Huyendo

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* Para ti.  In Yaakumech 

Colombia 1984

El aroma a wafles inundo mis sentidos tan pronto entre en la cocina donde Rosa y una de las mucamas estaban cocinando para los huéspedes que teníamos, era una familia que venía de Perú aparentemente y buscaban un lugar alejado para pasar el fin de semana antes de ir a la ciudad para una boda o algo así.

Actualmente eran los únicos huéspedes que teníamos, aunque el lugar estaba adquiriendo cierta fama y constantemente teníamos flujo de huéspedes, parejas principalmente que venían en búsqueda de tranquilidad y un fin de semana romántico; tanto que los planes de mi padre para agregar paseos en caballos y una nueva piscina se veían más cerca de lo que esperaba.

—mañana viene Victoria —informé a las empleadas mientras me sentaba en la barra— espero que no sea problema

—¿necesitaras algo especial para comer? —preguntó Rosa atareada con los wafles

—no, creo que solo estaremos con la vecina —dije emocionada de que Victoria y la vecina cuyo nombre aun no conozco se encuentren.

—¿la hermana del joven Santiago? —preguntó la mucama interesada

—sí, la misma ¿la conoces? —

—no en realidad, ¿Santiago vendrá con ustedes? —preguntó interesada

—tengo una cita con el hasta mañana por mañana—dije con una sonrisa —¿te gusta Santiago?

—¿que? No —dijo la chica completamente roja

—¡te gusta! —dije emocionada— Carla porque no me lo habías dicho

En los últimos días había entablado cierta amistad con Carla, aunque no éramos precisamente unidas, ella es algo más grande que yo y simplemente teníamos una buena relación

—tengo que subir a ordenar los cuartos de los huéspedes —se disculpó y salió de la cocina.

Rosa y yo nos quedamos desayunando un rato hablando sobre mi abuela, desafortunadamente una noche antes papá había tenido que llevarla al hospital por algún problema respiratorio o algo así y según la cocinera era probable que la dieran de alta el día de hoy así que era un buen día; unos minutos después Carla regresó con el correo usualmente lo recibía mi padre, pero al no estar él me lo dio a mí; la vecina me dejo de nuevo una nota como si la mujer no supiera usar el teléfono.

Ya quería verla y en esta ocasión le tenia una sorpresa; hace un par de días había acompañado a mi papá a la ciudad donde conseguí un perfecto juego de pintura y un caballete, recodaba que en alguna ocasión ella me había dicho que pintaba y que por alguna razón que aun desconozco dejo de hacerlo y me pareció un detalle lindo regalarle algo, aunque sonará a que le copié la idea a mi tatarabuela Daniela.

Tomé la nota y después de agradecer a Rosa por el desayuno subió corriendo a mi ático, hacía un par de días que no había tenido interacción con ella y aunque no lo admito abiertamente la extraño demasiado, abrí el papel en el que como siempre solo había un par de palabras en él.

"lago, en cuanto recibas esto"

La vecina

Si no la conociera esa nota me hubiese molestado, sin embargo, solo logro que una gran sonrisa apareciera en mi rostro, rápidamente busqué cambiarme de ropa y usar un poco de maquillaje; tomé el regalo que le daría, así como un radio a baterías que tenía por ahí y fui prácticamente corriendo hasta donde la vecina me esperaba en aquel lago escondido detrás de su casa.

Mil TormentasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora