Tercera Sesión Parte 3

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Torbreck salió desanimado del círculo y se sentó en las gradas, casualmente al lado de Mialee que todavía intentaba recuperar el aliento.

Los únicos que lograron superar la prueba con el mejor tiempo fueron Vlad y Arroyo, a quienes llamaron de nuevo para darles la recompensa y explicaron la siguiente misión, "Aguanta". Sin importar cómo, debían permanecer todo el tiempo posible sobre el animal.

Les dejaron elegir quien iba primero y Arroyo se ofreció voluntario.

El toro le estaba esperando, amarrado con varias cuerdas. De manera improvisada también hicieron un agarre entre los cuernos del animal.
Cuando lo dejaron libre, el toro comenzó a moverse y saltar, intentando dar cornadas al hombre que tenía encima.
Arroyo, agarrado con fuerza, soportó los bruscos movimientos hasta que se le ocurrió una idea. Sacó cuerda de su mochila y comenzó a atarse al cuerpo del animal todo lo fuerte que podía.
Con más seguridad, soportar las idas y venidas y los saltos del toro se hacía más fácil. Sin embargo este apretó el ritmo y de una brusca vuelta, las cuerdas se soltaron y Arroyo cayó. Antes de que pudiera recibir ninguna cornada, los mozos tiraron cuerdas para estabilizar al toro y devolverlo al granero.
El tiempo que se mantuvo encima fueron 18 segundos.

Vlad bajó confiado, sin soltar su querido bastón. Su buey estaba igualmente atado. Cuando le avisaron de que la prueba iba a comenzar, el mago dibujó un patrón en el aire que, a ojos del animal, estaba lleno de luces parpadeantes y confusas.
Después de dar unos pequeños pasos, el buey se quedó totalmente quieto intentando asimilar todo lo que veía. Las luces y los colores le mareaban y finalmente se tumbó.
El tiempo que se mantuvo encima fue un minuto, el máximo permitido.
La gente comenzó a vitorearle con un poco de confusión. Todo lo que hizo fue muy rápido y eficaz.

El tiefling volvió al círculo y agarró la mano de Vlad, que levantó todo lo que pudo haciéndole vencedor. Arroyo también bajó y la gente comenzó a amontonarse alrededor de ellos, proponiendo celebrarlo. El genasi los dirigió hasta la taberna, donde la tiefling descansaba. Dando un portazo y haciendo que pegue un brinco del susto, las bebidas comenzaron a servirse y la multitud charló entre risas. Uno de los enanos se subió a una mesa con un violín y comenzó a tocar. En respuesta, algunas parejas bailaron cerca de él.

Torbreck entró difícilmente al local y observó todo desde una esquina mientras lo analizaba.
Krusk y Mialee se acercaron como pudieron a Arroyo y a Vlad y les felicitaron. Después, Krusk se apartó un poco de la gente para tomar su cerveza con tranquilidad. Mialee, casi engullida entre tantas personas, se convirtió en un loro y fue volando hasta la cabeza del semiorco.
-Debías haber participado - dijo, soltando chirridos.
-Tal vez hubiera estado bien pero no me llama mucho la atención. Recuerda lo que pasó con los caballos... Además, tú eres buena con los animales. También podías haberlo intentado.
-Es diferente tratar con caballos que tratar de mantenerte sobre un toro - comentó picoteando sus plumas.

Tras un rato, la puerta volvió a abrirse de un portazo. La figura intimidante del embajador creó el silencio de la sala.
-No hay nada que celebrar. Todos fuera.
Manteniendo la calma, la sala se vació en orden.
Torbreck intentó seguir disimulando ser parte del decorado, pero algunos empujones le desestabilizaron obligándole a moverse.
El gran tiefling rojo sangre se movió hacia él y golpeó con los dedos su hombro.
-Fuera.

Lo único que se vió antes de cerrar la puerta fue a la atareada tiefling recogiendo todos los vasos y cristales rotos.

