Nicolás nunca fue el tipo de chico al que le gustará hablar de su vida. Porque para empezar,no tenía a nadie con quién hablar. Y así estaba bien. O al menos eso era lo que pensaba.
Pues no sé había dado cuenta,lo mucho que necesitaba hablar con alguien o siquiera tener un amigo. No lo supo hasta que conoció a Sam.
Un mes ya había pasado desde que conocía aquel pequeño rubiesito de mejillas abultadas y labios rosas,y sinceramente, no se arrepentía. Aquel rubio había hecho que por fin se abriera ante alguien,que pudiera expresarse,decir lo que sentía,lo que pensaba y sobre todo... alguien con quien contar.No sabría describir exactamente lo que sentía con aquel chico de mejillas rosadas,pues eran un sin fin de sentimientos. Lo hacía sentir seguro,querido, amado,confiado...que podía contar con alguien.
En ese momento ambos se encontraban en la campo de la universidad. El Rubio está sentado apoyando su espalda en un árbol detrás de él,mientras que el azabache estaba acostado a su lado sobre el césped con ambos brazos tras su cabeza, utilizándolas como almohadas.
El rubio tenía entre sus manos un libro y se lo leía al más alto,mientras que éste con los ojos cerrados,lo escuchaba atentamente.
—¿Quieres hacer algo saliendo de aquí? ¿O tienes entrenamiento? –un lindísimo puchero se formó en los rosados labios del rubio–
—Tengo entrenamiento. Planeo ir a casa después de eso. Necesito descansar. –Nicolás sintió con un pequeño cuerpo se acostaba y se apegaba al suyo, más sin embargo lo ignoró...hasta que Sam comenzó a acariciar sus cabellos– ¿Por qué? ¿Querías hacer algo? –le miro todo el rostro, deteniéndose solo un nano segundo en los rosados labios del contrario–
—Pues la verdad.... Quería que fuéramos a tomar un helado o algo. Pero.... creó que ir a tu casa está bien. Digo...si me dejas,claro. –el rubio sabía que con esas palabras y una pequeña mueca de tristeza,el azabache no se negaría,y no fue la excepción–
—Si, está bien. Sabes que no hay problema,Sam. –solo eso dijo para volver a cerrar los ojos–
El rubio seguía acariciando sus cabellos. Pero con la excepción de que ahora lo miraba entero. Estudiándolo.
Esa magnífica cara que muchas veces veía a lo lejos,ahora la tenía de cerca.
Y era simplemente magnífico. Para Sam, Nicolás era magnífico.
Su cara repleta de pecas,era demasiado hermoso. Esos magníficos labios,que justo en ese momento estaban más rosados de lo normal. Esas pestañas tupidas y largas. Esas cejas pobladas.
Cuando se dió cuenta el azabache ya se hallaba dormido,lo que provocó una sonrisa en su rostro.
Ya eran varias veces que miraba al mayor dormir,y siempre que lo hacía no desaprovechada esa GRAN oportunidad y hacia lo mismo que estaba haciendo justo ahora.Sus labios se pegaron suavemente sobre los de su mayor en un acto inocente. Porque Sam nunca lo había hecho con malas intenciones, simplemente quería sentir de nuevo los labios del azabache sobre los suyos. Ese pequeño roce.
Después de dejar ese pequeño besito sobre sus labios,el rubio comenzó a acariciar toda la cara del mayor y llamarlo suavemente para irse,ya que la campana del término de clases había sido tocada solo unos segundos antes.—Nicolás,hey,despierta grandullón. Tienes entrenamiento. –esta vez lo sacudió. El mayor hizo un pequeño puchero aún medio dormido y el rubio no pudo evitar sentir ternura– Hey, Nicolás. Despierta. Tenemos que irnos.
—Vamos,Sam, déjame dormir un ratito más. –su ceño estaba fruncido pero aún mantenía los ojos cerrados–
—Nada de un ratito más. Ya acabaron las clases, Nicolás. Tenemos que irnos,vamos a llegar tarde a tu entrenamiento. –un gruñido ronco se escuchó provenir del mayor y rápido se incorporó–
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One Strange Boy For Me
Teen Fiction¿Cómo mierda acabó un pequeño y lindo rubio pegado al gran chico solitario? Nicolás....la maldita tentación y adicción de el pequeño Sam. Sam....la salvación. La vida. Los colores entre la oscuridad..... La perdición. Eso es lo que significaba Sam p...