Quinta Sesión Parte 3

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Kriv, atento, se apartó del camino del oso haciendo que avanzase unos pies por delante de él. Instintivamente intentó golpearle con el hacha, pero Arkos de agachó evitándolo.
-¡No pegues Arkos! - gritó Arroyo mientras corría hacia el hombre encapuchado y llenaba su espada de energía.

Vlad golpeó el suelo tres veces con su bastón y un área a los pies del demonio se volvió morada, absorbiendo lentamente su energía.

Mialee, aterrada, sacó su rama de olivo como pudo y creó un colchón de zarzas a los pies del enemigo. Una vez estuvieron cerca de su zapato, crecieron varios centímetros clavándose en lo más profundo de piel.

Arkos sacudió la cabeza y cerró los ojos al tiempo que recuperaba la consciencia y la corona de espinas desaparecía. Su respiración estaba agitada.

Kriv decidió correr hacia el demonio, con el hacha en alto y emitiendo un grito de guerra.

De mientras, el demonio movió las manos a su alrededor creando un escudo de hielo casi invisible y lanzó tres dardos desde su oscura túnica que impactaron en los hombros de los guerreros.

El genasi fue el primero en llegar. Intentó arremeter por el lado derecho, sin tener en cuenta la protección mágica de su oponente. Cuando el arma impactó en su escudo, dos energías se cruzaron. La energía de luz de la espada que llegó al cuerpo del demonio y la energía de frío del escudo que congeló las manos de Arroyo.

Kriv atacó por el otro lado de igual modo. Su hacha sin embargo golpeó en la espalda del hombre, haciéndole una profunda herida. El frío llegó también hasta sus manos como venganza.

Vlad buscó un hueco entre los guerreros y apuntó con el extremo de su bastón. Una bola de fuego pequeña salió disparada y colisionó contra las ropas del demonio, que comenzaron a arder.

Arkos, ya despierto, corrió con sus compañeros al frente de la batalla. Se incorporó sobre sus cuartos traseros y agarró las hachas de su cinturón. Con un fuerte golpe, el arma se clavó en el hombro del demonio y el frío llegó hasta el cuerpo del oso que instintivamente se echó hacia atrás.

Mialee corrió hacia sus compañeros heridos, con energía verde brotando de sus manos.

El suelo de energía seguía consumiendo la vida del hombre, que intentó echarse hacia atrás sin precaución de los golpes de los guerreros.
Arroyo intentó golpear desde arriba, fallando contra el escudo y congelando parte de sus brazos.
Kriv siguió atacando con el hacha, sin éxito, sintiendo el frío calar en sus escamas.

El demonio decidió dar un puñetazo al genasi mientras huía. Con un golpe certero, una mano negra agarró el cuerpo de Arroyo y lo estrujó, haciendo que varias heridas se abrieran y que algunas de las del hombre encapuchado se cerraran.

Vlad se acercó un poco al combate y lanzó una onda luminosa contra el cuerpo semidestruído del demonio.

Arroyo se echó hacia atrás a la vez que Mialee llegó hasta Kriv y Arkos, curando algunas heridas que tenían y eliminando parte del frío. Después se dirigió hacia el genasi.

Arkos intentó atacar desde la distancia, precavido. Sin embargo, su hacha quedó clavada en la pared.

Con la energía que Vlad creó, las últimas fuerzas del demonio fueron claras.
-No vais a iros.. Sin morir...
Señaló a la elfa curadora y chasqueó los dedos.

Mialee estaba muy cerca de Arroyo, llena de magia curativa cuando un gran dolor recorrió su cuerpo. Cayó al suelo incosciente y sangrando. Su piel lentamente fue consumiéndose, así como la del demonio finalmente muerto.

Arkos, Arroyo y Vlad corrieron al cuerpo.
-¡Mialee! - gritaron.
Kriv quedó un momento pensativo.
-¡LOS CONEJOS!
Dicho eso, fue corriendo lo más rápido que pudo a la estatua de Apolo, donde los conejos de Mialee descansaban.

Arroyo fue enfurecido hacia el cadáver en descomposición del hombre y comenzó a darle patadas y puñetazos.
-¡Hijo de puta!¡Despierta! ¡Sálvala! ¡SÁLVALA!
-Arroyo...eso ser inútil - le susurró Arkos con tono dulce. Sin embargo, la ira del genasi no cesó hasta unos minutos después.
Volvió con Mialee y comenzó a rezar a Yondalla.
Vlad abrió su libro de conjuros y sacó una pequeña daga de su bolsa. Pronunciando unas palabras élficas, cortó la palma de su mano y huntó la sangre por la piel de la elfa. Los trozos que se estaban separando volvieron a unirse lentamente.

Mientras, Kriv llegó a la sala y se dirigió a los animales.
-¡TENÉIS QUE SALVAR A MIALEE! ¡DESEO QUE MIALEE REVIVA!
Confundidos, todos los conejos comenzaron al saltar hacia el cielo dejando su estela blanca y el dracónido volvió corriendo con el grupo.

De repente, un rayo de luz iluminó la sala. Diez conejos estelares y diez mariposas radiantes bajaron y rodearon el cuerpo de la elfa. Lentamente, lo elevaron unos metros bajo la atenta mirada de los chicos y volvieron a bajarla, totalmente reconstruída.
El grupo se colocó a su alrededor.
Al cabo de unos interminables segundos, la respiración pausada de Mialee se escuchó en la habitación y abrió lentamente los ojos. Un poco confundida, se sentó y comenzó a mimar a los conejos, que se tumbaron encima de ella.

Arroyo dio las gracias a su diosa, pero un suave carraspeo hizo que volviera a la realidad.

Mialee tocó su garganta y mirando a sus amigos, dijo:
-Gracias.
Su tono de voz dejó de ser susurrante para dar paso a mucha seguridad y felicidad. Los ojos del genasi comenzaron a humedecerse.
-Esto no son lágrimas, es agua como siempre - se disculpó mientras escurría su pelo.
Arkos tranquilizó un poco más a la elfa mientras ella agarró a los conejos uno por uno y fue pidiendo deseos.
El oso se apresuró por pedir uno también. "Deseo ver a alguien más como yo".
Cuando Mialee fue a coger el último conejo, Kriv intervino.
-Yo también quiero pedir un deseo.
-¿Cuál? - volvió a susurrar.
-Una armadura de placas.
Mialee le miró con dulzura y pidió ella el deseo de su parte.

Arroyo retomó las oraciones para que sus heridas se sanaran. Al mismo tiempo, una suave luz rodeó los cuerpos de los chicos, cerrando sus heridas, arreglando la ropa, llenándolos de satisfacción, saciando su hambre y cansancio y, en definitiva, haciéndolos momentáneamente felices.
-¡Gracias Yondalla! - gritó.

Vlad fue a investigar el cadáver del demonio y encontró una llave de calavera. Probó a abrir la puerta metálica con ella y en efecto logró que se moviera con un chirrido.
Dentro de una sala más pequeña había tres cofres grandes. Vlad, Arroyo y Kriv se acercaron. El primero recibió un medallón del sol, el segundo una lira dorada y el tercero un caballo de juguete de madera.

De mientras, Mialee y Arkos se quedaron recostados. El oso se tumbó sobre ella y comenzaron a hablar.
-Cuando nosotros ir a biblioteca, ¿tú poder buscar la gran guerra?
-Claro que sí.
La druida comenzó a rascar cerca de la mandíbula del oso, haciendo que una sensación de bienestar se apoderase de él y se dejara mimar.

Almas perdidas (actual campaña de d&d) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora