Cuarta Sesión Parte 3

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Los chicos intercambiaron unas miradas.
Arroyo miró a su alrededor y al sur divisó el mar. Montó en su caballo y avisó a los demás de su ida mientras se dirigía hacia allí.
Torbreck decidió inspeccionar el terreno para la prueba del día siguiente y, sin mediar palabra, comenzó a andar.
Krusk quitó los aparejos de su caballo y sacó una tienda de campaña de su mochila que comenzó a montar. Después preparó una fogata.
Vlad se quitó su capa y la miró pensando en cómo arreglarla.

Un rato después, Mialee llegó cargada de papeles.
-Hola... Están repartiendo mapas y pensé en traeros uno...
-Gracias - le respondieron.
-¿De verdad vas a dormir afuera? - preguntó a Krusk- Pueden venir pesadiklas.
-No pasa nada, tengo la fogata.
-Bueno, por si acaso toma - dijo mientras le tendía un frasco con una mariposa radiante blanca. La luz a su alrededor era notablemente mayor. - Puedes quedártela si quieres. Sólo dale una flor cada dos días o así.
Vlad se acercó curioso y preguntó cómo la había conseguido.
-Si tienes buena mano se meten ellas solas en los tarros... Puedo ayudarte a cazar alguna.
Sin pensarlo dos veces, fueron a las praderas. Mialee sacó otro frasco para el semielfo quien, con un poco de ayuda, tomó otra mariposa blanca.
Un poco después, Vlad se sintió intrigado por el rastro que dejaban los conejos estelares. Mialee le mostró cómo cazar uno y aprovechó para pedir un deseo.
Siguiendo su ejemplo, el mago se inclinó hacia una de esas criaturas y extendió la mano haciendo suaves chasquidos con su lengua. El conejo, con curiosidad, se le acercó y se frotó contra su piel. Su pelaje era suave. Vlad juntó las manos como había hecho la druida y el animal se subió sobre ellas. Lo acercó a su boca y susurró: deseo poder construir mi casa de manera más barata. El conejo agitó un poco las orejas y después fue saltando hacia el cielo, dejando una estela blanca y perdiéndose en las nubes del atardecer.
Mialee se convirtió en águila, agarró los mapas y lo dejó solo viendo que ya podía arreglárselas.
Vlad pidió dos deseos más: conseguir un aprendiz para enorgullecer a su ciudad y encontrar algún objeto mágico. Mientras veía cómo el último conejo subía al cielo, ya nocturno, una hoja pasó volando delante de él. Extendiendo el brazo, ordenó a una mano mágica agarrarlo y traérselo. Comenzó a leer.

Carpinteros Steve.
Construimos cualquier cosa.
Rebajas por las bodas de los reyes.
Islas Ainat.

Arroyo, tras media hora de camino pasando por campos de labranza, llegó a un pueblo pesquero donde la gente movía grandes atunes haciendo una cadena. Bajó de su caballo y se acercó a uno de los hombres que estaban trabajando más cerca de la playa.
-Eh, hola.
-Hola joven. ¿Qué te trae por aquí?
-Veo que andáis bastante ocupados. Estuve trabajando en un barco algunos años y actualmente vivo en Gernalle pescando.
-Ya veo, al norte de El Paso. ¿Quieres ayudarnos?
-¡Por supuesto!
-Pues pilla un sitio en la cola.
Sonriente, el genasi se metió entre una mujer bastante fuerte y un señor un tanto mayor. Había perdido la costumbre de llevar pescado y le resultaba un tanto cansado.
De vez en cuando, alguien comenzaba a animar a los demás avisando de que pronto caería la noche y podrían descansar. Arroyo, con los brazos molidos, por extrañas circunstancias comenzó a sentirse con más fuerza e igualmente animó a los pueblerinos.

Cuando el sol cayó, unas personas comenzaron a hacer una pequeña fogata en el centro del pueblo y colocaron una gran olla con agua encima. Después, varias mujeres de avanzada edad cortaron trozos sobrantes de pescado y prepararon una sopa.
Arroyo observó el paisaje hasta que un ruido de águila llamó su atención. Mialee bajó a su encuentro y volvió a su forma normal, con los mapas en los brazos.
-Eh, Mialee, ¿cómo tú por aquí?
-Estaban repartiendo mapas... - respondió mientras le entregaba uno.
-No tenías por qué venir hasta aquí para esto, mujer.
-No importa... ¿Has visto a Torbreck? No lo veo por ningún lado...
-Me pareció verle ir hacia las montañas.
La elfa no pudo evitar mostrar una expresión de "Dios mío, por qué" mientras agradecía al genasi y volvía a transformarse. Con un chillido, marchó volando en busca del autómata.

Un tiempo después, Arroyo se sentó junto a los demás alrededor del fuego a cenar la sopa. El hombre de antes fue a hablar con él. Charlaron un tiempo y le ofreció dormir en su casa. El genasi aceptó y se dirigieron allí.
Era una casa bastante grande, con dos plantas, hecha de madera y piedras. En la cocina, una mujer preparaba un café. Arroyo subió a la habitación que le habían mostrado. Era bastante pequeña y tenía varios dibujos colgados de las paredes. Sin embargo, cuando escuchó que la pareja fue a dormir, se tumbó en la bañera como tenía por costumbre.

Vlad volvió donde Krusk y preparó otra tienda al lado de la suya. El semiorco ya estaba tumbado y casi dormido. Cuando el mago dejó sus cosas preparadas, arrastró el bastón alrededor de ellos, haciendo un círculo que al cabo de unos segundos creó una cúpula blanquecina.
Sin intercambiar muchas palabras, todos durmieron.

A la mañana siguiente, Krusk fue el primero en despertar. Aún de madrugada, atravesó la cúpula de Vlad y tomó a su caballo mientras desayunaba. No tenía claro cuál era su propósito y quería llegar lo antes posible al pueblo de Wennana, así que pensó en adelantarse.

Un poco después, Mialee salió de una casa cuyos dueños la habían acogido con amabilidad y se dirigió al río norte. Una vez allí, decidió convertirse en oso e intentar pescar.
Casualmente, otro oso se acercó llamado por la curiosidad. Hacía tiempo que no veía a alguien de los suyos. Aceleró el ritmo hasta alcanzarla.
-A tú no se te dar bien, ¿verdad? - le dijo.
Mialee se asustó. Balbuceó cosas sin sentido mientras giraba sobre ella misma y le presentó su imagen real de elfa.
-Ah, tú ser humana.
-Sí... Algo así. Me llamo Mialee.
-Yo ser Arkos.

Almas perdidas (actual campaña de d&d) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora