Capítulo 9

117 80 0
                                    

  🏰🏰🏰🏰🏰Adrien🏰🏰🏰🏰🏰

Aquella chica de cabellos azabaches no tenia idea si realmente tenia la maldición de la torpeza o solo era un bicho atrapado en el cuerpo de una persona aunque en cierta forma era mas fácil tolerar las torpezas de una persona a tener que aguantar las actitudes engreídas de Chloé que suelen ser mas que pesadas aun cuando conmigo no es así pero aveces me molestaba que juzgara a todo mundo y los menos preciara así como hace con Sabrina que le estuvo suplicando que la dejara ir a ver a su padre y Chloé cedió con la condición de que limpiaría todas sus joyas y puliría todos sus zapatos que si mas no recuerdo de la ultima vez que fui a su casa Chloé tenia el cajón completo de un mueble repleto de joyas y tenia dos roperos con zapatos. Llevábamos un rato caminando por los jardines para evitar mas disputas y entrometernos en los asuntos de nuestras familias.

—Adriencito ¿Ya escuchaste lo que ocurrió en mi casa no es cierto? —Dijo la voz de Chloé con una voz chillona.

—Asalto tu casa al igual que las de muchos otros feudales. —Respondi secamente.

—Pero estamos hablando de la mía y tu sabes cuantas reliquias de valor poseemos para que sean tomadas por un ladrón cualquiera.

—No debe ser cualquiera puesto que se infiltro fácilmente en tu casa. —Dije con un tono divertido.

Ese comentario distorsionó la expresión de Chloé por completo a una mueca que solo hacia cuando no tenia ningún argumento para continuar una discusión.

—Disculpad la interrupción. —Dijo Nino llegando con nosotros. —Alteza necesitamos su ayuda con un asunto en la torre de los guardias sobre un castigo que quedo pendiente.

Entendí fácilmente a que se estaba refiriendo Nino puesto que fui yo quien le encargo que averiguara sobre quienes fueron los guardias que habían tratado de ultrajar a esa chica de los ojos zafiro.

—Volveré en un momento, no tardare demasiado. —Le dije a Chloé comenzando a caminar sin darle oportunidad de reprochar.

Nino y yo fuimos rápidamente hacia la torre principal donde se encontraban los guardias del palacio real ya que fue donde se les asigno para habitar, era la segunda vez que iba a aquel lugar, la primera vez fue porque me colé para entrar al castillo la primera vez que me volví Chat Noir y que fue cuando Nino me descubrió y desde entonces me guarda el secreto pero ahora que vuelvo a entrar parece que el lugar no cambia en nada, las paredes mugrientas y mohosas, el hedor a sudor y falta de aseo de los guardias, roedores e insectos desagradables era lo que siempre se percibía con gran facilidad en la torre de los guardias; llegamos al fondo de la torre donde ya se encontraban varios guardias rodeando a dos de sus compañeros que estaban esposados de las muñecas a unos grilletes que colgaba del techo.

—¡Alteza! —Exclamo uno de los guardias e inmediatamente todos se inclinaron haciendo una reverencia.

Camine a pasos lentos hacia los dos guardias que estaban esposados, ambos me veían con miedo y francamente eso era algo que disfrutaba de ser príncipe, podía causar ese miedo y preocupación sobre de cualquier miserable guardia porque ellos eran los únicos que si podía tratar como a la basura que eran, corruptos, sin vergüenzas y violadores, aun cuando son la guardia que me protege a mi y al castillo no dejaba de ver la vil paria que eran, apenas me pare firme delante de ambos no tuve inmutación alguna en soltarle un golpe a ambos haciendo que perdieran el aire que tenían, todos los guardias me miraron fijamente y veían a sus compañeros toser por la repentina perdida de aire.

—Quiero que a este par de escorias se les arranquen las uñas de cada mano y pie, tal vez así aprendan a no volver a intentar ultrajar a una mujer del servicio del palacio. —Ordene totalmente frío sin rastro de remordimiento.

Entre el amor y la corona. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora