Piedra y mármol

15.6K 1.2K 1.4K
                                    



Colombia 1984


La tarde estaba soleada, pero no calurosa era un fresco día que en comparación para como comenzó mi día con esa visita al cementerio estar esperando mi almuerzo leyendo el diario de María José resulto un poco aburrido.

La vecina se había ido, con la excusa de que algo tenia pendiente con sus padres, la odié en ese momento por dejarme completamente fría luego de lo que ocurrió.

De un momento a otro mi mente viajo hasta unas horas antes en aquel cementerio frente a la tumba de mi tatarabuela.

—las personas que aman con el alma esperarían la eternidad si fuese necesario, navegarían los mares conocidos, cabalgarían todos los caminos y andarían por cada vereda para responder el llamado del corazón —dijo sin despegar los ojos de mi

—tu...—fui interrumpida. Antes de poder terminar de hablar sus labios estaban sobre los míos.

Sus manos en mis mejillas y una extraña sensación de frío y calor recorría mi cuerpo. Sin embargo, lo que mi corazón sintió no fui capaz de entenderlo. Fue como la sensación de abrazar a alguien que no ves hace muchos años, fue como sentir que aquello que siempre supe que faltaba ahora ya estaba ahí, dejé de pensar.

No fue un beso normal de eso estoy segura, no fue un tipo de beso que yo hubiera dado antes pues los besos normales no te quitan el alma de esa manera, su tacto a pesar de tener las manos frías se sentía cálido, sus labios se movían como si conocieran ese ritmo y al separarse un poco de mi pude por fin abrir los ojos y encontrarme unos color verde brillante justo frente a mi y la mas hermosa de las sonrisas dándome la bienvenida de nuevo al mundo.

—me tengo que ir —susurró sujetando mi barbilla.

—¿volverás? —pregunté aun confundida

—siempre —respondió sonriendo para después alejarse sin decir una palabra más.

Permanecí unos segundos observando cómo se perdía entre los arboles hasta que regresé a la realidad y recordé que estaba en un cementerio.


Una sonrisa de pinto en mi rostro y automáticamente toqué mis labios recordando lo que sentí al besarla.

Fue Carla quien me saco de mi fantasía al llegar y colocar estrepitosamente una charola con mi almuerzo sobre la mesa, solo dije gracias sin recibir una respuesta de parte de la chica. Tenía entre mis manos uno de los diarios de María José y aproveché para leer un poco mientras comía.


Colombia 1825


Mi alma ya no me pertenece, mi cuerpo ya no me pertenece, mi corazón ya no me pertenece. Pues todo lo que soy y lo que tengo es suyo. Reniego y renuncio a vivir atada y ser algo que no soy, puedo ser su secreto siempre y cuando ella sea el mío.


Hoy rompí lazos con el Sargento Rodríguez, él y mi padre llegaron aparentemente con excelentes noticias. Mi padre decidió celebrar su regresó con una velada en nuestra casa, otra mas de muchas veladas donde el motivo no era celebrar si no alardear.

Mil TormentasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora