Sin palabras

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Por dejar que nuestras almas se encontraran hace una vida, coincidieran en esta y por que sé que se buscarán en la siguiente.

Colombia 1984

Dos semanas ya, dos semanas y ella no aparecía. He intentado traer el tema a la conversación con Santiago, pero el sigue renuente a halarme acerca de su hermana, estaba volviéndome loca de no saber donde se encontraba mi misteriosa vecina.

Era una mañana medio nublada y mi mente viajaba a cualquier parte pensando donde se encontraría la chica que no podía sacar de mi mente mientras esperaba a que papá bajara y pudiéremos desayunar juntos.

Cuando el finalmente apareció en la terraza del que ahora era un pequeño restaurante en mi propia casa lo primero que hizo fue besar mi coronilla antes de sentarse en la mesa frente a mí.

—buenos días cariño —saludó mi padre

—buenos días pa —sonreí

—anoche llegaste algo tarde —comenzó mientras se servia un poco de jugo de la jarra que había en el centro de la mesa.

—en realidad llegué temprano, solo que estábamos en el jardín platicando y se me hizo tarde para entrar —me justifiqué ya que la noche anterior había tenido una de tantas citas con Santiago en las ultimas dos semanas.

—pasas mucho tiempo con ese joven —dijo mi padre dando un sorbo a su jugo.

—si, es un buen amigo —comenté sujetando mi taza de café, en ese mismo momento Carla apareció para servir nuestro desayuno, ella dejo de hablarme cuando se enteró de mi "relación" con Santiago.

—Santiago es un gran muchacho, deberías invitarlo a cenar alguna vez, ya que al parecer están saliendo me gustaría conocerlo mejor —habló mi padre desdoblando el periódico entre sus manos.

La mirada que me tiro Carla en ese momento me hubiera matado de ser pistolas, mirada que no dejo de ser venenosa aun cuando servia mi plato de desayuno.

—muchas gracias Carla —le dijo mi padre a la chica —por cierto, la pareja de la habitación 6 necesita sabanas nuevas para cuando regresen de su caminata.

La chica solo asistió dejando sobre la mesa el desayuno y el correo como siempre. Papá estaba entretenido leyendo las noticias que por lo que yo había escuchado el país estaba metido en una ola de violencia a causa del narcotráfico; en el poco tiempo que tengo viviendo en Colombia he aprendido que hay dos clases de personas los que consideran a Pablo Escobar un héroe y los que lo consideran un criminal. En mi opinión y la de mi padre cualquier persona que vendrá droga, asesiné y rompa la ley es un criminal así que tanto gobierno como narco están del lado de los criminales.

Tomé el correo solo para hacer algo, un par de facturas, pedidos, felicitaciones y hasta el final me encontré con un pequeño sobre color amarillo en él no ponía remitente; al abrirlo comprobé lo que sospechaba, mi corazón se acelero y dio como ocho volteretas de felicidad al leer lo que había dentro.

"Lago, antes de la puesta de sol" – Tu vecina

Una sonrisa automáticamente se dibujó en mi rostro al leer esa nota, no sabia a que hora era el atardecer, pero eso no importaba la vería, después de todos estos días por fin volvería a verla y mi corazón no podía estar mas feliz de con eso, ni siquiera se porque estoy tan feliz, pero así era y la sonrisa en mi rostro lo avalaba.

—¿ese chico...Santiago no sabe que existen algo que se llama teléfono? —pregunto mi padre con una sonrisa burlona en su rostro.

—él está... hecho a la antigua —dije encogiéndome de hombros, la realidad es que en ocasiones mi vecina si te estaba hecha a la antigua definitivamente no era nada como su hermano.

Mil TormentasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora