Capitulo 7

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Toda la habitación se encontraba a oscuras y la única luz que había, provenía de la luna, filtrándose a duras penas por las ventanas que estaban demasiado altas como para poder alcanzarlas, el viento cantaba de manera tétrica mientras las ramas golpeaban con fuerza los cristales y dentro de la negra inmensidad Kenma trataba de encontrar una puerta sin éxito, sentía su corazón palpitar a una frecuencia abrumadora y su piel erizarse, estaba aterrado y quería irse a casa.

Desorientado como se encontraba se encogió en el suelo hasta que escuchó una voz de repente, era apenas un susurro, pero se oía tan cerca y sin embargo Kenma estaba seguro que nadie estaba con el "mátame, mátame, mátame" la voz lo repetía una y otra vez, tanto que parecía que lo quería volver loco.

Asustado, quería gritar, pero todo era inútil se encontraba petrificado deseando porque aquello acabará. Los ruidos seguían sin detenerse y esta vez comenzó a escuchar los pasos de una persona, al principio sonaba a que estaba caminando lentamente y después corriendo a su alrededor.

No tenía sentido y ni siquiera sabía que era lo que estaba haciendo ahí.

El peliteñido se llevó las manos a los oídos tratando de bloquear los sonidos,conociendo que quien fuera que estaba haciéndolo solo quería burlarse de él.

De un momento a otro todos los ruidos se detuvieron. Alzó la cabeza y observo a su alrededor en la oscuridad cuando cientos de velas comenzaban a encenderse como por arte de magia, una tras otra y de repente la habitación cambiaba para verse rodeado de lo que parecían ser decenas de tumbas, montones de tierra de los que sobresalían cruces de madera con un aspecto descuidado con rosarios descoloridos enredados en ella, figuras de ángeles y budas que estaban rotas y llenas de suciedad, dándoles un aspecto siniestro.

Miro hacia el frente y recorrió el sendero entre las hileras de tumbas, sus pies se movieron rápido y se vio corriendo entre ellas, por alguna razón sentía tanto miedo que hasta estaba deseando morir; en un mal paso tropezó con una muñeca de trapo que estaba tirada y una brisa se levantó a su alrededor parecía estar casi acariciándolo y de nuevo estaba ahí la voz "mátame, mátame, mátame" sin poder aguantar más se quedó tendido en el suelo rezando porque lo que sea que fuera todo eso, acabará, cerró los ojos y se encogió, cuando sintió un toque en su cabello con largas uñas que rasparon su cuero cabelludo; sin poder evitarlo su rostro volteo hacia atrás y fue en ese exacto momento en que despertó.

Con la cara cubierta de sudor salió rápidamente de la cama para encender las luces de su habitación y una vez que la luz del foco lo abrumó su respiración pudo normalizarse, era la tercera vez en la semana que tenía una pesadilla, sin embargo, a pesar de lo terribles que eran no quería sugestionarse, después de todo solo eran sueños.

Soltando un fuerte suspiro comenzó a quitarse su pijama y se deslizo en su uniforme deportivo. Sin ocuparse de mirarse al espejo y peinar su cabello se dirigió a su maleta que había hecho la noche anterior, para comenzar a revisar que tenía todo en orden y no se refería precisamente a la ropa sino a todos sus aparatos tecnológicos, abrió el cajón del buró de madera que estaba junto a su cama y buscó entre sus cosas los audífonos negros que Kuroo le había regalado en su cumpleaños, entonces, su mano dio con un pequeño amuleto que su abuela le había obsequiado en una de sus visitas pasadas, lo tomó y apretó fuertemente en su mano para después guardar el maneki-neko en el bolsillo de sus pantalones, tenía un mal presentimiento desde hace unos días y con las pesadillas acechándolo solo empeoraba la situación.

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Mientras tanto Kuroo esperaba recargado en la cerca blanca, jugando con el balón de vóley entre sus manos, primero lanzándolo hacia arriba y después atrapándolo, repitiendo el movimiento una y otra vez hasta que el ruido de la puerta siendo abierta le hizo girar la cabeza, saliendo por esta, envuelto en un abrigo negro el setter de Nekoma se acercaba hacia él y le extendía su maleta.

Un Campamento EmbrujadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora