D i e s c i s i e t e

1.2K 76 10
                                    

Ruggero.

Caminé nervioso de una esquina de la sala a otra, todo estaba preparado a la perfección, mi equipo me esta apoyando y cualquier posible falla cubierta. No entendía por qué mi corazón palpitaba de esta forma.

Karol y el resto de los actores entraron una vez que estuvieron todos; hoy tendríamos la primera lectura de guión, Karol aprendería un poco más de su personaje y la intensa relación que había entre ella y yo.

No niego ni afirmo que aquello era lo que más nervioso me tenía.

Había pasado demasiado tiempo perfeccionando cada detalle de los personajes, me había inspirado en todo lo que ella me hacía sentir, me había animado a plasmar allí todo aquello que me había obligado a olvidar, ahí estaba ese ángel que había aparecido mágicamente en mi vida. Y sentía que no podía haberlo hecho mejor.

Ella sonreía satisfecha mientras leía a su personaje, sus ojos brillaban y, tal vez mi imaginación me jugó una mala pasada, pero estaba segura que había visto sus ojos humedecerse al menos una vez. Si eso había ocurrido en verdad, podía decir que estaba satisfecho, que ella había entendido que todo aquello no era más que nuestra historia.

Mas que todo lo que sentía por ella.

La reunión duró demasiadas horas, todos tenían dudas pero teníamos respuestas a todas esas dudas, y eso me tranquilizaba. Trabajar con algo tan grande como lo era Netflix facilitaba mucho las cosas. Y cuando por fin terminó, y todos abandonaron la sala, quedé cara a cara con ella.

Todo dentro de mí comenzó a temblar.

— Ruggero. — Dijo en voz baja. — Todo esto... todo lo que escribiste, ¿Neta mi personaje está inspirado en mí?

— Si, siento todo eso por tí. Y más. — Respondí sin mirarla a los ojos, pero rompiendo gran parte del espacio entre nosotros.

Su respiración comenzó a acelerarse. Podía notarlo porque el espacio entre nosotros era cada vez menor; todos mis sentidos estaban alerta. ¿Esto estaba ocurriendo en realidad?

— No puedes solo... solo decirme esto y ya, luego de todo el tiempo que ha pasado. — Se quejó mirándome a los ojos.

— ¿Serviría de algo decir que lo siento?

— Lo haz dicho demasiadas veces, sé que lo sientes.

— ¿Y me crees? — Murmuré prácticamente contra sus labios.

— No lo sé.

Estaba perdido en esos jodidos ojos verdes que me habían atrapado desde el primer momento, estático, mudo. Karol relamió sus labios, haciendo que fije mi atención en ellos. Podía oír el latido de nuestros corazones y nuestras respiraciones mezclándose una con la otra.

Y no pude contenerme más.

Eliminé ese minúsculo espacio que aún había entre nosotros. Y la besé.

Ella tardó unos segundos, pero acabó respondiendo. Sus dedos se enredaban en mi ya largo cabello, mientras mis manos apretaban su cintura aún más contra mi cuerpo, como si eso fuera posible. No me importaba respirar, no me parecía exactamente necesario; no quería soltarla nunca. 

Sentía una explosión de fuegos artificiales a nuestro alrededor, como si ahora todo tuviera sentido de nuevo.

Me sentía como ese yo de hace años atrás, ese que moría por la mexicana de ojos verdes que había llegado para revolucionarlo todo. Porque seguía siendo ese yo, y ella seguía haciendo lo mismo.

— Esto está mal. — Murmuró alejándose de mí.

Vi como una lágrima se escapaba de sus ojos, al mismo tiempo que ella escapaba de mi agarre. 

— No, Karol. — Pero mis palabras salieron tarde, y ella ya se había ido.

La había cagado. 

Y no me arrepentía.

Se que, antes, cada vez que arruinaba las cosas entre nosotros, era por cobardía. Hoy, fue por ser demasiado valiente. Tal vez no sé cómo encontrar un punto intermedio, que es lo que ella necesita; pero ¿Qué hago entonces con todo lo que hay dentro mío? 

Dejarlo ahí, y en silencio. Imbécil.

(...)

Los días pasaron en un abrir y cerrar de ojos, las grabaciones aún no habían comenzado pero ya todo estaba listo para que lo hicieran. Seguía sin saber como abordar el tema del beso, sin poder conseguir que ella me mire a los ojos como lo hacía tan solo unas semanas atrás; habíamos hablado repetidas veces, por Nick, comenzábamos a creer que ya era momento de tener la charla con él. Y me refiero a la charla en la que le decimos que soy su padre, no ese tipo de charla, mierda.

— ¿Crees que lo entenderá? — Preguntó Karol jugando con sus dedos.

Adoraba verla hacer eso, lucía nerviosa e insegura, tan distinta a como luce normalmente, tan lejana de esa Karol que hace unos meses juró hundirme si me acercaba a su hijo. Hoy me veía temerosa e indecisa.

— Fue tu idea, ¿Por qué dudas? 

— No sé como lo tomará.

— Es mejor que lo sepa ahora, a que cuando esté mas seguro de no tener un papá y cambiemos su realidad. No podemos seguir mintiéndole.

— No estoy psicológicamente lista para que te llame "papá". — Dijo con el seño fruncido, haciéndome reír.

— ¿A qué te refieres con eso? — Pregunté divertido.

— A que... Solo éramos él y yo. Nick y mamá. ¿Por qué tuviste que volver? 

Toda esa inseguridad de hace unos segundos atrás se había esfumado. Ahora era una niña caprichosa quejándose.

— Si no estoy porque no estoy, si estoy porque estoy. — Me quejé en broma y ella lanzó una carcajada.

Nos mantuvimos en silencio unos segundos. Podía sentir sus ojos en mí.

Desde aquel beso no hemos hablado de ello, pero la tensión entre nosotros era palpable; teníamos esa conversación pendiente. Ignorarme dos días y luego fingir que nada había pasado no era la mejor forma de afrontar el tema.

Pero ahí estábamos. Yo tenía mis ojos en la calle, pero sabía que los suyos estaban en mí. La miré por el rabillo del ojo, estaba sonriendo ligeramente.

— Escúpelo. — Dije suavemente.

— ¿No crees que deberíamos hablar de lo del otro día?

— ¿Lo del otro día? — Pregunté con una sonrisa. Quería que lo diga. — ¿A qué te refieres exactamente?

— El beso.

— No se de qué hablas. 

— Híjole, y yo que quería decirte que quería repetirlo. Pero pues no lo recuerdas asique no.

Mi corazón frenó de golpe.

Ella no podía haber dicho eso.

Supongo que toda la sangre fue a mi rostro porque ella comenzó a reír a carcajadas. Si, ahí estaba ella, riéndose de mi. Otra vez.

— Si quieres puedes darme otro y hacerme recordar.

Su risa se redujo a una sonrisa de labios apretados, incómoda.

— Mejor cállate, Ruggero. — Quien lanzó una carcajada ahora fui yo.

— Tú eras la que quería hablar del tema. — Me encogí de hombros.

— Pues que pena, porque ya hemos llegado a casa de mi madre.

Reí suavemente y salí del auto. Solo teníamos que recoger a Nick, y luego venía la parte difícil.



Acaso aparecí dos meses después con un capítulo corto a las dos de la mañana? Si. Perdón. jasjajsakj

Papá. »RuggarolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora