Tercera Sesión Parte 1

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Mialee terminó su meditación al amanecer. Recogió las sábanas que había tomado de la cama y bajó hasta la taberna, donde la tiefling roja descansaba en una mesa. Intentando no hacer ruido, se sentó en una silla a esperar a los demás.
Pocas horas después, una mujer voluptuosa vestida de manera elegante entró al local despertando a la tiefling. Procuró calmarla y se sentó en la barra. Mialee fue a su lado y comenzaron a charlar sobre lo sucedido anoche.

Torbreck fue el siguiente en comenzar el día. Su noche había pasado de forma peculiar. Movió la cortina como de costumbre para ver el clima.
-La estrella está incandescente - pensó.
Después volvió a la cama y comenzó sus rezos.

Krusk despertó sobre las ocho de la mañana. De un salto salió de la cama y preparó otro bocadillo con la comida que le quedaba mientras bajaba a la taberna. Al levantar la vista hacia la barra, descubrió a la mujer con la que había hablado la noche anterior. Se sentó a su lado y pidió un café.
-Gracias por todo lo de anoche - le dijo.
- No es nada... Tampoco podíamos hacer menos.

Mientras charlaban, Vlad despertó. Aún un poco mareado, decidió darse un baño y terminar las frutas que le ofrecieron con la habitación. Después bajó como de costumbre.
-Buenos días, Krusk - dijo
-Buenos días.
Se sentó a su lado tranquilamente.
-¿Sabes qué pasó ayer? Sólo recuerdo que me dormí y cuando desperté estaba solo en un sitio oscuro...
Krusk acarició su frente con pesar.
-Claro... Te hipnotizaron... Básicamente peleamos contra unos seres de sombra que desaparecían en cuanto morían. Parecían bastante fuertes...
-Eso me recuerda a justo todo lo contrario.
-¿De qué hablas?
-Antes de venir aquí estuve viviendo en un sitio llamado Sorcaia y allí había unas luces que podían incluso matarte con sólo un toque. - Krusk abrió los ojos sorprendido y dio un sorbo a su bebida- Sin embargo eran muy frágiles. Con sólo el soplo del viento se desvanecían.

Tras esas palabras, los ruidosos pasos de Torbreck se escucharon por las escaleras.
-Buenos días - dijo al llegar abajo.
-¿Tienes que dormir? - preguntó Krusk alzando las cejas.
Tras un breve silencio, al fin el autómata respondió dudoso:
-Dejémoslo en que descanso.
-Es igual... ¿Has visto a Arroyo?
-Ciertamente no.
-Ve a despertarle... No estaría bien hacer esperar a la gente.

Obediente, Torbreck volvió a subir las escaleras mientras Krusk y Vlad siguieron hablando de las pesadiklas. Al llegar al pasillo, cayó en la cuenta de que no tenía ni idea de dónde durmió el genasi y volvió a bajar.
-¿Sabes dónde se hospeda Arroyo? - preguntó a la tiefling roja.
-¿Arroyo?
-El genasi de agua...
-Ah claro, el del charco. - Sacó todas las llaves de sus cuernos y observó los números. Después volvió a colocarlas- Seguramente esté en la 123.
-Gracias
Con su andar pesado llegó a la puerta correspondiente y picó.

Arroyo, acostumbrado a dormir diez horas, se retorció un poco en la bañera ante el ruido.
El autómata volvió a picar tras unos segundos.
-¿Quién es? - preguntó con voz apagada.
-Torbreck.
Dicho esto, se fue. El mensaje quedó claro.
Arroyo se incorporó en la bañera medio llena y escurrió su pelo. Después se vistió, cogió la almohada mojada y la colgó por la ventana. Recogió todas sus cosas y bajó.
Dando un par de toques a la barra, advirtió a la camarera de cómo dejó la habitación y le pidió un café que tomó en una mesa un poco lejana. Mialee fue con él.
-Eh, ¿estás mejor? - esta asintió.- ¿Qué era eso de ayer?
-Pesadiklas.
-¿Y de dónde salen?
-Bueno... Se dice que hace unos milenios un rey hizo un pacto con el diablo y ofreció a cambio a varios habitantes. Está claro que acabaron siendo esclavizados y ahora vagan por ahí...
-Entonces la gente debería tomar precauciones.
-El caso es que no salen de día ni suelen acercarse a los pueblos. Viven cazando por las praderas. A veces las madres los usan en cuentos de miedo para que sus niños no salgan fuera.
-Pero ayer estaban aquí.
-Sí, no sé por qué... La luz les molesta. Tal vez había demasiadas casas apagadas...

