16. Burned by a sneaky

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QUEMADA POR UN ESCREGUTO

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Annie admiraba el cielo a través del techo del gran comedor. Unas nubes grises se hacían presentes sobre ellos.

—Hoy no está mal: fuera toda la mañana —dijo Ron pasando el dedo por la columna del lunes de su horario—. Herbología con los de Hufflepuff y Cuidado de Criaturas Mágicas... ¡Maldita sea!, seguimos teniéndola con los de Slytherin... 

—Y esta tarde dos horas de Adivinación —gruñó Harry, observando el horario.

Annie gimió. Adivinación le parecía interesante pero no cuando ella tenía que descifrar cosas.

—Tendrían que haber abandonado esa asignatura como hice yo —dijo Hermione con énfasis, untando mantequilla en la tostada—. De esa manera estudiarían algo sensato como Aritmancia.  

—Estás volviendo a comer, según veo —dijo Ron, mirando a Hermione.

—He llegado a la conclusión de que hay mejores medios de hacer campaña por los derechos de los elfos —repuso Hermione con altivez.  

—Sí... y además tenías hambre —comentó Ron, sonriendo. De repente oyeron sobre ellos un batir de alas, y un centenar de lechuzas entró volando a través de los ventanales abiertos. Llevaban el correo matutino.

Se encaminaron a Herbología para entrar en el Invernadero 3. Ese día había plantas un tanto raras.

Gruesas y negras babosas gigantes que salieran verticalmente de la tierra. Todas estaban algo retorcidas, y tenían una serie de bultos grandes y brillantes que parecían llenos de líquido. 

—Son bubotubérculos —les dijo con énfasis la profesora Sprout—. Hay que exprimirlas, para recoger el pus... 

—¿El qué? —preguntó Seamus Finnigan, con asco. 

—El pus, Finnigan, el pus —dijo la profesora Sprout—. Es extremadamente útil, así que espero que no se pierda nada. Como decía, recogerán el pus en estas botellas. Tienen que ponerse los guantes de piel de dragón, porque el pus de un bubotubérculo puede tener efectos bastante molestos en la piel cuando no está diluido. 

Exprimir los bubotubérculos resultaba desagradable, pero curiosamente satisfactorio. Cada vez que se reventaba uno de los bultos, salía de golpe un líquido espeso de color amarillo verdoso que olía intensamente a petróleo. Lo fueron introduciendo en las botellas, tal como les había indicado la profesora Sprout, y al final de la clase habían recogido varios litros. 

—La señora Pomfrey se pondrá muy contenta —comentó la profesora Sprout, tapando con un corcho la última botella—. El pus de bubotubérculo es un remedio excelente para las formas más persistentes de acné. Les evitaría a los estudiantes tener que recurrir a ciertas medidas desesperadas para librarse de los granos. 

—Como la pobre Eloise Migden —dijo Hannah Abbott, alumna de Hufflepuff, en voz muy baja—. Intentó quitárselos mediante una maldición. 

—Una chica bastante tonta —afirmó la profesora Sprout, moviendo la cabeza—. Pero al final la señora Pomfrey consiguió ponerle la nariz donde la tenía.

Al sonar la campana, los alumnos salieron de los Invernaderos. Los Hufflepuff camino al aula de transformaciones mientras los Gryffindor bajaban a la explanada en camino a clase de Hagrid.

Hagrid los estaba esperando de pie, fuera de la cabaña, con una mano puesta en el collar de Fang, su enorme perro jabalinero de color negro. En el suelo, a sus pies, había varias cajas de madera abiertas, y Fang gimoteaba y tiraba del collar, ansioso por investigar el contenido. Al acercarse, un traqueteo llegó a sus oídos, acompañado de lo que parecían pequeños estallidos.

Annie y el Cáliz de FuegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora