Había olvidado ya el último día en que pudo ver el bosque, sentir la luz del sol en su rostro, recordar los rostros de sus familiares se volvía más complicado, sin embargo, seguía teniendo muy presente a Lía, quien si más no recordaba había sido la última que lo pudo ver, siendo antes de John.
De su boca ya había dejado de sangrar, sus costuras también, pero ahora estaban infectadas en una asquerosa hinchazón completamente morada y llena de pus, no era para nada lindo, era triste, le dolía, lo acababa.— Ugh, huele a muerto acá abajo. —Se quejó aquel, tapando su nariz y boca con su antebrazo. —No creo que venga alguien por ti, cometí un error en traerte acá, eran ciertos los rumores que a tu padre no le importas, ni a tus hermanos... por cierto, recientemente los he visto, viven una vida tranquila sin ti, ¿cuánto ha pasado ya?. —
Volvió a decir cínicamente, tambaleándose sobre sus pies como si de un mórbido payaso de pesadilla se tratara.
— Acepto que haz sido muy fuerte. Pocos soportarían tanto, me sorprende. —Dijo— Pero igualmente, tendré que acabar contigo.
Terminó de hablar, tomando aquella sucia venda en sus manos, estirándola y golpeando suavemente sus palmas antes de girarla alrededor de la cabeza de aquel, tapando sus ojos. Golpeó con ligereza la mejilla del chico, riendo poco después.
— Diría que lo lamento, pero, no, realmente fue bueno mientras duraste. — Dijo sin tomarle mucha importancia la situación.
Lo descolgó del barrote, sus brazos ya dislocados callaron al suelo junto a su cuerpo entero, había traído un balde lleno de agua, arrastró de las manos el agonizante cuerpo de Oliver y hundió lentamente su cabeza en el agua, viendo cómo las burbujas subían y las piernas del chico aún hacían un esfuerzo por soltarse, uno último, golpeándolo al mismo tiempo. Por otro lado, su captor apretó el agarre en su cabeza, empujando más hasta que las piernas del otro dejaron de moverse, lo había ahogado.
Cuando tiró de los cabellos castaños del chico, observó por última vez su rostro, se le había quedado una expresión bastante agónica en su rostro putrefacto y el agua se escapaba de sus labios aún teniéndolos de esa forma.— Ahora debo buscar un lugar donde dejarte. —Murmuró, agarrando de nuevo el cuerpo del difunto.
Jalaba los brazos del chico, tratando de no desistir al momento de subir las escaleras con todo y sesenta y pico kilos.
La casa en donde lo tenía estaba completamente abandonada, estaba sucia e inundada por las constantes lluvias de la localidad.
Bajó los escalones del porche con rapidez, abriendo el automóvil y poco después la cajuela, echando un par de sogas y otras herramientas que ya estaban ahí. Volvió a traer al chico, jalándolo y quejándose ante su peso al levantarlo para dejarlo dentro de la cajuela, colocó su mano sobre la cajuela, dejando salir un suspiro al ver al muchacho inerte. Sonrió y cerró con fuerza la cajuela, volviéndose a subir al auto y encendiéndolo para emprender un largo viaje al lago.Al llegar, azotó la puerta al bajarse, observando con atención el agua desde el muelle, regresándose a donde estaba el cuerpo, abriendo y comenzando a meter las extremidades del chico dentro de una gran bolsa de basura, enredándolo con varias sogas para evitar que su cuerpo se saliera. En un extremo de la cuerda enredó un block de cemento para evitar también que el cadaver flotase, una técnica sencilla que cualquiera pudo ver en una película o serie televisiva.
Se apresuró a tirar el cuerpo al agua, dejando caer poco después el block, dejando salir un par de jadeos por el esfuerzo de más. Era de madrugada, no había ningún automóvil o persona andando por ahí, más que prostitutas y hombres borrachos tirados sobre las banquetas. No le preocupaban estos últimos, pues normalmente estaban ocupados mucho en lo suyo y prestaban nula atención a lo que sucedía alrededor.— Ya está. —Dijo sin mucho, sacudiendo sus manos contra su pantalón.
Se quedó unos segundos observando fijamente el lago, poco antes de volver a el automóvil e irse directamente a su casa, a darse una ducha y dormir como si realmente no hubiera hecho nada malo.
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—Mamá. —Sollozó Lía, entrando en la habitación.
—Dime cariño. —Murmuró la antes mencionada, levantándose lo más rápido posible.
Observó los ojos llorosos de su hija, quien sostenía con mucha fuerza entre sus manos el gorro que antes Oliver llevaba.
—Vino a visitarme, él vino aquí. —Dijo entre sollozos— Me dijo que estaba bien, pero no sabía si realmente era él, estaba muy lastimado y mojado...
Terminó por decir poco antes de comenzar a llorar, subiéndose a la cama para poder hacer compañía a su madre, quien la esperaba con sus brazos abiertos, llorando silenciosamente y acariciando la cabellera de la niña.
— ¿Lo viste? — repitió cayendo en cuenta lo terrible que era aquello.
No tardó mucho en comenzar a llorar con la fuerza, tomando con fuerza y apretando su abrazo, notando también como otro de sus hijos entraba por la habitación con un evidente nudo en la garganta y los ojos llorosos.
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Oliver en su realidad pensaba que cuando el hombre lo soltó logró escaparse y ahora corría por la vereda.— ¡Lía! ¡Lía! ¡Mamá! ¡John! —Gritaba Oliver desesperado.
— Hey, hey, chico, cierra la boca, nadie te escucharía mas que yo y eres irritante.—Alguien le dijo, escuchando sus pasos detrás.
Se giró para poder verlo, era una figura mucho más alta, con traje similar al de un sastre y albino. Le dió miedo de inmediato, por lo que rápidamente comenzó a correr entre las calles para evitar fuese como fuese al desconocido. Lloraba, no podía evitarlo, sentía un escalofriante vacío dentro, como si su captor le hubiera arrancado el corazón.
— Tranquilo, tranquilo tonto, yo no te haré nada. — Le dijo aquel, alcanzándolo rápidamente.
— ¿Quién eres? ¿Qué diablos quieres? —Exclamó enseguida, quitándose el agua que le escurría por los pómulos.
— Soy... uh. Buen punto. En realidad, no soy nadie en común, pero puedes llamarme Mileto.— Le respondió sin darle importancia.
— ¿Mileto?.
— No me quejo.
Rió poco después, caminando.
— ¿Por qué no hay nadie? ¿Por qué eres solo tú? — Preguntaba Oliver de manera frenética, aún a la defensiva.
— Oh. Dime, chico, ¿cómo moriste? —
Oliver se quedó en silencio.
— ¿Estoy muerto? — Preguntó oliver mirando a su alrededor.
— Sí, temo decirte que si me estás viendo en este momento es porque haz muerto. — Respondió Mileto aún caminando despreocupado.
Oliver se quedó atónito. No entendía, según él se había escapado. Toda luz de esperanza se apagó y sintió su cuerpo pesado, se tomó la cabeza con ambas manos y se puso en cuclillas, entonces soltó un grito desgarrador. Mileto por su parte se detuvo y regresó donde estaba el chico. Lo miró por unos segundos, sabía el dolor que estaba sintiendo y lo angustiada que estaba su alma.
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Desaparecido
Paranormal◌ - Oliver Michael Bloom, hijo de Michael Bloom y Helena Miller primogénito de los tres hijos que esta antes adinerada familia había tenido, fue encontrado muerto a el 25 de Noviembre del 2017 sumergido en el lago Pike, en su pueblo natal Frelighsb...