Capítulo 2

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Despechada haciendo Bullying.

—¡Es un maldito estúpido de mierda! ¡Lo odio, Ray, lo odio! —los gritos de mi hermana resonaban en todo el departamento, acompañados del estruendo de una botella de cerveza siendo arrojada contra la pared para hacerse añicos con el impacto.

No me inmuté.

Gritarle a Dayanne que no haga lo que se supone que no debe hacer es como invitarla, incentivarla y apoyarla a que lo haga. Ella siempre hará lo que creas que no debe hacer. Así que, calmado por fuera, sólo la dejé drenar su furia; aunque por dentro rogaba para que los vecinos no llamaran a la policía por todo el escándalo provocado por ella.

—Tu lo odias, yo lo odio, ¿Te parece que lo odiémos con menos ruido? Tu vecina de al lado es bastante histérica, estoy seguro que llamará al vigilante del edificio o a los agentes de policía si sigues actuando como loca escapada del manicomio.

—No me importa la policía, no estoy haciendo nada malo, además, es mi casa. —objeta,  buscando otra cerveza en la nevera que, sin pensarlo dos veces, arrebato de sus manos.

—Estás pasada de tragos y por el olor, probablemente drogada. Estoy seguro que te importará si la policía viene y te llevan detenida, porque en este estado el consumo de marihuana es ilegal.

—Me importa tres hectáreas de mierda tus leyes. —elevó la voz. Rodé los ojos, para luego buscar una cuchara y darle un pote de helado de galleta con menta para ella sola.

A mi nunca me gustó ese sabor. Es como comer pasta de dientes.

Nos sentamos en el sofá de la sala, ella con helado de menta y yo con el de chocolate. Vimos una película nueva en Netflix, donde sale el amor platónico de Dayanne: Cole Sprouse.

Siendo sincero, no presté atención a la película. Admito que estaba ido, totalmente sumergido en mis pensamientos. Eso no dejaba mi cabeza... Mas bien ella. No había podido conseguir su número de teléfono, sabía que sería dificil, pero es que ni su nombre me dio. Estuve un buen rato adivinando nombres, ahora pienso en ello y me quiero golpear hasta morir.

¿Geovana? ¿De verdad la llamé Geovana? No tiene cara de Geovana.

—¿Y a tí que rayos te pasa? —Parpadeé, volteando la cabeza hacía Dayanne.

—Nada, ¿por?

Nidi, ¿pir? —se burló, contrayendo su rostro en un gesto sumamente gracioso. —Suelta la sopa, hermano. O te la saco por las malas y sabes que tengo mis métodos. —la sonrisa malevola en su rostro me hizo alejarme un poco de ella en el sofá.

—De verdad no pasa nad...

—¿Quieres que traiga a Vicky para hablar los tres, Ray?

—¡No! —solté y me puse de pié. —¡Eres una cruel víbora! —acusé.

—Gracias —me lanzó un beso.

Vicky era la tarántula mascota que tenía Dayanne , por ese motivo no venía muy seguido por aquí. Estábamos excelentes cuando ese animal del demonio no existía en esta casa. Cuando lo trajo en su terrario estuvimos bien, pero cuando le dio libertad para que anduviera por ahí como si fuera una mascota normal, entré en crisis y ya casi ni vengo.

Soy aracnofóbico.

—Ahora, escúpelo. —palmea el asiento a su lado y a regañadientes me siento.

Comencé a contarle mi día hoy, aguantando cada una de sus caras raras al avanzar mi pequeño y corto relato. Al final, ella soltó una carcajada magistral y yo sólo busqué acomodo en el sofá, preparándome mentalmente para el Bullying que iba a hacerme.

La Chica De Las Escaleras Del Centro ❤(#1)❤Donde viven las historias. Descúbrelo ahora