Capítulo 5

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El mural.

La vida está llena de sorpresas, unas buenas, otras malas. El punto es saber vivirlas a pesar de, porque nada bueno o malo es un error, nada lo es, en realidad. De todo nos queda una enseñanza que, en algún momento sabremos emplear.

Mi sorpresa del día fue llegar al salón para ver mi única clase de los viernes y encontré al profesor diciéndome que la clase no la tendremos en el salón, sino más bien en un callejón.

No supe muy bien a que se refería, ni cuando llegamos al supuesto callejón entendí. Sólo supe que ese era el que estaba junto a las escaleras del centro, frente a la heladería predilecta de Dayanne.

Ivor, mi compañero y amigo con el cual siempre me juntaba en los proyectos y trabajos, se acercó a mi. Se apiadó de mi confusión e ignorancia y quiso esclarecer mis pensamientos, diciéndome que el profesor MacPaint nos dejaría una actividad a realizar, pero que para ello deberíamos estar aquí.

No pudo decirme más, pues él tampoco sabía mucho. Así que sólo me dediqué a esperar. El callejón por lo menos estaba bien iluminado y hasta limpio, salvo por uno que otro charquito de agua donde los gatos y perros que pasaban por ahí se detenían a beber.

No estaría mal crear una fundación cuyo movimiento sea realizar pequeñas estaciones de comida y bebida por toda la ciudad, con el propósito de darle una mejor vida a los animalitos callejeros.

—Jóvenes — la voz del profesor me sacó de mi ensimismamiento. Lo miré, todos se habían reunido en un grupo frente a él. No éramos muchos, a penas si llegábamos a 15. Habíamos empezado alrededor de 45 en la sección de Arquitectura, pero la carrera no es muy económica y no todos podían costearla. —Sé que muchos están preguntándose que hacemos aquí y no en el salón de clases. La respuesta es muy sencilla: Zona de confort. Quise sacarlos de su comodidad para ver como reaccionaba al entorno al que no están acostumbrados —nos miró a cada uno de nosotros —. Todos los aquí presentes son personas brillantes y con una creatividad desbordante. —asiente con aprobación y orgullo. —¿Pueden observar el mural detrás de mi? —indaga.

Me muevo y hago a un lado a un par de personas para poder observar mejor lo que el profesor quiere.

—Quiero que lo miren, no que lo vean. Largo de aquí si a esta altura no saben la diferencia. Quiero que detallen cada parte de esta obra de arte, admiren cada centímetro y siéntanlo si es necesario. Quiero que busquen inspiración, porque para el lunes, me deberán entregar una maqueta con alguna estructura a escala 1.50.

—¿Estructura de qué? — levanto la mano y pregunto.

—Ese es el punto. Quiero que lo que sea que me entreguen el lunes sea producto de su imaginación y creatividad. Inspírense para dar a luz a un increíble proyecto individual, aliméntenlo, cuídenlo y quiéranlo porque ese será su hijo. Y yo voy a evaluar a su primogénito con el tercio restante de la calificación final. Así que esfuércense. —terminó por explicar, antes de hacerse a un lado para dejarnos mejor vista de mural hecho con tiza de colores cuyo artista es desconocido, pero lo suficientemente bueno como para ganarse la admiración del duro y rudo profesor MacPaint.

Me alejé un poco para tener una imagen más clara del mural frente a mi. Los colores que empleó quien lo hizo, son bastante vibrantes. Predominan él azul, violeta, naranja, verde y rojo. Los demás en minoría, pero acompañan y dan mayor fuerzas a los principales.

La obra en si parece abstracta. No tiene una forma bien definida, sólo son figuras, unas difuminadas y otras grandes, algunos trazos son tenues, otros marcadas. Los sentimientos que transmite este arte son muchos: Felicidad, tristeza, agonía, sufrimiento, esperanza. Hay que tener una habilidad increíble para poder hacer que todas esas emociones se mezclen armoniosamente. Y quienquiera que sea la persona que lo hizo, lo logró.

—Así que eres estudiante de Arquitectura.

Me asusté, si. Pero luego sonreí. No fue necesario darme vuelta para saber quien estaba detrás de mi.

No había oído muchas veces la voz de la chica de las escaleras, pero las pocas veces habían sido más que suficientemente para que su armoniosa voz —para nada comparada con su risa —quedara grabada en mi memoria como un tatuaje en la piel. Un melodioso sonido hecho por los mismísimos dioses, que jamás me permitiría olvidar.

La Chica De Las Escaleras Del Centro ❤(#1)❤Donde viven las historias. Descúbrelo ahora