Capítulo 12

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—Entonces, ¿alguna vez me vas a decir lo que pasó? —preguntó Lizzie empujando el tambaleante carrito del supermercado hasta el pasillo de las mercancías enlatadas.

Virginia abrió la marcha seleccionando las sopas del estante, tirándolas en el carro.

—No es nada. Olvídalo.

—Obviamente, es más que nada. ¿Qué tal si empiezas con eso de por qué de repente tenemos caca de cachorro por todas partes?

—Cooper no hizo caca por todas partes.

—Oh sí, Cooper lo hace. Me paré en una pila de eso esta mañana.

Virginia rió por primera vez en días.

—¿De dónde sacamos a Cooper? —preguntó Lizzie.

—Realmente no quiero hablar de ello.

El carro se detuvo repentinamente; una caja de Fruit Loops se cayó de la canasta, haciendo ruido en el piso de vinilo. Lizzie miró a Virginia.

—En serio, no vas a contarme. ¿No soy yo tu mejor amiga?

—El chico en la foto... —comenzó Virginia.

—¿Quieres decir el Sr. Sexy?

—Sí. —Virginia se sentía mal del estómago. Apenas había comido algo desde que había regresado. Echaba de menos a Chase. Echaba de menos su intensidad. Echaba de menos la forma en que la miraba como si fuera la única chica en el mundo. Chase podría ser obsesivo y loco, pero Virginia todavía lo amaba locamente. Ir a casa y verlo sólo había profundizado esos sentimientos. A veces, en realidad trataba de convencerse a sí misma de que podía cambiarlo. Moldearlo en alguien con el que pudiera tener una relación normal—. De algún modo tuvimos algo cuando era más joven y él estaba allí cuando fui a casa. Fin de la historia.

—Espera. ¿Algo? ¿Es que estás en camino de decirme que tuviste sexo con él? —chilló Lizzie. Su rostro se iluminó con una gran sonrisa—. Estás ruborizada. Lo hiciste, ¡tú desagradable sinvergüenza! Tuviste sexo con el señor Sexy. ESTOY impresionada.

Las personas estaban mirando. Virginia bajó la voz.

—Estás perdiendo el punto.

—No, no lo estoy. Tuviste sexo con él. Te gustó. Mucho. Y ahora la parte retentiva anual de ti que se siente culpable por comportarse como nosotras sinvergüenza piensa que el sexo es jodidamente increíble. No parezcas tan miserable. Por fin has demostrado que eres en realidad normal. Estaba empezando a preocuparme.

—Él está loco, Lizzie.

—La locura puede ser caliente.

—No su clase de locura.

Está bien. Eso fue una mentira.

Virginia le dijo a Lizzie acerca de la botella de prescripción que había encontrado, de las palabras pintadas en su pared y de las cosas que su hermano le dijo. Habían llegado a la sección de refrigerados y Virginia estaba harta de hablar de ello. Hablar no podría arreglar nada. No había una solución fácil. Se acercaron a la caja y se pusieron en la fila.

—Oye, te conozco —dijo la chica señalándolas mientras comenzaban a añadir alimentos a la banda transportadora. La chica estaba cerca de la edad de Virginia. Su cabello rubio estaba tejido en una trenza, envuelta sobre un hombro y sus ojos eran de un azul vibrante. Virginia se preguntó si eran de contacto. Nadie tenía ojos así de azules. Una palabra describía a la muchacha, linda. Y Virginia no tenía idea de quién era ella.

—Chase Davenport —dijo simplemente la chica con una sonrisa, como si el nombre debiera aclarar cualquier confusión. Siguió sacando comestibles, su mirada nunca dejando a Virginia—. Tuve una clase con Chase antes de que comenzara a hacer la cosa en línea. Él vive contigo, ¿verdad? Tú eres Virginia. Él me mostró una foto.

Chasing Memories- Adriana LawDonde viven las historias. Descúbrelo ahora