Tumbado en la camilla y ella la iba empujando hasta el hospital. Y no sabía las vistas que tenía desde ese punto, madre mía.
- Y bien, ¿Sientes mucho dolor? - preguntó mirándome, mientras entrabamos en el hospital.
- Bastante... - intenté sonreír.
- ¿Cómo te lo hiciste? – dijo levantando una ceja, algo graciosa.
- Haciendo volteretas hacia atrás... - le contesté avergonzado.
Ella se rió y negó con la cabeza.
- Katy ya estoy aquí, me tendrás que preparar la sala de radiografías. – dijo al entrar, mientras me llevó a una de las habitaciones. – Yaser, usted quédese en la sala de espera, tendré que visitar a su hijo.
Papá asintió con la cabeza y se sentó en una de las sillas en la sala de espera, mientras cogía una de las revistas de cotilleo de encima de la mesita. Ella entró en la puerta número ocho. Traumatología. Intenté leer su tarjeta de la bata. Dra. Perrie Edwards. Se inclinó hacia a mí. Me miró sin decir nada y sonrió. Simpatiquísima. Y tenía unos ojos color azules preciosos. Le dio a una palanca de debajo la camilla y esta subió automáticamente hacia arriba.
- ¿Puedes darte la vuelta? – preguntó. - ¿O mejor te ayudo? – eso me gustaba más.
- Me duele... - hice algo de cara de pena – mejor ayúdame, por favor.
Ella asintió y cogiéndome de la espalda y de la cadera me ayudó a ponerme bocabajo. Palpó la espalda. La verdad es que el dolor había saciado, pero me encantaba que me tocase.
- ¿Te duele aquí? – iba preguntando, y llegó a la parte del hombro - ¿y aquí?
- Au... si...
- Lo siento, ¿te hice daño?
- No, no pasa nada mujer...
- Bueno... quítate el jersey, por favor... - dijo ella. - ¿o te ayudo?Creo que me sonrojé. Era una mujer directa, especializada y centrada en su faena. Y supongo que no pensaba en nada más.
- Supongo que ya puedo. – me incorporé y me quité el jersey.Gemí un poco porque tuve que gesticular el hombro y el brazo que me dolía.
- Espera, te ayudo. – ella cogió del jersey y me lo terminó de quitar. - ¿también te duele el brazo?
- Si...
- Veamos... - ella me lo cogió, mis músculos se tensaron enseguida y el roce de sus dedos me puso la piel de gallina. - Parece que tienes un esguince en el brazo... por lo del hombro... - se puso detrás de mí y me acarició el hombro – solo dolorido por el golpe... - volvió a palpar algo mi espalda. – ¿te duele aquí abajo? - dijo tocándome la zona lumbar.
- Un poco... - mentí.
- A ver - apretó y aflojó haciendo un masaje - ¿sientes alivio? – dijo aumentando el ritmo de las caricias.
- Si, si... - tendría que evitar gemir, pero tenía unas santas manos...
- De acuerdo. – bajó de la camilla. – Vuélvete a tumbar.- ¿Boca arriba? – pregunté.
- Si... - dijo sonriendo de nuevo.
Se puso el fonendoscopio y unos guantes. Se acercó a mí y puso el aparato frio en el pecho.
- Inspira y expira lentamente. – dijo y me miró. Yo lo hice. Movió el aparato alrededor de mi cuerpo. Suspiré, sin darme cuenta. – No, hazlo bien. – me guiñó un ojo. Yo seguí el ejercicio.
- ¿Cuántos años tienes Zayn? – dijo, levantándose, y se puso a teclear algo en el ordenador.
- Veintitrés. – ella se rió. - ¿de qué te ríes? – pregunté curioso.
- De que, chicos ya tan mayores, no se hacen esguinces haciendo... volteretas.
- Estaba ensayando...
- Ah... - dijo, riendo. Quizás no me creía, o quizás pensaba que era un inmaduro...
