Somnífero»»Kookmin

Sombra

Al día siguiente, el mayor se mantenía sobre sus rodillas implorando perdón de Dios y de Jimin.

El último estaba ruborizado debido a la situación en la que se encontraba. Ya le había dicho que no existía ningún problema y que era mejor así porque no se imaginaba gimiendo su nombre.

Pero Jung no parecía querer entender, y eso estaba carcomiendo sus nervios.

-¡Ya basta!- exigió el muchacho del metro setenta y tres- Me da vergüenza que hagas esto cuando tanta gente nos está mirando...

Al final, Hoseok pareció comprender su punto y se levantó sólo para estar junto a él. Sin embargo, muchas dudas y pocas respuestas orbitaban como satélites en su mente.

«¿Y si mis días de gloria terminaron?» pensaba el pelinegro mientras mordía su labio. Se sentía culpable por no haber cumplido su palabra y sobre todo, y por más estúpido que suene, sentía haber perdido su hombría.

-Jiminnie- murmuró haciendo un puchero-, ¿crees que ahora ya no serviré para el futuro?

El nombrado rodó los ojos y negó.

-No Hoseok, es algo mío, soy yo el inútil para eso... Tú estás perfectamente bien, y uhm- se detuvo un momento a pensar-, no creo que tenga nada que ver contigo.

Ambos chicos cerraron sus casilleros para dirigirse a clases .

❤💖👏

Desde aquella esquina, podía admirar en totalidad al pequeño rubio, sin temor a ser sorprendido. Se preguntaba por qué razón el otro se encontraba de rodillas como pidiendo perdón. Eran tan graciosos.

Le gustaría acercarse, y si no era mucho aquel atrevimiento quizás hablarle, preguntarle por él clima o si quería un cigarro... Alguna de esas frases para comenzar una conversación; creía estar preparado luego de tantos artículos de wikihow leídos.

Nadie sabía de su fascinación por el chico de piernas torneadas y trasero redondito, firme y suave como un carnoso melocotón. Y para nada era un chico tímido o apagado, sólo sucedida lo que tan común es.

Jungkook, el muchacho que observaba desde las sombras, era capaz de hablar y bromear con absolutamente cualquier persona en el mundo, pero cuando del tierno niño somnífero se trataba, los nervios se apoderaban de su vida y le aflojaban los músculos hasta no poder moverse.

Entre las sombras estaba bien. Se decía para conmiserarse de su timidez selectiva.