Capitulo 8

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Los entrenadores reunieron a cada equipo para explicarles la dinámica y distribución de las cabañas, cada una de ellas contaba con dos habitaciones y una cocina, teniendo que dividirse en dos partes para usar los cuartos.

En la cabaña más cercana al sendero con dirección a la salida se instalarían los entrenadores, en la segunda los del equipo de Fukurodani y a un lado de esta los de Nekoma, en la cuarta cabaña se instalarían los de Karasuno y en la última pegada a el bosque los de Aoba.

Los semblantes de sueño dominaban las caras de la mayoría de los jóvenes quienes solo querían entrar a la cabaña y dormir por un rato más.

Con el tiempo suficiente para que se instalaran y descansaran para comenzar por la mañana con la asignación de tareas para el desayuno y la restauración de las canchas, los entrenadores se dirigieron a la cabaña que ocuparían, lo mismo hicieron los equipos de Aoba y Fukurodani. Sin embargo, los dos equipos restantes, formaron una fila vertical con todos los miembros de su respectivo equipo, mientras que Yaku y Suga se posicionaban enfrente de la puerta y comenzaban a contar el número de jugadores y equipaje que cada uno de estos traía, pero al estar el uno al lado de otro y contar en voz alta, los dos chicos se perdían entre el conteo y volvían a comenzar.

A pesar del agotamiento del viaje ningún integrante de los dos equipos dijo nada, uno por temor al libero y el otro por las órdenes de su capitán que miraba con gracia el ceño fruncido del peliplatino tratando de no perder la cuenta.

Al final de 10 minutos Suga logró finalizar con su tarea y junto a los demás chicos revoltosos entraron al lugar.

La cabaña por dentro, tenía un aspecto antiguo, decorada con jarrones y figuras de cerámica blanca, las paredes de ladrillo rojo, con las puertas, los marcos de las ventanas y el piso de madera; en el techo del pasillo principal colgaba una hermosa lámpara bronce de candelabros con ocho brazos.

Juntos avanzaron por el pasillo con todo su equipaje hasta estar frente a las habitaciones, escuchando el crujir de la madera vieja cada que pisaban.

El cuarto era lo suficientemente grande y la decoración era la misma pero esta vez el piso tenía una alfombra roja decolorada por el paso del tiempo, un espejo de cuerpo completo con el marco de madera pintado de rojo y figuras talladas sobre ella de ruiseñores, ramas con flores de cerezo y mujeres en kimono, también sobre un buro de madera había dos lámparas de aceite que estaban oxidadas, por último, colocados en fila había tres camas para dos personas.

Debía ser el estilo antiguo del lugar, tan diferente a lo que estaban acostumbrados lo que los hacía sentirse tan fuera de lugar.

-Siendo que hay dos habitaciones, necesitamos dividirnos en dos partes, seis personas dormirán en cada habitación y dos compartirán cama- dijo Daichi e instintivamente cada uno de los chicos se agrupo por par. Tanaka y Nishinoya, Narita y Kinoshita, Asahi y Enoshita (Nishinoya discretamente mandándole una mirada asesina al número 6), Daichi tomo a Suga de los hombros y Kageyama y Tsukishima se pegaron a las espaldas de Hinata y Yamaguchi.

-Está bien ¿Qué grupo se queda en esta habitación?- preguntó el líder -Lo más apropiado seria que al ser los mayores Daichi y yo, nos quedemos con los 4 de primero- contesto Sugarawa emocionado, el líder le mando una mirada espantada, maldiciendo para sí mismo el carácter casi materno de su pareja. Sin otra opción se giró a ver a los seis restantes.

-Por lo que ustedes seis, estarán en la otra habitación- les mando -Asahi, tu estas a cargo de ellos-el de la barba asintió sin quedarle de otra.

-Ahora, todos a acomodarse y dormir un rato antes de que los despierte para las actividades- termino diciendo. Los seis integrantes restantes se dirigieron a la puerta para ir a su habitación, mientras que los que se quedaron se dedicaron a acomodar su equipaje.

Un Campamento EmbrujadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora