Asentí y lo seguí hasta la entrada del estacionamiento, sintiendo repentinamente como mi pulso se aceleraba y me sentía algo pequeña. “¿Aún eres claustrofóbica?” pregunto viéndome con preocupación mientras metía una de sus manos a la bolsa de su pantalón de vestir.
“A veces” dije sencillamente, sintiéndome asfixiada. Pero más que nada incapaz de hacer nada por mí. ¿Esta noche tenía que hacerlo todo él por mí acaso?
“Espérame aquí en la entrada mejor, voy rápido por el carro” no pude decir nada más porque Mario corrió rápidamente hasta un mercedez platinado, le quito la alarma y subió ágilmente. Lo encendió enseguida hasta llegar a mi lado. Estaba a punto de acercarme al carro pero se me adelanto saliendo del asiento de copiloto hasta estar a mi lado y abrirme la puerta. “Gracias” dije con una sonrisa y entre. Aún conservaba su lado caballeroso.
“Parece que toda la noche no has dicho nada más que gracias” dijo bromeando una vez que ya habíamos salido del estacionamiento y le había dicho por que calles irse. Reí levemente mientras asentí “Lo sé, parece ridículo lo mucho que has hecho esta noche por mí” conteste viéndolo; tenía su mano en la palanca de cambios y otra en el volante, jamás perdiendo de vista los carros frente a él.
Negó con la cabeza “No hay nada que agradecer, te lo eh dicho. Lo haría más veces si fuese posible” dijo deteniendo el carro frente a un alto y volteando a verme serio. Trague saliva viendo su rostro serio, y sabía que lo decía en verdad. De repente me sorprendió cuando hablo de nuevo “Lo haría si siguiésemos viéndonos, o por lo menos si siguiéramos viviendo en la misma ciudad o país.”
Sentí mi corazón achicarse ante aquello pero mantuve mi postura y después de unos segundos de silencio, conteste; “No se puede todo en la vida, ¿no es así?” le pregunte seria antes de que la luz cambiara a verde y avanzáramos. El sonrió ligeramente regresando la vista a las calles “No” dijo.
“Tú lo has dicho. Hemos cambiado Mario, maduramos. Ya no somos esos adolescentes ingenuos y enamorados que esperaban comerse el mundo en un abrir y cerrar de ojos.” Dije viendo a Brasil desde la ventana. Muchas personas seguían afuera incluso aunque fuesen pasadas la media noche.
“Lo sé” dijo con un tono de decepción. “Pero…” estaba haciendo elección de sus palabras. “Fue algo drástico como te fuiste de Alemania” concluyo, no atreviéndose a verme.
Solté un “ha” casi por inercia, ¿enserio había tenido las agallas para decir aquello?
“Creo que fue una decisión cuerda, después de haber terminado y me corrieras” dije casi enseguida y sintiendo como el rencor volvía a mí.
“Nunca dije que te fueras” dijo elevando un poco la voz.
“¿Seguro?” pregunte. “Has memoria. Dijiste textualmente “estoy harto de esto, quiero que te vayas” y lo hice. Sabes que me había ido a Alemania solo por ti, así que me fui a Paris al día siguiente ya que ahí estaba Rosalie y su familia, junto con unas cuantas amigas” dije refiriéndome a mi hermana mayor por 6 años y su hermosa familia.
“Yo…no sabía lo que hacía…era realmente estúpido y lo siento Charli” dijo divagando de nuevo. “Jamás dejare de recordarme lo estúpido que fui y ciego al haberte dejado ir de esa forma. Ni si quiera mis compañeros del equipo dejan de hacerlo…” suspiro. “No solo hiciste un impacto en mí, sino también en todo mi entorno” dijo refiriéndose a sus amigos y compañeros.
Sentí nuevamente una pulsación en mis entrañas. Esto me estaba matando lentamente. Me voltee enseguida intentando contener todas aquellas lágrimas que querían escapar de mis ojos rápidamente. No dejaría que me viese llorar. Sus palabras me habían conmovido profundamente, y más el tono de arrepentimiento sincero que hubo.
Y sin que me diera cuenta; ya estábamos estacionados fuera de mi hotel. Sentí su mirada en mí una vez que apago el auto. “Bueno, las cosas pasan por algo, tal vez era necesario” dije fingiendo felicidad y una sonrisa “Necesario que nos dejáramos el uno al otro para que creciéramos profesionalmente” Mario intento sonreír también, aunque sabía que no era algo que lo hiciera sentir feliz genuinamente.
