Después del violento baño, la conduce otra vez por los pasillos y se paran frente a una enorme compuerta de madera. Unas líneas metálicas caían horizontales sobre él, y tenía una terminación curveada en lo alto. El soldado golpea una de las argollas:
― Adelante ―pronuncia la Reina.
La puerta despliega sus alas, y revela un sitio demasiado lujoso. Cuantiosos metros había hasta llegar al trono. El color dorado y bordo eran, al parecer, el gusto predilecto de Su Majestad. Y en el techo se trazaba una maravillosa existencia pintada.
Por otro lado, ese singular hedor volvió a penetrar la nariz de la chica. Aunque, esta vez, más pútrido que nunca por lo que quiso cubrirse la nariz, pero Henry tira de la larga cadena que apresaba sus brazos, y es obligada a emprender la marcha. El recorrido era interminable; creías avanzar, pero parecía que retrocedías dos pasos. La bandida chica no reparó ni un solo instante en mirar a la Reina; cabizbaja, buscaba respuestas a esas dudas que la acechaban: «¿Qué esconde tras esa falsa modestia?, ¿Por qué ayudó al malhechor?, ¿Para qué me quiere con vida?». Aún no sabía cuál era el propósito de su encierro, y era lo primero que debería averiguar si planeaba salir de allí y reencontrarse con sus amigos. El soldado la frena por las esposas, y notifica:
― Hemos cumplido con su orden, Su Majestad.
— Oh, que agradable sorpresa ―expresa Elizabeth con una perversa mueca al verla―. Si, mis ojos dan prueba de ello.
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Bajo el velo de la Reina (novela +18)
Historical FictionLa virginidad de la Reina Elizabeth I de Inglaterra ha sido un enigma; durante su reinado del siglo XVI nunca desposó a un hombre. El motivo no era debido a su mala fama; tenía un desfiladero de enamorados pretendientes. En consecuencia, surgieron m...