal de caricaturas.

Al terminar Annie lavó sus platos y llevó a su hermano a la sala de estar donde estaban todos sus juguetes.

La castaña rápidamente corrió a su cuarto y tomó sus cosas de dibujo, para después volver a bajar y quedarse con su hermano para vigilarlo.

Ya más avanzada la mañana sus padres despertaron. En ese momento se encontraban todos en la sala de estar. Alex jugando en el piso, sus padres mirando televisión y Annie realizaba unos de sus tantos dibujos.

Sonó el timbre.

—Yo voy —anunció Annie levantándose y caminando a la puerta principal. La abrió y su boca se abrió en asombro.

—¿Tía Loren? —exclamó emocionada.

—¿Acaso tengo una gemela o porqué la pregunta? —bromeó.— Dame un abrazo.

La castaña se fundió en un abrazo de su tía favorita. Hace muchos años que no la veía. Su tía parecía más su prima que otra cosa, con 25 años de vida y su carácter alegre, era divertido pasar los días con ella.

—Vamos adentro, me cocinaré aquí afuera —Annie la ayudó con sus maletas y cerró la puerta principal.

—Mis padres están en la sala de estar —dijo caminando para que su tía la siguiera.

Annie y el Cáliz de FuegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora