- ¡Hayley! ¡No sigas huyendo! ¡Ven aquí ahora! –Lo escuchaba exclamar detrás de mí.
No me importó, no estaba para detenerme a escuchar sus arrebatos… además de que no quería mirarlo a la cara, obviamente negaría por el resto de mi vida el hecho de haberme acostado con mi amigo, yo no sentía nada por él, solo ese amor de hermandad.
- Maldición –Susurré entre dientes al ver que no pasaba ni un solo autobús o colectivo que me llevara de regreso a casa, lo que le dio la oportunidad a Joe de que llegara a mi lado.
- ¿Por qué escapas de mí? –Dijo tomándome de un brazo.
- Porque no quiero hablar contigo, ni tampoco saber de lo divertido que fue estar con la otra… -Dije sin mirarlo.
- Por dios… ¿Crees que sería capaz de engañarte? –Dobló delicadamente mi cabeza para que lo mirara.
- No lo sé –Musité firme- Con lo seductor que eras con esa chica anoche… no me dejas más opción que pensar en un si –Lo miré directo.
- Eres de lo peor ¿Sabías? –Habló con rabia.
- Ya déjame Joe, quiero volver a casa –Dije haciendo seña con una mano al ver acercarse un autobús.
- Pero Hayley yo… te creo –Lo escuché decir.
No le presté más atención y me subí al transporte.
Lo acepto, me sentí mal al dejarlo solo, pero solía ser llevada a mis ideas.
No sécuánto se tardó el maldito autobús en llegar a casa, pero al parecer fue mucho.
Subí por el elevador y llegue a mi apartamento, tiré las llaves molesta al sillón, caminé hacia mi habitación me encerré en esta y me dejé caer en la cama con un suspiro.
Cerré mis ojos tratando de borrar todas esas imágenes de Nick cuando siento algo subir por mi pierna, asustada abrí mis ojos y pegué un salto…
- ¡Dios! ¿¡Que mierda haces!? –Exclamé al ver a Joe gatear hacia mí.
- Shh… -Sonrió seductoramente haciéndome callar poniendo su dedo índice sobre mis labios.
- Joe… no… -Dije sin aliento.
Solo vi cómo se quitó la polera y la tiró hacia un lado.
Tomé su rostro con ambas manos y lo apegué a mis labios, como me gustaba morder su labio inferior y provocar que Joe soltara un leve gemido, enseguida sentí como mi polera subía y subía sintiendo las calientes manos de Joe tocando mi piel hasta que logró quitarla del camino, sin antes masajear suavemente mis pechos.
- Joe… mejor será que te vayas –Dije agitada sin despegar mis labios de los suyos.
- No me pienso ir hasta hacerte el amor –Dijo sacando la voz más sensual y seductora.
¿Por qué a mí? ¿Por qué siempre terminábamos en esto cuando en realidad no quería? Ni idea, pero Joe me ganaba.
Acaricié su torso descubierto y deslicé mis manos hasta el broche de su pantalón, luego tomé del borde y comencé a deslizarlo hasta lograr quitarlo y tirarlo al suelo.
- ¿Sabes… cuanto… te amo? –Dijo con voz entrecortada besando y mordiendo mis hombros.
- Igual yo… -Gemí en busca de sus ya rojos e hinchados labios, algo que me incitaba a seguir. Se sujetó de mi cadera y sus labios que se encontraban devorando mi cuello, bajaron por mi pecho… siguiendo en línea recta llegó a mi vientre y se detuvo ahí para hacerme sentir única. - Joe… -Gemí revolviendo su cabello húmedo. Sentí como bajaba mis pantalones hasta lograr quitarlos. Minutos… quien sabe cuánto tiempo más nos demoramos en quedar totalmente desnudos… era increíble como las caricias y besos de Joe lograban llevarme y traerme de las nubes. No podía dejar de morder su lengua, sus labios, su cuello… esos lunares que me mataban… hasta que se separó de mí, nos miramos analizando como estábamos desgastando nuestros cuerpos… besó mis labios y luego dio un delicado y tierno beso en mi frente, separó mis piernas y se acomodó entre ellas. Antes de cometer el tan esperado acto, llevé mis manos a su espalda y me sujeté de esta, mientras Joe sostuvo mi cadera y enseguida lo sentí entrar en mí, moviéndose con delicadeza y lentitud dentro de mí… Ambos cuerpos subían y bajaban, mientras no podíamos dejar de desahogarnos soltando fuertes gemidos y gritos de placer a medida que la situación iba tomando velocidad-
Luego de tanto rato haciendo el amor lo sentí llegar dentro de mí, soltando un gemido sobre mis labios y yo sobre los suyos al sentirme completamente de él. Cayó rendido sobre mi cuerpo, ambos tratando de tomar aire, ya mucho nos faltaba. Nos tapamos con las sabanas de mi cama y quedamos a la misma altura para poder mirarnos a los ojos. – Tú sí que sabes cómo mejorar las cosas ¿Verdad? –Musité aun con falta de aire y llevé una de mis manos a su mejilla. Habían centímetros en nuestros labios… pero esta vez solo queríamos estar así, tranquilos. - Espero que… alguna vez entiendas que te amo y no vuelvas a desconfiar de mi –Dijo serio, peor luego esbozó una sonrisa. - Lo lamento… -Musité apenada. - Tranquila… -Tomó de mi cuello y me acercó para darme un beso en la frente- Te amo y eso es lo importante… -Susurró. Queriendo estar refugiada en su pecho, me acerqué a él y rodeó mi cuello con su brazo. Comencé a cerrar mis ojos al sentir como acariciaba mi espalda de arriba hacia abajo y pronto… caí en un profundo sueño embriagado en su perfume.
