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Ella rió. Pasó una mano por delante de mí.

- ¿Zayn? – volvió a reír y dejó de juguetear con el bolígrafo. – dirás que prefieres que te haga yo la rehabilitación ¿no?
- Si, si, eso... - me desperté de mis pensamientos.
- ¿En tu casa o en la mía?
- ¡¿Qué?! – me asusté y el corazón se me aceleró de golpe. - ¿Qu... que dijiste? – la miré en los ojos.

Ella suspiró y apoyó la espalda hacia atrás.

- Me refería a la rehabilitación, no a lo que tu estuvieras pensando, pervertido... - me sentó mal el insulto, sobre todo viniendo de ella, no sé por qué.
- C... como quieras... - le dije aun tartamudeando.
- Entonces, si no es ninguna molestia, será mejor en la mía, tengo todo el equipamiento allí...
- Claro, ya vendré yo...
- Toma... - se sacó una tarjeta del bolsillo – este es el teléfono del hospital, pero aquí te apunto mi dirección y mi número de móvil ¿vale? – me sonrió mientras apuntaba y luego me alcanzó la tarjeta. – entonces nos vemos a las ocho el miércoles que viene.
- Si... - yo me levante y sin pensarlo no dude en hacerlo – gracias, guapa. – le di dos besos.

Y me fui, a duras penas por qué me dolía mucho la espalda. Me imagino su cara. Sorprendida. Sonrojada, quizás... y sabía que me estaba mirando, mientras me marchaba. De la forma en que me miró cuando quedé en bóxers... se acordaría de mí, esta doctora. Y tanto.

Salí, papá me esperaba, levantado.

- ¿Y bien?
- Nada, dentro de una semana tengo que ir a su casa a hacer rehabilitación. Tengo que ir a comprar... Oh espera... - me había dejado el papel dentro de su despacho.

Fui a abrir la puerta, pero para mi sorpresa... seria su turno de descanso... y se estaba cambiando. De espaldas a mí, pude ver su sujetador negro. Ahora sí que me excite... Demasiado. Me quedé allí, apoyado en la puerta entreabierta. La vi por el espejo. Un perfecto sujetador que aguantaba unos perfectos pechos. Y un vientre plano. Me empalmé, sin quererlo. Y ella me vio. Nuestras miradas se cruzaron por el espejo. Sonrió. Picara, como nunca me había sonreído una chica.

- ¿Olvidaste algo? – se giró un poco, cogiendo el jersey que se iba a cambiar.
- Amm... si, lo siento...
- Pasa...

Di dos pasos, dejando la puerta ajustada.

- Me dejé... - Perrie se giró y cogió el papel de la farmacia. Luego me lo alcanzó.
- Toma. – y otra de sus sonrisas... Me tapé la erección con la chaqueta, intentando disimular mi calentura.
- Yo... lo siento... de verdad... mejor me voy...

Perrie no dijo nada. Joder, pensé que llegaría al punto de que me sangrara la nariz. Cerré la puerta aun que miles de pensamientos invadieron mi cabeza. Y en todos, aparecía ella.

Salí y mi padre, como suponía aún me estaba esperando.

- ¿Qué? ¿Ya lo tienes?
- Si, si... - coloqué la chaqueta para que tapara completamente mi erección.
- Vamos, entonces. – él me cogió del brazo para prevenir, supongo, para que no me cayera o algo por el estilo.

Me subí al coche, y él en el piloto, de nuevo. No me había fijado, pero el hospital caía bastante cerca de un Starbucks. Y también del recinto donde nosotros habíamos ensayado, por eso mi padre tardó tan poco en traerme. Intenté que se bajara, pero su imagen... aquella imagen de ella quitándose la blusa... dejándome ver mucho mejor el entrepecho. Oh dios mío... su melena rubia cayéndole lentamente por los hombros y espalda. Y ese vientre plano...

- Mira, tus amigos.
- ¿Eh? – desvié la mirada a las mesas de la terraza de Starbucks. – Ah sí, déjame aquí, papá.
- ¿No te duele la espalda?
- No, no tanto como antes, la doctora... - oh si, la doctora... - me hizo... unos masajes.
- Ah... - él paró en un sitió libre. – vale, pero te quiero en casa pronto, tienes que reposar.
- Si, sí. – bajé del coche y fui hacia donde estaban los chicos.
- ¡Hey bro! ¿Cómo está tu espalda? – dijo el mayor.
- Por la sonrisa que trae, seguro que muy bien – Harry se apoyó en su mano.
- Si... - le dije sarcásticamente – está mejor.
- Uhh, mira que una caída así de... pato, es bastante dolorosa. Hasta yo escuché el crujido de tu espalda. -Dijo Louis.
- ¿Puedes, por un momento, dejar de gastarme bromitas estúpidas? – le dije a Louis.
- De acuerdo, de acuerdo...
- Oh, chicos... - Niall habló. – mira el monumento que viene por ahí. – todos alzaron la vista, descaradamente. Yo miré de reojo.

Entonces la vi. Distraída, inclinando su rostro, saludando a alguien conocido en unos segundos, con sus gafas de sol Ray Ban aviator, exactamente como las mías. Pero creo que le quedaban mejor a ella... Um...Si, se había cambiado, llevaba unos leggins y un jersey rosado que le llegaba dos palmos por encima de la rodilla. Arrapado, y con esos tacones de charol negro estilo sandalias, que le quedaban deliciosamente excitantes en esas largas y bonitas piernas...

- Wow, ¿de dónde ha salido? – no sé porque, pero me puse celoso.

Mi Doctora (Adap. Zerrie)Where stories live. Discover now