Capítulo 16

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ABVERTENCIA.
CONTENIDO +18. NO ES LEMON PERO IGUAL




Al despertarme vi a mi bella Amu durmiendo parecía una princesa con esa suave piel blanca nunca pensé que deseara y quisiera tanto a alguien pero ella rompe con todo lo que alguna vez llegue a imaginar y pensar que estuve a punto de perderla por la mentira que le dijo Zero, espero que tome conciencia y le diga la verdad a Amu yo sé que ella en el fondo se siente mal, como puede ser que alguien la pueda lastimar así por un capricho de que yo la vi primero eso es estúpido.

No le sacaba la mirada a Amu se ve realmente dulce dormida, con solo verla así me vuelve a excitar, y la quiero volver a hacer mía, porque ella es ahora mía.

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Despacio abrí mis ojos y lo primero que veo es a Ikuto mirándome, me dio tanta vergüenza que me sonroje.

―Hola― fue lo único que pude decir.

― ¿Que tal estas mi princesa? ― preguntó.

No sabía cómo le iba a responder, la verdad es que estoy muy feliz  al saber que Ikuto no me va a dejar pero sigo pensando, en lo que paso.

―Estoy bien, y feliz de que estés a mi lado― respondí, con una sonrisa sincera y de corazón.

―Eso se nota ― dijo, mirándome.

Entonces ahí me di cuenta de que estaba desnuda, no es que no me haya visto así sino que me avergüenza que me mire mucho.

―Sabes tienes que vestirte, hace un poco de frio. Podías pescar un resfriado ― concluyó, acariciandome la mejilla y bajando a mi hombro.

Luego agarro mi mejilla y me beso con tanta dulzura, y a la vez pasión, que con ese acto olvidas todo lo que te puede estar molestando.

Dejo de besarme, y me miro a los ojos.

― ¿Amu, que tal si tenemos una cita?― pregunto sin sacar la mirada de la mía.

Sus ojos zafiro su excepcional físico, y su incontenible pasión, me dejaron en ese momento sin ninguna respuesta, hasta que volví a pisar tierra y pude contestarle.

―Claro, me voy a bañar, y luego a vestirme― dije. ― Y después para salir― concluí con un beso.

Salí de la cama y me enrolle una sábana por el cuerpo, es que todavía siento vergüenza de que me mire, en eso el me detiene y estira la sabana haciéndola caer a mis pies.

―No necesitas cubrir tu hermosura en frente de mí, pero tampoco quisiera que alguien vea lo que yo veo, es mi humilde deseo de esclavo― afirmo, con una voz ronca que decía que estaba muy excitado.

No conteste nada, por lo que me fui caminando desnuda hasta llegar al baño.

Al entrar en el baño, deje caer el agua de la ducha, y mientras me recorría el agua por el cuerpo escucho como la puerta del baño se cierra, por lo cual volteo y veo a Ikuto también desnudo, y por tal acto me sonroje.

― ¿Qué haces aquí Ikuto? ― pregunte con la voz ronca, no podía sacar la mirada de él, su bien formado torso su espectacular físico, y ni que hablar de su masculinidad, que ahora que lo veo bien es muy grande, me volví a sonrojar por ese pensamiento y me maldije por ser una pervertida, entonces desvié la mirada.

― Como buen esclavo, tengo la obligación de hacer cualquier cosa por la reina incluso ayudarla a bañarse― articulo agarrando una esponja con jabón y empezando a enjabonarme la espalda, con ese contacto sentí una descarga que recorría todo mi cuerpo.

Estaba a punto de protestar en lo que él me susurra al oído.

―Tranquila, mi reina― y me beso el cuello, y siguió enjabonándome con caricias, que hacían dolerme el estómago.

Me estaba excitando con los movimientos  que hacía para darme un baño, me hizo dar la vuelta y empezó a enjabonarme mi abdomen plano, en forma de círculos con una suavidad que hizo que un calor llegara a mi pelvis, fue subiendo hasta llegar a mis senos las cuales estaban tan duras por la excitación que me provocaba Ikuto.

― Ikuto― susurre, me estaba volviendo loca en el baño, pero decidí tener autocontrol sobre mí. ― No es necesario que hagas esto― le confirme.

― Pero yo si quiero hacerlo, Amu ― contesto besándome, metiéndome en la ducha, y abrazándome, y justo ahí me sonroje, porque me di cuenta de que su miembro estaba muy duro, se podía sentir que estaba muy excitado.
Dejo de besarme me enjuague todo y me paso la esponja en la mano y me dijo.

― Te toca hacer lo mismo conmigo― sugirió.

― ¿Qué? ― dije sorprendida y sonrojada. ― No puedo hacer me da mucha vergüenza ― confirme.

― Tu puedes hacerlo ― dijo. ― No te gustaría poder palpar todo mi cuerpo, y de una vez por todas estar segura de que soy totalmente tuyo.

Con  la mano temblorosa fui pasando la esponja por la espalda de Ikuto.
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La Reina y su esclavo  #ShugoChara Donde viven las historias. Descúbrelo ahora