“Tal vez” contesto en un susurro casi audible.
“Necesito irme” dije intentando matar la tensión del ambiente. “Gracias de nuevo por todo lo que hiciste hoy” desabroche mi cinturón y antes de que abriese mi puerta Mario hablo.
“No. Yo lo hago” dijo, voltee los ojos sonriendo ante sus insistencias de ser tan caballeroso. Corrió a mi lado y abrió la puerta para mí.“Gracias” le dije sonriendo mientras ajustaba mi bolsa en mi antebrazo.
“Ya te eh dicho que no me agradezcas tanto, Charli.” Rio haciéndome sonreír ampliamente. Era tan hermoso sonriendo genuinamente.
“Lo quiero hacer” conteste tímida. Nuestras miradas se conectaron de nuevo y nos quedamos en silencio por unos largos segundos. Me sonreía con esa mirada tan característica de él, y yo solo intentaba no sonrojarme.
“Eres adorable cuando te sonrojas” dijo y enseguida sentí como rozaba con sus dedos mi mejilla mandando electricidad a todo mi cuerpo haciéndome saltar. “Lo…lo siento, no sé qué pensaba” se disculpó quitando sus dedos de mí y retrocediendo un paso avergonzado.
“No, no pasa nada. Me diste toques” dije intentado que no se avergonzara. “En fin, ahora si me voy. Fue un gusto encontrarnos después de este largo año y medio, espero que les vaya muy bien en el partido Mario. Suerte” dije sonriéndole, aunque sentía algo de nostalgia recorrer mi corazón ya que estaba segura que sería la última vez que lo vería. No me quedaban más que 4 días más en Brasil para cubrir unas notas sobre el Mundial y regresaba a Paris. ¿Qué posibilidad había de que nos volviésemos a encontrar antes de que partiera?
“Gracias, espero que nos apoyes y veas el partido.” Asentí ante aquello asegurándole que lo haría. “Espero vernos pronto en un futuro…yo…te eh extrañado como loco, Charli“ dijo viéndome de nuevo a los ojos con sinceridad. “Quisiera que…demonios, desearía que todo fuese como antes…” nos quedamos callados unos segundos, ya que no sabía que decir ante su ataque de sinceridad. Sentía mis manos sudar de los nervios. “Pero, también ha sido bueno encontrarte hoy y estar escuchando muchas veces tus agradecimientos” dijo haciéndonos soltar unas risas y relajando el ambiente de nuevo.
“Buenas noches, Mario” le dije con una sonrisa sincera intentado guardar cada una de sus facciones y expresiones en mi memoria antes de entrar al lujoso y enorme hotel.
“Buenas noches” contesto sonriendo. Ninguno de los dos se movió por unos segundos al no saber qué hacer. ¿Un apretón de manos, un abrazo…? ¿Qué se supone que haces cuando te reencuentras con tu ex y al parecer los sentimientos siguen ahí?
Y sin previo aviso Mario me tomo de la mejilla acercándome para plantarme un delicado beso en la frente. Cerré fuertemente los ojos dejándome llevar por su fragancia. Puse mi mano sobre su antebrazo. Y me sentí realmente emotiva. Solía besar mi frente cada que tenía miedo o estaba triste. Trate de contener las lágrimas pero una se escapó furtivamente.
Nos separamos y solo milésimas de segundos después lo abrace con todas mis fuerzas. Si era la última vez que nos veíamos, quería hacer algo al respecto. Sentí como se sorprendió en el momento que puse mis brazos alrededor de su cuello pero al instante me envolvía en sus brazos también y enterraba su rostro en mi cabello. Yo deje el mío en su cuello tratando de no llorar ni una lágrima más. Y lográndolo.
“Ten una buena vida” dije de todo corazón tratando de sepárame de nuestro abrazo íntimo.
Nos separamos lentamente y pude ver la tristeza apoderarse de su rostro. Sus ojos brillando, cristalinos.
Acerco su dedo pulgar a mi rostro quitando la única lágrima que se había escapado, quedando plasmada en mi mejilla. Sonrió débilmente “Igualmente Charli”.
Le sonreí de igual forma y me gire. Me aleje intentando verme fuerte y segura de mis pasos, pero voltee una última vez y ahí estaba; recargado ligeramente en su carro con las manos en los bolsillos sonriéndome. Que buena última imagen de él se quedaría conmigo.
Sentí mi estómago revolcarse por milésima vez en esta noche y me adentre en el hotel para dirigirme a mi cuarto.
Sabría que aquella noche no dormiría ni un poco.