—LEAN LA NOTA—
Ruggero.
Vuelvo a casa agotado, preparándome psicológicamente para dejar caer allí la poca energía que aún me queda. Sé que Cande está enojada, siempre lo está, pero sus decenas de mensajes anunciándolo indican que es peor de lo común.
Suspiro entrando a casa y la veo caminando por la sala con Camila en brazos. A veces creo que si ella no estuviera, Cande y yo llevaríamos bastante tiempo separados; aquel amor que creíamos tener se estaba acabando, todos lo notaron durante mucho tiempo, excepto nosotros.
Y entonces pasó, lo supimos pero Camila ya estaba en camino, y no creímos correcto separarnos.
Bastante hipócrita de mi parte.
Cande me observa fulminándome con la mirada y veo su mandíbula torcerse; sin embargo no dice nada, para no interrumpir el sueño de nuestra hija. No sé que es lo que ocurre, pero no parece algo fácil de solucionar.
Me encojo de hombros y me dirijo a nuestra habitación a cambiarme de ropa, mientras espero que ella acabe con Camila. No decido que usar al morir, pero definitivamente debo cambiarme mi ropa interior; y para vivir algunos segundos más me meto a la ducha. Al salir espero ver a mi novia (Y prometida) sentada sobre la cama como si de una película de terror se tratara, pero no lo hace y me visto con tranquilidad. Supongo que Camila ya debería estar dormida y voy a su pequeña habitación y, efectivamente, ahí está. Dormida.
Pero sigo sin encontrar a Cande, y me parece extraño. La llamo sutilmente para no despertar a nuestra niña pero no hay respuesta de su parte, veo una nota sobre la mesa y la tomo, confundido.
Estaba enojada, y quería hablar con vos. Quería gritarte, pero ya no es necesario, o tal vez no tengo el valor. Hubiera puesto las manos en el fuego por vos, una y mil veces, aún con nuestros altos y bajos, pero ya no puedo. Me quemé, las una y mil veces.
Puedo parecer, pero de tonta no tengo un pelo, piccolino. Tardé, pero hoy lo sé. Me voy porque ya no sé como mirarte a los ojos, porque mirarte hoy me dolió. No te reconozco, no sos la persona de la que me enamoré. El Ruggero que conozco jamás hubiera abandonado a su hijo; el Ruggero que conozco hubiera admitido lo que pasó con Karol.
Vas a quedarte con Camila, porque es tu hija. No sé cuando voy a volver, pero voy a volver por ella. Y ahora no podes huir como con Nick.
Cande.
Una lágrima silenciosa rueda por mi mejilla; no sé si lo que me duele es su abandono, tal vez ella está dando el paso que teníamos que haber dado hace algún tiempo, pero sus palabras... Vaffanculo, jamás creí que ella fuera a decirme algo como esto.
Es decir, Cande fue ese apoyo incondicional que necesitaba. Estaba ahí hiciera las cosas bien o mal. Y se había ido.
Y me había dejado a Camila.
Toda mi vida soñé con ser padre, con jugar al fútbol con mi hijo y enseñarles de mi amor por la música; cantarles hasta dormirse y oírlos decirme papá una y otra vez.
Pero no lo hice.
No voy a culpar a Cande, ella tomó el papel de ambos. Camila nació cuando mi relación con Cande estaba en su peor momento, y me culpo por no haber estado a su lado; sé que aún estoy a tiempo, sé que es menos grave que con Nick; pero no sé cómo ser padre.
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Papá. »Ruggarol
FanfictionCada día de mi vida revivo aquel diecinueve de noviembre de 2018. En cada risa, en cada llanto, en cada pañal. Cada vez que veo esos ojos miel llenos de ternura sus palabras resuenan en mi cabeza "No Karol, no puedo. Perdon." El estruendo de la puer...