Capítulo 11

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Los murales.

No sé qué poder divino me había bendecido, pero agradezco el tener un sistema inmunológico bastante fuerte. Pensé que después de caerme al lago y tener que caminar a casa porque ningún taxi quiso aceptar montar a un pasajero mojado y James estaba bastante ocupado, me resfriaría por todo el viento que me pegó.

—Ray, ¿Dónde están las hojas blancas? —preguntó Jen desde la sala de mí casa.

Jen, mi compañera y amiga de la universidad, se presentó en mi casa luego de terminar las clases de hoy. Debíamos realizar un trabajo acerca de la historia de la arquitectura, así que, mientras ella estaba en la sala yo estaba en la cocina sirviendo leche en dos vasos y galletas con chispas de chocolate en un pequeño plato.

—¡En la carpeta amarilla! —respondí.

Tomé los vasos en las manos y el plato lo puse en mi cabeza. Maniobré perfectamente hasta la sala y dejé los vasos y el plato sobre la mesa. Cuando tenia 16 trabajé en una cafetería porque necesitaba ganar dinero para comprarme el Iphone último modelo que salió para aquél entonces, y aprendí varios truquitos, como por ejemplo a caminar con objetos en la cabeza sin dejarlos caer.

Me senté junto a Jen y tomé la portátil, la puse en mi regazo y comencé a teclear un nuevo capítulo del trabajo.

—Díctame — pido, ella borra algo en la hoja, cierra uno de los libros que estamos utilizando y se acomoda en el sofá con la hoja en manos.

—Geográfica y cronológicamente la arquitectura parece haberse originado en el valle del Nilo. —hace una pausa, dándome tiempo para teclear lo que me ha dictado. —Un segundo centro de desarrollo se encontraba en el valle del Tigris y Efrates, que no influenciados por el arte antiguo egipcio... —dejé de prestarle atención cuando vi la pantalla del televisor.

Lo teníamos encendido, pero estaba en mute. Las imágenes que se reproducen en la pantalla son las del mural del callejón junto a las escaleras del centro. Ese donde el profesor MacPaint nos llevó para inspirarnos.

Tomé el control y le quité el mute. Inmediatamente se escuchó la voz de la mujer que hacia el reportaje.

—... Los extraños murales que han ido apareciendo por todo el pueblo causan un revuelo entre sus habitantes. El responsable de tan hermoso arte es desconocido, pero asumen que se trata de alguien perteneciente a nuestra comunidad. —Aparecen fotos de otros tres murales en otras partes del centro. Son muy distintos entre si, pero tienen un no sé qué, que da a entender que son hechos por la misma persona.

La reportera sigue hablando, comenta que el Alcalde quiere borrar los murales con pintura, pero que los habitantes se oponen porque los consideran arte.

Tomo mi teléfono y le envío un mensaje a Winnie. El día de la salida donde nos caímos al lago, le di mi número, ella por la noche me escribió: Espero que no te resfríes.

Sonrío al recordarlo y tecleo un mensaje rápido.

"¿Viste el noticiero?"

No es como que piense que va a responder rápido, tal vez está ocupada. No lo sé, ¿estudiando?

Un momento.

¿Ella estudia? Bueno, debería. Ni sé que edad tiene.

Acabo de darme cuenta que estos días he intentado ser un libro abierto para ella, pero yo sólo le he podido sacar el nombre y de vaina.

Y estoy casi seguro que me lo dijo porque no quería que yo me refiriera a ella con algún apodo estúpido.

—Ray, tu móvil acaba de sonar. —Jen interrumpe mi plática con mi subconsciente. Observo la pantalla de mí teléfono y efectivamente, tengo un mensaje nuevo.

Sabía que no podía resistirse a mis encantos.

En el identificador no puse su nombre, porque aunque me encanta, decidí poner algo de lo que estoy aún más seguro: Futura esposa.

Hay que pensar a futuro, gente.

Abro el mensaje y lo leo.

"Sí"

Frunzo el ceño.

"¿Sabes? Pensé que el domingo podría hacer una parrillada con unos amigos, pero no tengo nada para enfriar las cervezas. ¿Me prestas tu corazón?" —envíe.

Volví a retomar el trabajo. Admito que comencé a ponerme nervioso cuando los minutos pasaban y ella no respondía.

¿Será que se molestó? —pregunté en mi cabeza.

Quise no prestarle atención, pero se me hizo imposible no pensar en eso.

Para cuando terminamos el trabajo, eran aproximadamente las siete de la noche. Jen había llamado un Uber y este tan puntual ya estaba esperándola afuera. La acompañé y me despedí, pidiéndole que me enviara un mensaje cuando llegara a su casa.

Cuando ya eran las nueve, perdí toda esperanza de que Winnie me respondiera. Supuse que se había enojado conmigo y que probablemente ya no me hablaría más, así que, como cachorrito regañado, me fui a mí habitación para dormir; porque además de triste porque ella no me respondió, estaba cansado por el día tan pesado.

Me acosté como siempre suelo hacerlo. Con sólo un bóxer, una mano bajo mi cabeza y la otra o sobre mi estómago o extendida en la cama. Cerré los ojos.

Y entonces lo escuché, la melodía de mensajería de mi móvil, me sobresalté y sentí mi corazón latir con una descomunal fuerza contra mi pecho.

Tomé el teléfono en mis manos, una sonrisa se plantó en mi rostro, pero rápidamente se fue desvaneciendo al ver que era Jen quien me escribía, informándome que ya llegó a su casa y que se había demorado porque fue a cenar con su hermana por ahí.

Le contesté rápidamente y cuando presioné Enviar, un nuevo mensaje me llegó.

Era de ella.

Lo abrí.

"JAJAJAJAJAJA, estuvo buena esa, Raymond"

Iba a responder, pero me llegaron dos mensajes más.

"Disculpa la hora, se descargó la batería"

"¿Quieres hacer algo mañana?"

Decir que quedé en shock por su invitación, era quedarse corto para como en realidad había quedado.

Estaba más que impactado, más que emocionado. Estaba... Estaba... Impaccionado.

Sabía que quería hacer mañana y de sólo pensar que ella estaría ahí, lograba emocionarme cada vez más.

¿Cuántas horas faltan para mañana?

La Chica De Las Escaleras Del Centro ❤(#1)❤Donde viven las historias. Descúbrelo ahora