Interrumpiendo la conversación, la alcaldesa alzó la voz.
-Entonces sois vosotros quienes acabásteis con las pesadiklas. Todo el pueblo está en deuda. ¿Sabéis acaso a qué os enfrentásteis?
Arroyo asintió. Los demás simplemente hicieron una pequeña mueca.
-Bueno- siguió - detrás de ellos debe haber una leyenda muy antigua, pero todo lo que sabemos es que no se han acercado hasta los poblados en décadas. No les gusta la luz. Es incomprensible... - Hubo en pequeño silencio. - ¿De dónde sois?
Tras un breve repaso de sus historias, concluyeron en que todos excepto Mialee eran extranjeros.
-Yo soy Rosa, por cierto. Os invito a desayunar y si queréis, luego podéis intentar ganar el Rodeo. Para vosotros será gratis.
Seguidamente, hizo una seña a la tiefling y le susurró unas cuantas palabras. La muchacha corrió tras una puerta detrás de la barra y unos minutos después salió con cinco platos con huevos, beicon y ensalada.

Krusk comió una pequeña parte de su plato y llamó la atención de Arroyo.
-¿Te apetece más?
-Nunca se le dice que no a la comida - dijo, cogiendo el plato del semiorco.
Torbreck analizó una tira de beicon.
-90% cerdo, 10% aceite, 5% grasa... Me he pasado de 100...-susurró.
Seguidamente, sin pensarlo dos veces, agarró el plato y lo tragó, literalmente.
Mialee fue corriendo hacia él.
-¿Qué haces? ¡El plato no se come!
-¿Eh?
-Es... Pero... La cerámica... - musitó viendo que ya era demasiado tarde.
Aprovechó que estaba cerca de Vlad para mirar su plato curiosamente lleno. El semielfo únicamente comió la ensalada.
-¿No... vas a comer más? - preguntó.
-No... ¿Lo quieres?
Sin palabras, la niña cogió la comida y volvió a una mesa alejada.

Cuando todos quedaron llenos, Rosa comenzó a explicarles en qué consistía el Rodeo por si alguno se animaba a participar.
-Son tres pequeñas pruebas, bastante parecidas. Básicamente es agarrar al toro, esquivar al toro y aguantar en el toro. Ya sabéis. Pero es necesario que llevéis caballo. Aquí no tenemos para prestar - el grupo se miró - Bueno, debería irme. La alcaldesa debe estar presentable para algo así.
-Usted siempre está presentable - dijo Vlad.
Con un suave gesto, se despidió y marchó.
-¿Vais a participar? - preguntó Krusk mientras se dirigía a la salida en busca de su caballo. Torbreck, Arroyo y Vlad asintieron, pero él declaró que no le interesaba.
Mialee volvió con todos.
-Si alguien no tiene caballo... Que no dude en pedirme ayuda - susurró.
-Mialee, yo solicitar tus servicios como caballo - dijo el autómata.
Con una expresión de preocupación ante el peso que debía cargar, salió de la taberna y procuró transformarse en el caballo más grande que pudiera.

Arroyo y Krusk fueron directos a por sus caballos mientras Torbreck y Vlad siguieron a Mialee hasta el recinto donde se iba a llevar a cabo el Rodeo.

Almas perdidas (actual campaña de d&d) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora