Cuando salieron finalmente el nuevo día recién comenzaba y su frescura les levantó el ánimo, de por sí entusiasta.
—¿Tanto tiempo estuvimos adentro? —preguntó el muchacho, sorprendido.
—Acá todo se mueve de formas extrañas. No te sorprendas tanto, uno llega a acostumbrarse a estas cosas. ¿Tienes hambre? Porque yo me comería un búfalo. Y de hecho tengo algo especial para el desayuno. Ven acá a la orilla. Ayúdame a buscar algunas piedras para hacer la fogata —le indicó Uther.
El joven, aplicado, recolectó algunos cantos rodados y los dejó apilados en círculo para proteger la fogata.
De repente Uther pensó ensimismado «¿Piedras?», miró al muchacho, las piedras y su cristal que llevaba en la mano. Ambos se rieron fuertemente.
Se tomaron alrededor de una hora en preparar todo. El gigante sacó una pequeña tetera en la que puso algunas hojas de té y agua recién hervida. En un sartén picó algunos champiñones y con aderezos varios los salteó al fuego. Todo acompañado de pan integral casero y miel fresca.
—Están sabrosos estos champiñones. No los conozco. —celebró André.
—Son Shitake. Muy parecidos a la carne, y si sabes adobarlos quedan magníficos. Incluso solo con sal son muy aceptables. Toma, bebe un poco de té. Hace frío, y algo caliente siempre reconforta.
Y así estuvieron largo rato, conversando de trivialidades, bebiendo algo de té y dando cuenta de los Shitake. Ya era media mañana y limpiaron los utensilios, apagaron el fuego y dejaron el lugar lo más natural posible.
»Siempre que visites la naturaleza deja el lugar mejor de lo que encontraste. Así demuestras tu respeto y agradecimiento. —dijo el gigante.
Al emprender el camino de vuelta hacia la laguna, André no pudo evitar pensar en Aluen.
«¿Qué estará haciendo?, ¿habrá vivido algo singular?, ¿pensará en mí? ¿Y por qué pienso en ella?», esto último lo sorprendió pero lo dejó pasar. No quería abrir puertas que aún dolían.
Cuando ya habían pasado las dos horas esperadas del camino de regreso y al ver a lo lejos el destino, Uther se detuvo.
—¡Espera, muchacho, creo que no es momento de ir!
—¿Por qué? ¿Qué te asusta? —preguntó el joven, intrigado.
—No es temor. Es que está comenzando la Ceremonia del Agua. Y no me parece correcto el interrumpir.
—¿Qué es la Ceremonia del Agua? —inquirió André, intrigado.
El gigante se puso frente al muchacho y dijo.
—André, tú viniste a sanar de tu dolor pero en la caverna, además, superaste tu principal miedo, ¿correcto?
—Sí, así como lo describes es correcto.
—Bueno, Aluen está rota por dentro. Su dolor es tan fuerte y profundo que antes de venir a este lugar se trató de suicidar dos veces. La segunda por poco lo logra. De hecho, el chamán la salvó y la trajo consigo. Tu dolor es grande, mi amigo. El de ella es imposible de sobrellevar. Se cubre de una armadura de aspereza y pesadez. Pero solo se protege de seguir sufriendo. En estos casos, y si a pesar de toda la ayuda que da este lugar no puedes superarlo, solo la Ceremonia del Agua lo hará. Pero es muy fuerte e intensa. Por eso se ha hecho muy pocas veces, como ahora.
»Debemos estar alejados, muchacho. No debemos interrumpirla.
Ambos emprendieron la vuelta por el camino, pero apenas lo hicieron se encontraron a boca de jarro con Geute, quien los miraba sonriendo.
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Estación Kooch
EspiritualUn joven enamorado, la muerte y su implacable misión, el dolor que desgarra las entrañas y el viaje para encontrar alguna redención. El dolor y la desesperación pueden ser detonantes de vivencias que cambian tu vida para siempre. ? Sientes que tu v...