The end.

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Las embestidas eran erráticas, el olor a sexo y sudor albergaba toda la habitación del hotel.

Mientras que el de cabellos claros embestía con ferocidad, al moreno no le quedaba más que hacerse el sumiso y permitir que aquel trozo de carne recorriera sus entrañas como quisiera. Claro que lo disfrutaba, Akira era, entre muchos, su cliente favorito con el que disfrutaba el hacer su trabajo.

Mantenía sus manos sujetas a los lados de la cama mientras emitía sonoros gemidos, varias penetraciones más fueron suficientes para que él dominante se viniera en el condón que tenía puesto, segundos después lo hizo el mayor entre ambos abdómenes.

Salió rápidamente de él y comenzó a buscar su ropa que debía estar tirada por todo el suelo de la habitación mientras que el otro se acomodaba entre las sabanas recuperándose del orgasmo y girándose a un costado.

— ¿Te vas ya? —cuestionó mientras se reincorporaba en la cama y le miraba mientras terminaba de abrocharse los botones de su camisa.

—Debo llegar antes que mi esposa. —dijo con una sonrisa mientras buscaba ahora sus zapatos.

— ¿Mi dinero? —al decir aquello el rubio buscó entre sus bolsillos del pantalón y le entregó varios billetes—. Ya puedes irte. —se tiró nuevamente a la cama cubriéndose de nuevo.

Akira se le acercó mientras recorría con sus manos su cabeza y luego su espalda, de inmediato dio un respingo y le gruño.

— ¡Déjame dormir un rato! —el rubio rió divertido ante su reacción.

—Nos vemos la próxima semana, como siempre. —terminó de vestirse y abrió la puerta de la habitación para atravesarla.

—Te esperaré con las piernas abiertas, Akira. —gritó y de respuesta vino otra risa más estruendosa. Sólo le quedó hacerse bolita en la cama mientras recuperaba sus energías.

***

Después de visualizar al moreno sentado enfrente de la barra se sentó a su lado mientras le cedía una sonrisa la  cual le fue regresada por el anterior mencionado, acompañada por una copa que le extendió y la cual no dudó en llevarse a la boca.

—Creí que ya no regresabas esta noche. —le dijo el de cabellos rubios y castaños a lo cual el mayor colocó su mano en su oreja en señal de que no escuchaba. La música en el bar era un gran obstáculo para quien quisiera comunicarse en ese lugar y tener una plática fluida— ¿Por qué estás aquí? —volvió a hablarle mientras estiraba su cabeza a su oído y hablaba en un tono más fuerte.

—Necesito dinero, ya sabes la razón del por qué estoy aquí. —se hizo el desentendido.

The end.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora