Decisiones

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Me dispuse a disculparme con ellos, pero no sabía cómo explicar la situación. Así que decidí presentarme. Ellos hicieron lo mismo. Cada uno tenía la propiedad que describía su nombre.

Y más tarde, llegó la pregunta que esperada me dijesen: ¿Qué hacia ahí?

—Yo...verán...estoy huyendo —fijé mi vista en la sabana arrugada que sostenían mis manos.

— ¿Huyendo? ¿De quién? —pregunto desconfiando Gruñón.

—De la reina. —

Todos ellos se quedaron en silencio, cada uno procesando la información a su manera. Yo iba poniéndome más nerviosa a medida que los segundos iban pasando. Finalmente Gruñón dijo:

—No puede quedarse aquí. —

Dijo a los otros.

—Pero lo matará — repuso Doc.

—Nos matara a nosotros si lo dejamos quedarse. —

—Tiene razón — dije —. Ni siquiera debí haber venido, tendría que haber pensado que los metería en problemas — me levante de la cama y me acomode la ropa.

Alguien tomo mi brazo. Me gire y vi a Tontín quien me retenía con sus pequeñas manos.

— Eso lo decidiremos nosotros — dijo con seguridad Estornudo mientras sorbía su nariz demasiado serio.

Observe a todos y pude distinguir que tenían la misma expresión de convicción, a excepción de Gruñón claro, que aun sostenía su postura con tozudez.

— ¿Están seguros? —

— Ya somos mayorcitos. —

Su comentario me hizo gracia; no lo parecían.

En los salones reales...

—Espejito, espejito mágico, dime ¿quién es el ser más bello de este reino? — pregunto la reina.

— Oh, por supuesto que usted es una persona muy bella su majestad, pero Jisung es la criatura más bella de este reino — respondió el espejo con voz monótona.

— ¡Mentira! Él está muerto, he aquí su corazón. El cazador me lo trajo tras su persecución —la reina mostró al espejo una caja de madera en color carmín.

— Lo que contiene ese cofre, su majestad, es un corazón de un jabalí cualquiera. El corazón de esa criatura llamada Jisung continúa latiendo en una casa junto al río, junto a siete enanos. —

— ¡No puede ser! —

Grimhilde estrelló la caja de madera contra la pared con el rostro teñido de rojo iracundo.

Bajo las escaleras a toda prisa hasta el sótano de palacio, maquinando un plan mortal a toda velocidad.

Al llegar abajo, abrió un pesado volumen de hechizos y empezó a hervir agua en un caldero, para empezar a echar todo tipo de mejunjes, brebajes y algunos ingredientes de lo más repulsivos tal como decía la receta.

Al terminar la pócima, se la tomo de un solo sorbo y empezó a convulsionar y agonizar. Sus manos se tornaron larguiruchas, arrugadas y huesudas, su espalda se encorvó, sus párpados cayeron y su papada hizo lo propio, su nariz se fue agrandando y le salió una enorme verruga.

Volvió a abrir el enorme libro de hechizos buscando su poción mortal sin dejar que la sonrisa perversa que tenía en sus labios hundidos y arrugados se alejara.

Winter - MarkSungDonde viven las historias. Descúbrelo ahora