Capítulo 4

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Perfectas imperfecciones.

Esperé pacientemente a que el reloj de mi muñeca marcara la hora en la que se termina mi última clase del día, para poder salir de aquí e irme a descansar. No me malinterpreten, me gusta un montón la universidad, y mi carrera aún más, pero llevo un par de noches sin poder descansar como Dios manda y estoy exhausto.

2:45pm

Me levanto de la mesa y salgo del salón. En el camino me topo con James, quien viene caminando con su prima. Ambos estudian medicina y son bastante buenos en el área, absorben todo con una facilidad increíble.

—Hey, amigo —choca su puño conmigo en forma de saludo, su prima, por otro lado, me sonríe y posteriormente me braza. — Pareces un zombie.

—Gracias, sé que cuento contigo para decirme lo obvio.

—¿No has descansado bien, Ray? —la pelinegra me observa detenidamente.

—No, Jo. Últimamente casi ni duermo. —admito que confesarlo en voz alta me quita un peso de encima. A veces es bueno compartir los problemas, así la carga se reduce un poco y resulta más fácil sobrellevarlos.—Como sea, ¿Ya salieron?

—Yo no, pero ella sí —James hace un ademán de fastidio.

—Yo me voy —anuncio.

—¿Taxi?

Asiento.

—No. —mi amigo palmea algo en el bolsillo de su jean, saca sus llaves me las da. —Llévate mi auto para irte a tu casa, luego dáselo a Josephine y que ella me pase buscando. Hora y media de aquí a tu casa y hora y media de regreso, las tres horas que dura mi siguiente clase.

—Me parece bien —Jo asiente estando de acuerdo, pero luego me arranca las llaves de la mano. —, pero yo manejo. Estás tan cansado que temo que te quedes dormido conduciendo.

No protesto, ella tiene razón.

Me despido de James y le deseo buena suerte en su clase.

Una vez en el auto, Jo decide que es buena idea poner a sonar Rock en el reproductor para que no me duerma en el camino. Descanso mi cabeza en el vidrio de la ventana, mientras que, mentalmente, canto la canción.

Al llegar a una calle del centro sumamente conocida para mi, levantó la mirada y observo el letrero con el nombre de la heladería favorita de Dayanne. Sonrío, volteo al otro lado y entonces la veo.

Va bajando las escaleras con un hombre mayor que ella, pero el parecido entre ambos es innegable. Ambos cabello rubio, piel del mismo color, rasgos faciales parecidos. Hasta en su manera de caminar se asemejan.

Definitivamente son familia.

Él lleva sobre sus hombros a la misma niña que vi con la chica de las escaleras en la farmacia el otro día.

Los tres sonríen, ella habla mientras la pequeña se ríe y él sólo se limita a escuchar sin borrar su sonrisa.

Mi atención se concentra en ella. El cabello luce aún más rubio, casi platinado cuando le da el sol. Su vestido floreado danza al ritmo del viento y sus mechones de oro se mueven conforme baja cada escalón.

Esa chica es una obra de arte digna de admirar.

Todo en ella conspira para darle un aire de perfecta imperfección bastante atrayente. Podría quedarme horas viéndola y jamás perdería mi tiempo porque estoy seguro que entre más veo, más encuentro y más me encanta.

Pero como nada dura para siempre, este momento llegó a su fin cuando Jo pisó a fondo el acelerador para cruzar el semáforo de la esquina antes de que se pusiera en rojo. Y con esa misma rapidez, dejé atrás la vista perfecta.

La Chica De Las Escaleras Del Centro ❤(#1)❤Donde viven las historias. Descúbrelo ahora