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—¿Que es eso? —la pelinegra tomo el recipiente de plástico transparente que se podía ver claramente un pequeño panqué adentro.
—un panqué. —respondió obvia la castaña que estaba llegando a penas al salón de clases.
—sí, o sea eso ya lo sé. —sonrio EunYi divertida por lo tonta que había sonado—, me refiero a que ¿Quién te lo dió?
—mi mamá.
—¿Tu mamá? —pregunto de nuevo para confirmar.
—sí, del trabajo. —aseguro con una sonrisa.
—que raro, parece que alguien te lo regalo.
—claro que no, estás loca.
—hola yugyeom. —eunbi abrazo por la espalda en forma de saludo al rubio.
—otra vez tú. —cerro su libro de química y suspiro pesadamente—, ¿ahora que?
—nada, solo venía por la biblioteca y te encontré. —sonrio inocente.
—eso es mentira, lo último que tú haces es leer un libro, besas a tus profesores para pasar las materias.
—ese es un rumor que claramente sabes que es mentiras. —hablo enojada.
—estoy comenzado a creer que son verdad.
—me conoces.
—pense que te conocía. —se retracto.
—sabes que yo siempre te preferí. —tomo de nuevo su mano.
—basta con lo mismo. —se la arrebató.
—pudimos ser felices, pero prefieres amargarte por cumplir una promesa de alguien que ya no está. —hablo divertida.
—esta conversación se acabó. —el mayor se levantó de su asiento.
—espera. —la castaña tomo su mano.
—alejate, carajo. —se deshizo de su agarré.
—¿Que pasa aquí?
—chan. —hablo confundida la coreana.
—¿No te cansas? —pregunto molesto.
—primero resuelve tus problemas. —yugyeom se dirigió a la castaña dejando al australiano y a la misma en la biblioteca.
—¿Que piensas hacer? —pregunto chan encarando a la menor, no dejaría que alguien como ella arruinara la felicidad de su amiga que ahora era la más cercana.
—tu no sabes cómo es ella.
—tu no sabes ni como eres tú.
—ella es manipuladora y una mentirosa.
—mira quién lo dice. —chan hablo molesto—, me voy, me das asco. —abandono la biblioteca.