Se oían murmullos
-¿Qué ocurre? - preguntó Arroyo.
-Es el embajador... Desde que Benaer está en el trono todo se ha vuelto una dictadura... Por suerte tiene que controlar toda la región de Gelni y es difícil que esté en el pueblo dos días seguidos.
Con mirada pensativa, llamó la atención del enano que antes tocaba y le pidió volver a empezar. El ambiente comenzó a cargarse de fiesta otra vez. Un grupo de jóvenes sugirieron mover la fiesta a otro lado y Arroyo preguntó si era posible coger barriles de cerveza.
Sin más dilación, tres muchachos entraron a la taberna y salieron cargados con los barriles que había dicho.
Todos siguieron al genasi hasta el recinto donde celebraron el Rodeo.

Vlad, poco entusiasmado por la fiesta, decidió retirarse detrás del granero y comenzó a leer un viejo libro que siempre llevaba consigo.
Krusk le siguió hasta el lugar donde pacía su caballo. Le colocó la silla y comenzó a dar vueltas por los alrededores.
Torbreck decidió que lo mejor era seguir divirtiéndose.
Mialee tiró de la ropa de Arroyo.
-Creo que me voy al campo a ver si consigo algún conejo...
-Está bien, disfruta.
Seguidame, se transformó en un águila y salió volando hacia las praderas apolíceas.

El tiempo pasó, cada uno con sus tareas. En un momento dado, Mialee fue a la taberna a por frascos y volvió al campo. Krusk también se encontró con Vlad y ante la incipiente llegada del anochecer le propuso acercarle a la taberna en su caballo. Este aceptó y recorrieron un pequeño camino hasta las vallas, donde ató a Aeles.
A lo lejos, Vlad vió una sombra flotando tras un conejo estelar. Dio un suave golpe en el brazo de Krusk y le señaló el lugar.
-¿Crees que deberíamos hacer algo?
-Dijeron que no se acercaban al pueblo... Parece no haberse dado cuenta de que estamos aquí. Será mejor que nos vayamos.
-Tienes razón... ¿Cuándo se supone que vamos  a continuar el viaje?
-Tenía pensado hacerlo hoy pero... Tal vez mañana a primera hora sea lo mejor.

Arroyo, Torbreck y compañía decidieron volver a mover la fiesta a la taberna ante la llegada de la noche. Con el permiso un poco forzado de la tiefling roja, la gente fue entrando y cogiendo bebidas de la barra.
Krusk y Vlad se encontraron con el genasi, que planeaba entrar el último.
-Veo que no tenéis parada... - comentó el semiorco.
-Hay que mantener viva la alegría.
Mialee salió como pudo de la taberna, cargada de frascos con mariposas radiantes blancas.
-Tenemos pensado partir mañana nada más despertar - continuó.
-Ah... ¿A qué hora es eso?
-Bueno, los humanos y los semiorcos solemos dormir ocho horas. En cuanto se cumplan, desayunamos y nos vamos - la cara de Arroyo era todo un poema. Dirigiéndose a Mialee, siguió - Los elfos dormís menos, ¿cierto?
-Bueno... No dormimos... Meditamos cuatro horas... - explicó mientras intentaba sujetar todas las botellas.
Con un suspiro y una sonrisa, el semiorco y el semielfo subieron a sus habitaciones a descansar.
-¿Qué llevas ahí? - preguntó Arroyo.
-Mariposas radiantes.
-¿Necesitas ayuda?
Mirando momentáneamente el brillo de las mariposas, que a ratos era más intenso, respondió.
-Claro.
Caminó unos metros hasta el centro del pueblo y sacó cuerda. Con un extremo ató una botella y cortó un metro de cuerda para repetir lo mismo con las demás.
-Ahora vamos a colgarlas de las casas.

Una vez acabaron, subieron a las habitaciones.

Almas perdidas (actual campaña de d&d) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora