Abuela

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Colombia 1984


Esa misma noche cuando mi padre se llevó a mi abuela de emergencia no logré dormir absolutamente nada, entre leer sobre la María José de hace cincuenta años y las cartas de mi abuela mi cabeza estaba cada vez más confundida; realmente el choque de épocas era algo que me impactaba mucho.

Una noche donde después de estar completamente en vela y haber leído unos cuantos fragmentos de los diarios mi mente divago en lo que pudo haber ocurrió en esa época, ¿Qué fue de María José? ¿Cómo murió a los 17 años? ¿Qué fue de Daniela? ¿El sargento? Me parecía algo muy loco saber que todo eso pasó justo en la que hoy considero mi casa.

A la mañana siguiente mi padre llamó a la recepción y me pidió ir a verlo al Hospital con mi abuela, esperaba que las noticias no fueran tan graves como parecían. Mi abuela era es probablemente la persona más importante en mi vida y no imaginó como sería perderla. Así que justo después del desayuno uno de los chicos me llevó hasta el hospital donde mi papá me esperaba.

Recorrer ese pasillo blanco y solitario de ese hospital fue por mucho una de las experiencias más extrañas de mi vida, quería llegar rápido y abrazar a mi abuela, pero a la vez quería no llegar nunca por miedo de lo que me podría encontrar, parecía que las enfermeras y los doctores conocían bien esa sensación en las personas, pues cada persona con la que me topaba me regalaba una sonrisa condescendiente o al menos esa era mi imaginación.

Lo primero que vi al llegar a la habitación que me indicaron fue a mi padre sentado en una banca fuera del cuarto con sus brazos sobre las rodillas y su cabeza entre sus manos, estaba cansado.

—pa, ¿Qué pasó? —pregunté justo al llegar.

—Dani —dijo mi papá con voz cansina levantando la mirada— que bueno que llegaste, tu abuela quiere verte.

—¿esta despierta? —pregunté

—no, está descansando ahora y dudo que este lucida cuando despierte —dijo mi padre poniéndose de pie para poder abrazarme fuertemente. Sabía que él era un hombre fuerte y verlo a punto de quebrarse me desestabilizaba por completo, la última vez que lo vi así fue cuando yo era una niña y no entendía como es que las personas como mamá van al cielo.

—¿estás bien pa? —pregunte en ese abrazo.

—sí, Dani solo estoy cansado... tu abuela, su enfermedad... —

—¿Qué tiene la abuela? —me ganó la curiosidad— sé que no es solo su Alzheimer.

—no, no es solo eso —dijo separándose de mí y sentándose nuevamente en esa baca invitándome a sentarme a su lado— hace tiempo antes de mudarnos acá tu abuela comenzó a tener problemas, una deficiencia cardiaca y no quiso intentar una vida de tratamientos en Los Ángeles solo pidió vivir sus últimos meses o años si tenía suerte en su primera casa.

< corazón, eso debe ser algo grave> mi corazón dio un brinco, pero aun así intenté seguir escuchando a mi padre.

—la última vez que estuvo hospitalizada nos dijeron que su corazón no resistiría mucho pues su Alzheimer solo empeora las cosas...—

—tranquilo pa, no necesito saberlo —comenté recargando mi cabeza en su hombro. Después de un par de minutos me pidió si podía quedarme en lo que él se encargaba de un par de cosas, desde luego acepté y solo entre a la habitación.

Vi a mi abuela dormida en esa dura y fría habitación de hospital, cubierta apenas con una sábana y conectada a una maquinita que hacia ese clásico sonido de hospital. Me acerqué y besé su frente antes de sentarme en el sofá a su lado.

Mil TormentasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora