Las copas de los árboles que rodeaban el parque donde ambos muchachos disfrutaban un helado postre crujían debido a la ventisca.
Jimin había reído ante la declaración de Jungkook, sonrojado no pudo hacer más que apenarse y cubrir la cara con ambas manos, avergonzado por el trato cariñoso del menor. Porque le parecía muy tierno pero a la vez envolvente.
Lo estaba llevando a la red como viuda negra. ¿Y si le arrancaba la cabeza?
Soltó una risita por sus comentarios, y al final se atrevió a compartir una historia con él.
—Hace un año iba caminando por las calles del centro, cuando escuché a un chico hablando sólo, y yo le dije... le dije—soltó una carcajada estruendosa, seguida de una segunda y tercera auspiciada por el orgullo que su travesura le provocaba—, le dije— pasaron algunos segundos más hasta que se pudo controlar—. Le dije que estaba pendejo, pero el chico no estaba hablando sólo sino que tenía una cosita en la oreja que se conectaba a su celular. Me persiguió por varias calles con intensión de golpearme pero fui más rápido.
Sonrió victorioso y anchó más sus perlas cuando miró los ojos del contrario cerrarse en una risa divertida.
—¿En serio?— preguntó sobando su abdomen asombrado por la maldad del contrario.
Jimin asintió y recibió un mensaje al celular, mismo que Jungkook ánimo a revisar con un gesto de ambas manos. Después de disculparse, desbloqueó el teléfono y leyó la nota que Hoseok había enviado.
«Prueba ya el producto para ver su calidad», rodó los ojos molesto con él, no lo dejaba estar en paz. Entonces y sólo entonces se dió cuenta, Jung estaba escondido tras el follaje de algunos arbustos.
—Hijo de toda tu pu...
Susurró y se calló de golpe al mirar la cara curiosa del contrario.
—Oops digo, niño de porra, je je.
Se rascó la nuca intentando verse lindo y no como un niñato sin valores. Jungkook rió encantado con su actitud y sacó su propio celular.
—Jimin, ¿me puedo tomar una foto contigo? Para el recuerdo— estaba muy nervioso al pedirlo pero la sonrisa confiada del pequeño le animó a continuar.
Capturando en la pantalla un par de sonrisas dulces y sinceras, con un dientito apenas chuequito que terminó de flechar a Kook, nunca lo había visto. Park Jimin era mucho más hermoso de cerca. Se preguntó si era real. Con esos altos pómulos y nariz chatita, los carnosos cerezos y dulces miradas.
Park Jimin era mil veces más hermoso que cualquiera.
Existía una química palpable entre ambos, estaban cómodos con la presencia contraria, aunque la sensación de nerviosismo seguía ahí, igual de intensa para ambos.
Jungkook por estar junto al algodonsito de azúcar. Jimin por saber si es que podía ayudar al menor. Era un muchacho tan majo que no lo quería ver morir.
—Ven aquí— ordenó el mayor, sentándose en posición de indio en una banca de madera y palmeando sus piernas—. Pon tu cabeza, voy a hacerte algo que a mi me relaja muchísimo—prometió y una vez Jungkook obedeció, hundió los cortos y delicados dígitos en su cabello.
Haciendo un masaje vio al contrario retozar de gusto, suavizar sus músculos y dejarse llevar en una sonrisa suave. Jungkook estaba a gusto, estaba quietito y calmo, sintiendo sus párpados pesar. Unió pestañas con pestañas por unos cinco segundos, y después abrió los ojos.
Jimin ya había logrado algo... o eso parecía.
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—Maldito enano— susurró el delgado cabeza de hongo detrás de los arbustos, molesto porque Jimin estaba ignorando su esfuerzo y disfrutando de una cita al estilo Hollywood—, una que está al pie del cañón ayudando y le rechazan su esfuerzo... aunque pobre, seguro también quiere llevar una vida real. Pero si no resulta lo voy a tener mil veces peor.
Ya podía imaginar al menor yendo a casa con sus mantitas a pedirle dormir ahí, aunque no dormiría sino que lo utilizaría de paño de lágrimas. Y él mismo sentiría tanto dolor que le prometería buscar otra salida. Aunque ya no sabía si había otra. No tenía más gente que presentarle.
Hoseok veía a Jimin como a un hermano menor, alguien a quien debía proteger con la vida entera, un chiquillo dulce y cariñoso que cuidaba demasiado su corazón porque era frágil como un cristal, puro y transparente pero vulnerable de extremo a extremo. Y soportar que alguien le lastimara era impensable, primero tendría que pisar su cadáver.
Por eso tenía tanto miedo al ver la escena donde Min hacia cariños al recién conocido, como si le conociera de toda la vida, como si fueran pareja.
Y cuál sería su sorpresa al enterarse a la noche que, después de ir a dejar al nalgonsito a casa le pidió una segunda salida, cómo se acrecentaría cuando Jimin le confesara que le aceptó una segunda cita.
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Somnífero»»Kookmin
ФанфикPark Jimin cree estar bajo influjo de una extraña maldición.Eso o todos sus amantes tienen una especie de narcolepsia. ¡Y es que no importa cuánto se esfuerce en encenderlos! ¡Siempre se quedan dormidos mientras intentan fundir sus cuerpos! Un milag...