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Decir que Jamie y Sam ya no sé juntaban, era algo demasiado obvio. El pequeño rubio vivía pegado al azabache y este no parecía tener de que quejarse.
Jamie estaba realmente feliz por Sam, pero eso no evitaba que se sintiera mal, se sentía tan sola.
Sam siempre fue su compañero en todo, siempre hacían todo juntos y se contaban todo.
Por esa razón la chica últimamente solo se la pasaba en fiestas y tomando en exceso.

Aquel día había asistido a una discoteca. No estaba nada mal, pero eso era más un bar, que una discoteca.
La música estaba alta y ella ya estaba por su quinto mojito en menos de veinte minutos de haber llegado.
Cuando tomo el sexto lo dejó en la barra y fue a la pista de baila. Necesitaba un poco de movimiento.
Movió su caderas y brazos al ritmo de la música junto con su cabeza.
Ese día se había decidido por usar un vestido pegado al cuerpo que llegaba hasta los muslos, la espalda estaba era descubierta y lo poco que cubría era hecho por un encaje de forma delicada y dándole un toque sexy y elegante.
Su cabello rojizo y rizado estaba suelto y algo esponjado por el calor del lugar. Su rostro iba levemente maquillado. Simple pero hermosa.

Iba tan sumida en su baile y poder disfrutar de su baile que no notaba la mirada intensa que la venía mirando desde que llegó.
Aquel dueño de esa mirada la recorría de arriba a abajo mientras mordía su labio. Era la chica más linda y sensual que había visto en todo lo que llevaba de la noche, no podía quitar la mirada de ella. Jesús, si que sabía moverse la dama. Tomando un suspiro, fue acercándose. Colocó sus manos en la cintura de aquella chica tomándola desprevenida, causando que diera un pequeño respingo. Volteo la mirada para encontrarse con unos preciosos ojos esmeralda, una mandíbula cuadrada, labios delgados pero tentadores, con unos piercings que le quedaban a la perfección, era realmente atractivo a los ojos de cualquiera que lo viera. El típico chico por el que todas babean, y ella no fue la excepción.

—¿Cómo te llamas? - susurró en el oído de la chica con una voz aterciopelada, causándole un cosquilleo en aquella dama -

—Soy Jamie, ¿Y tú? - pregunto sin dejar de moverse al compás de la música y con voz agitada -

—Me llamo Jacobo hermosura - pronunció y mordió suavemente el lóbulo de la oreja de la chica entre sus brazos - Bailas muy bien Jamie, te invito una copa. ¿Aceptas?

—Con gusto acepto. - se volteo y le sonrió de manera coqueta, ella era guapa y lo sabía. Comenzó a ir a la barra con el rubio detrás, contorneando las caderas haciendo las sexy su caminar, sabiendo que aquel chico le estaría mirando el culo -

—¿Qué te gustaría beber hermosura? -pregunto con una sonrisa en su linda y rosada boca-

Supongo que un mezcal no estaría mal - contesto coqueta pasando un mechón de su cabello detrás de su oreja y ponía un tono de voz más bajo, dulce y aterciopelado-

Después de un buen rato de muchas copas y varias canciones, una Jamie muy borracha y un Jacobo algo pasado de copas de alguna manera terminaron juntando sus labios de manera agresiva, con desespero, queriendo consumirse uno al otro, tomarlo todo de cada uno.
Lo poco que recuerdan con borrones. Él jalandola al hotel más cercano a aquel bar. Jamie empujándolo a la pared mientras se desprendía de su camisa y reían. El tomando sus manos sobre su cabeza, una vez estuvieron sobre el cómodo colchón, posicionadose entre sus piernas y rozando sus intimidades.
Jacobo dejando escapar suaves y roncos gemidos en el cuello de aquella chica y ella aferrándose a su espalda mientras gemía fuertemente en el oído de aquel muchacho.

A llegado la mañana y con esos dos quejidos en aquella habitación, dos quejidos que giraron las cabezas al mismo tiempo buscando el producto del eco al quejarse por el dolor de cabeza y los rayos del sol.

