Karol.
Nick y yo caminamos por los pasillos del estudio, estos días nos estábamos dedicando a las pocas escenas en las que él aparecería, Álvaro sería dulce con él y todo sería color de rosas... Y luego nos pelearíamos, y luego nos reconciliaríamos y pues esa es toda la película. ¿Puede alguien recordarme como es que he llegado a esto? Y, no, no es el destino queriéndome en un trabajo con Ruggero, es que la paga es extrañamente buena. Lo siento, es la verdad.
— ¡¿Dónde está el niño más guapo de toda la Argentina?! — Gritó Ester al vernos llegar.
Todos adoraban a Nick. Y yo adoraba a Ester y a Álvaro, que de seguro si los hubiera conocido antes serían los padrinos de mi niño, pero tendrá que conformarse con Katja y Pasquale que vive en otro continente; como todos los padrinos normales.
Lo dejé a cargo de la rubia para ir directo a los camerinos a convertirme en Akeelah; ¡Es que hasta los nombres en esta película son terribles! Río sola mientras camino, perdida en mis pensamientos.
— Karol, por favor, es temprano. — Dijo el rubio frente a mí, haciéndome reír.
— No, no es temprano. — Respondí divertida.
— Acabo de despertar, lo es para mí.
— Bueno, lo lamento Franquito, pero no es así.
Él sonrió levemente. El cabello corto definitivamente hacía que su belleza sea superior.
— No solo vos sos feliz por las mañanas, si no que tenes que hacer sonreír al resto, ¿Por qué sos así?
— Soy adorable. — Dije sonriente.
— No voy a discutir eso. — Me guiñó un ojo y siguió su camino.
Lancé un suspiro e inevitablemente sonreí. Si seguía así acabaría enamorándome.
— Vale, que ya te tiene suspirando. — Chilló Álvaro apareciendo frente a mí.
— ¡Ya cállate! — Respondí riendo.
— Ve a cambiarte, ya. — Dijo en el mismo tono.
Aceleré el paso esperando no retrasarme con nadie más en los pasillos, o acabaríamos comenzando tarde a grabar.
El vestuario de Akeelah no era la gran cosa, pero definitivamente se vestía mejor que Luna. La transformación se basaba más en lucir cansada, estresada y joven; y ninguna parecía estar costándome demasiado estos días.
Una vez vestida dejé que los peluqueros se encargasen de mi cabello y, como no tengo relación con ellos, aproveché a releer el guión una y otra vez. ¿La película era mala? Si, pero los guiones eran fantásticos.
«— No hay universo en el que conciba mi vida sin ti, Akeelah. — Murmura Benjamin. — Me arrepentiré de esto por el resto de mi vida. — Akeelah deja caer una lágrima.
— Solo estás haciendo lo correcto, aunque duela.
— No quiero, no quiero perderte.
— No me tienes, jamás me tuviste. — Murmura. — Lo nuestro, nunca ocurrió.»
— Es un gran guión, ¿eh? — Dice esa maldita voz apareciendo.
Asentí levemente sin mirarlo. Él se dejó caer en la silla a mi lado, observándome atentamente.
— ¿Lo haz leído?
— Por supuesto, ¿Cómo podría si no encargarme de hacer una canción increíble? — Murmuró divertido.
Hice una mueca y no conteste, mas aún así su intensa mirada se mantenía en mí, como si esperara algo de mí.
— ¿Cande ha vuelto?
La curiosidad mató al gato; pero el gato murió sabiendo. Ruggero sonrió de lado.
— Algo así. — Dijo haciendo una mueca.
— No debo seguir preguntando, ¿Verdad? — Pregunté divertida aún con mis ojos en aquel libreto, y lo oí reír suavemente.
— ¿Quieres practicar tus líneas conmigo? — Dijo desinteresadamente.
¡Vaya! A eso le llamo evitar el tema. Voy a respetar su decisión, no porque lo respete, si no porque en el fondo siento que de ninguna manera quiero saber la respuesta. Porque la sé.
— No, gracias. — Murmuré divertida.
— Ya estás lista. — Dijo mi estilista.
Aprecie mi reflejo frente a mí y sonreí, de verdad me gustaba como lucía este personaje.
— Eres... Increíblemente oportuno. — El hombre asintió sonriente. — Ahora podré huir de esta situación. — Bromeé.
Bien, no, no bromeé. De verdad quería huir de allí porque él tenía esa maldita sonrisa que me desestabilizaba y eso era lo último que necesitaba en este momento.
— ¡Nos vemos luego! — Chilló Ruggero a mis espaldas.
No, neta espero no volver a verte jamás. Maldito imbécil.
Tal vez sea una maldita bipolares respecto a él, pero no pueden culparme, el hombre debería pagar mis chingadas sesiones de terapia.
(...)
— ¿Y qué te dijo? — Chilló Katu.
— Que no lo sabía. — Dije encogiéndome de hombros.
— Es un imbécil. — Dijo haciendo una mueca.
— Neta no me molestaré en negarlo.
— ¿Es que cómo es capaz? ¿Cómo puede fingir que nada ocurre? — Pregunto indignada.
— No lo sé, pero no finge que nada ocurre. — Murmuré frunciendo mis cejas. — Si él no se acercara a Nick creería eso, pero lo busca, lo hace reír... — Suspiré confundida.
— Los invita a cenar. — Agregó dudosa.
— Nos invita a cenar... Es un maldito cínico. Y lo odio. ¿Por qué cada vez que hablo con alguien respecto a Ruggero acabo decidiendo que lo odio? — Pregunté frustrada.
— Porque te olvidas todo el mal que te hizo, y nosotros te lo recordamos. — Se encogió de hombros.
— Eres la peor, neta.
Es que, tenía razón. ¿Pero cómo hago para olvidar al hijo de la chingada si sonríe así? Jodida mierda.
Intento recordarme una y otra vez cuan mal estuvo todo lo que me ha hecho, y aún así se revuelve todo dentro de mí ante su presencia. No quiero sentirme así, lo odio. Me frustra tener todos estos malditos sentimientos y saber que, probablemente, jamás lo supere. ¡Es el padre de mi hijo! Y eso jamás cambiará.
Veo a Nick jugar con todas las ollas que tomó de la cocina de mi amiga y río, ella realmente le da todos los permisos y él aún así la detesta. Detesta a toda persona sobre esta tierra que no seamos mi madre o yo. O Ruggero; o Camila.
Niego con mi cabeza intentando alejar esos pensamientos, no me ayudan en absoluto y, definitivamente, duelen. Porque duele saber que Nick, tal vez, algún día, sabrá que él es su padre; solo basta con que busque algo de información sobre él y yo en google y vea el parecido innegable entre ellos.
¿Y qué haré entonces?
N/A
Hola reinassss, espero que les guste y si les gusta demuestrenlo dejando sus estrellitas⭐⭐⭐

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Papá. »Ruggarol
FanfictionCada día de mi vida revivo aquel diecinueve de noviembre de 2018. En cada risa, en cada llanto, en cada pañal. Cada vez que veo esos ojos miel llenos de ternura sus palabras resuenan en mi cabeza "No Karol, no puedo. Perdon." El estruendo de la puer...