- ¿Y tú?
- ¿Yo qué? – dijo sin quitar la vista del ordenador.
- ¿Cuántos años tienes? – me iba a poner el jersey, tenía algo de vergüenza.
- No te vistas, tendrás que ir a hacerte una radiografía, tengo que ver si realmente es un esguince.
- Vale, pero contéstame.
- ¿Perdona? Yo tengo que saber los datos de mi paciente, tú de tu doctora, no.
- Mmm... yo te pongo mi edad. – dije sin hacer caso de lo que me había dicho.
Ella sonrió, bajó la vista y suspiró por la nariz.
- Tengo veintidós.
- Uy, casi. – sí, era joven. - ¿entonces cuando empezaste a estudiar traumatología?
- A los dieciséis. – eso me daba coraje, y sentía... orgullo ajeno. Imaginarla a los dieciséis, estudiando duro para sacarse una carrera de medico... ¿y yo a los dieciséis que hacía? Dar conciertos...
Porque no hube conocido una persona así... organizada, orgullosa de su faena, centrada. Durante todos estos años he salido con chicas con las que no he durado más de un año. Reí por mí mismo.
- ¿Te hace gracia?
- No, no, al contrario. Está muy bien.Ella sonrió y siguió tecleando, hasta que la impresora empezó a imprimir algo. Si. Era exactamente lo que yo necesitaba. Una mujer madura. Y, sobre todo, que no busque la fama o el dinero...
- Bueno, Zayn.
- Llámame Z.
- No somos... colegas. Somos doctora y paciente, Zayn. – sonrió irónicamente. – toma, tendrás que ir a la farmacia y comprar esto. – me alcanzó el folio que acababa de imprimir, con su firma y algo que había puesto. Y dicen que los médicos tienen mala letra... pues la suya era redonda y bonita.
- De acuerdo.
- Ahora ven. – la seguí hasta una sala.
- ¿Me tengo que quitar... los pantalones?
- Si. – sonrió de nuevo.
- Ok...
Me quité los pantalones y los dejé en una silla. Ella me miraba.
- Ammm... - se volteó. – Bien... ponte... ponte... ahí. – me puse delante de una máquina.Ella salió y me hizo la radiografía. No sé porque, pero su mirada hacia a mí me hizo sentir... bien.
Al poco rato, vino con esta, en la mano.
- Como suponía, tienes un esguince en el brazo. Ahora te lo inmovilizaré con unas vendas. No puedes coger pesos, no puedes hacer esfuerzos y tienes que reposar.La seguí de nuevo hasta la habitación de antes.
- Ya... puedes... vestirte. - Dijo lanzándome una última mirada ¿era yo o estaba algo sonrojada?Se recogió la melena rubia en una cola. Todo le quedaba bien. Vino de nuevo hacia a mí. Como llevaba manga corta, no le costaría vendarme. Después de hacerlo me senté en la otra parte del escritorio, donde me mandó ella.
– Veamos... esto cuando lo desenvendemos, te va a doler, igual que la espalda, dentro de unos días sentirás como te cruje y te duele la zona lumbar. – jugueteaba con el bolígrafo, entre sus labios carnosos... oh dios mío, era una chica excitante... sin duda. - Tienes dos opciones, te dejo escoger. – apartó unos folios e hizo un gesto con las manos, mientras decía algo que me encantó – O dentro de una semana vienes y en el hospital te hacen rehabilitación, aunque habrá mucha gente, o te lo hace un doctor privado a domicilio, en este caso yo. ¿Qué prefieres?
- A ti. – dije, embobado mirando el sensual movimiento que hacía con sus labios y con su lengua en el bolígrafo.

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Mi Doctora (Adap. Zerrie)
FanfictionDefinitivamente se había obsesionado. A Zayn Malik nunca le había pasado esto. ¿Enamorarse de su propia doctora? ¿Pero cómo?