—¿Eres....? - comenzó aquella chica, era atractiva, linda cara, del cuerpo no podía decir mucho puesto que estaba cubierto por las sábanas-

—Jacobo lindura, ¿y tú? - respondió mientras se levantaba de aquella cama, importandole poco su desnudes- Mira linda, no me lo tomes a mal, pero tengo cosas que hacer y.... - pronunciaba de espaldas a ella mientras se vestía con calma pero al darse  la vuelta la vio ya vestida en ese pegado vestido, joder, gran chica se había echado, ella le guiñó un ojo y hablo-

—No me lo tomes a mal guapo, pero me sé ese discurso y no me interesa saber cómo es que solo fui una noche, esa ya lo sé. - con uno de los listones que tenía en sus muñecas amarró su alborotado cabello rojizo en una coleta de caballo- Agradezco la noche guapura, pero me tengo que ir. Gracias por el buen rato. - terminó caminando a la salida y antes de cerrar volver a guiñarle el ojo, dejándolo con la boca abierta e inmóvil-

Habían pasado ya dos semanas de aquel encuentro de una sola noche y Jacobo no podía sacarse de la cabeza aquella pelirroja sexy.
Hoy era una mañana realmente interisante. Con un frío que hacía el vaho saliera de tu boca al hablar y apenas unos rayos de sol por lo nublado que se encontraba todo.
Metió las manos en su chaqueta de cuero negra mientras dejaba salir un suspiro y esperaba el pasar de los automóviles para cruzar a la cafetería que tenía justo frente a él. Estaba a punto de cruzar cuando la vió.
Venía saliendo de aquella cafetería con un enorme vaso con el logo del local. Iba con unos jeans negros ajustados y una abrigadora chaqueta color púrpura, iba riendo junto a una chica que parecía trabajar en el mismo lugar del que salía. Se despidió de ella con un beso en la mejilla y cuando se dispuso a seguir caminando una ráfaga de aire la golpeó la cara, haciéndola encoger sus hombros, su cabellos moverse en varias direcciones y arrugar los labios. Y él..... él no se perdió ningún detalle de aquello. Cruzo la calle corriendo antes de perderla de vista y cuando la alcanzó tocó suavemente su hombre y sonrió.
La chica volteó con el entrecejo fruncido, tenía frío y lo único que quería era llegar a su universidad de una vez para acabar con el día de una vez por todas. Entonces vio al atractivo chico con el que se había enrrollado noches atrás. Le devolvió la sonrisa.

—Hola... - logro articular el muchacho, ¿Pero que estaba pensando cuando la siguió? Ni siquiera sabía que decir-

—Hola de nuevo guapo. Jaboco, ¿Cierto? - pregunto con aquella dulce voz y esa sonrisa que seguía en sus rojizos labios producto del frío, no solo haciendo sus labios así, sino también su nariz y mejillas-

—Cierto. ¿Jamie? ¿Estoy en lo correcto? - ¿por qué de repente sonaba tímido? Él nunca ha sido tímido- 

—Correcto. Es bueno encontrarte, la pasé bien esa noche, pero te debo una disculpa, ya llegó tarde a la universidad y me estoy muriendo del frío - soltó una pequeña risita- Extiende tu brazo guapura - pidió mientras buscaba algo en su bolso y de aquel sacaba un bolígrafo- Llegó tarde, pero puedes buscarme algún día de estos - anotó su número en el brazo del chico y siguió su camino como si nada-

Se marchó con sus pensamientos llenos de un «Es lindo. ¿Aire de chico malo? Chico malo mis ovarios, es súper tímido y lindo»

Y él la miró irse con un solo pensamiento en su cabeza «Mía»

Porque Jacobo era dulce....pero hay dulces con un relleno muy amargo por dentro.
Era un dulce muy adictivo y peligroso...pero ella lo había atraído a dónde se encontraba....y ya no había vuelta atrás.
El lobo había encontrado una nueva presa y estaba listo para consumirla, para comérsela a cada pedazo y disfrutarla.
Porque de este dulce el relleno no era amargo....estaba podrido.....

One Strange Boy For MeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora