Beso de amor verdadero

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Durante los siguientes 2 días los rumores de la desaparición de la reina Grimhilde fueron circulando, llegando a los oídos de un joven en una taberna.

El muchacho estaba en una mesa, junto al fuego, con capa y sombrero puestos que ocultaba unos hombros fornidos, una cintura bien armada y una cabellera rubia. Este, al escuchar las palabras de unos hombres unas mesas más allá, decidió acercarse a escuchar.

—...como lo oyes, dicen que la hermana del nuero de la reina, la princesa Lami, ha asumido el poder por el momento. Pero lo más extraño de todo esto, es que dicen que la reina fue asesinada en el bosque. El mismo bosque en el que se dice, habitan unos enanos los cuales protegen a la criatura más bella de la tierra; de cabello negro como el ébano, piel blanca como la nieve y labios rojos como la sangre.

El muchacho, nada más escuchar esas palabras, salió del lugar a toda prisa, monto en su caballo y se dirigió a galope hacia el palacio. Una vez ahí, no se dirigió hacia la entrada principal, sino que cambio de rumbo y fue por la entrada de servicio, entró como un mensajero, deslizándose con destreza y sigilo por los pasillos de palacio. No dudo en ningún momento su rumbo y toco la quinta puerta del segundo piso: las habitaciones reales.

Una voz femenina le pidió que esperase un momento, y justo al ser abierta, empujo la puerta y acorraló a la dueña de los aposentos contra la pared, cerrando la puerta. Le cubrió la boca antes que esta gritase e indico silencio poniendo un dedo sobre sus labios.

Sin retirar aun la mano de la boca contraria, quito la capucha de su cabeza. La muchacha, demasiado joven para ser mujer, no cambio su expresión de confusión ante el rostro del muchacho.

— ¿No me reconoces? —sonrió. Esta vez, al escuchar la voz proveniente del chico, la chica pareció sorprendida—. Seguramente es por el cabello. —

—Te creía muerto —dijo anonadada.

—Esa era la idea. —

— ¿Pero cómo...?

—Eso da igual —la interrumpió antes de que formulase la pregunta —Dime ¿son ciertos los rumores? Los de la reina. —

— Hace 5 días que no aparece por el palacio, suponemos que son ciertos pues no hay pruebas que apunten lo contrario. —

Él solo asintió serio.

—Y él ¿Dónde está? —

La expresión de la muchacha cambio a incomodidad y dolor ante la pregunta.

—Después de...ya sabes, tu muerte, la reina intentó matarlo, huyo hacia el bosque. Su alteza envió cazadores que volvieron con las manos vacías. —

—Entonces los rumores de los enanos y el ser al que custodian también son ciertos. —

Ella no dijo nada.

—Voy a buscarlo —dijo serio. Y con estas palabras salió rápidamente de la habitación.


***


De un caballo bajo un jinete con capa y sombrero, este se detuvo cerca de un ataúd de cristal el cual estaba situado delante de un río y de la casa de siete enanos, recelosos ante la llegada del extraño. Antes de que este descabalgara de su semental, los enanos lo habían rodeado y no con una sonrisa cordial precisamente.

— ¿Quién eres tú y qué has venido a hacer aquí? — pregunto con su característico tono mordaz Gruñón. Él, como los otros, estaba situado entre el jinete y el ataúd con una actitud desafiante y defensiva.

— Vengo por el — no se percató de la actitud de los enanos, más bien ni siquiera les prestó atención. Su ser estaba más concentrado en intentar ver el interior de la caja de cristal ya que no tenía buena visibilidad.

— ¿Le conocías? — volvió a cuestionar Gruñón con desconfianza. Esta vez el muchacho se volvió hacia ellos, respondiendo con seriedad y preocupación:

— Una vez fue mi esposo, pero por ciertas circunstancias tuvimos que separar nuestros caminos. —

— ¿Cómo sabemos que tus palabras son ciertas? —

— Jisung es...una persona amable y cariñosa, tranquila y reservada. A la que le gusta leer y dar largos paseos por el bosque — recitaba con la mirada perdida llena de afecto.

Una sonrisa le apareció en el rostro antes de añadir — Y adora las manzanas, le encanta ir a tomarlas de los árboles; dibujarlas, pintarlas, hacer jugo y pasteles con ellas, pero lo que más le gusta es disfrutar de una, apoyada en un árbol, con el sol de cara en verano. —

Los enanos se quedaron en silencio ante tales palabras de amor. Uno por unos se fueron apartando abriendo un camino hacia el ataúd de cristal. Mark se acercó lentamente y retiro la tapa que cayó contra el suelo resquebrajándose. Nadie le dio importancia. Se descubrió la cabeza y dejo caer también su sombrero al suelo, acuno el rostro del menor entre sus manos y susurró:

— Jisungnnie, tesoro, ¿qué te ha pasado?

Tímido fue quien contestó tristemente:

— La reina. Creemos que lo envenenó. —

Mark cerró los ojos y apretó los labios con fuerza. Apoyó su frente contra la del contrario durante unos segundos. Se separó bruscamente iracundo y exigió:

— ¿Dónde está? ¿Dónde está mi madrastra?

— Cayó por el acantilado después de una ardua persecución joven príncipe — respondió Gruñón.

Mark se derrumbó; cayendo al suelo sin fuerzas y apoyándose en el ataúd con una mano posada en él, sintiéndose devastado e impotente.

Pero una última decisión le hizo levantarse. Poco a poco fue inclinándose hacia Jisung; hasta quedar a centímetros de los labios del menor, para finalmente, unirlos con los suyos en una hermosa y triste despedida.

Winter - MarkSungDonde viven las historias. Descúbrelo ahora